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El presidente electo de Guatemala Bernardo Arévalo

El presidente electo de Guatemala Bernardo ArévaloLuis Acosta / AFP

La victoria de Arévalo y los retos que enfrentará al gobernar Guatemala

El panorama no es halagüeño, pero existe optimismo, más allá incluso, de quienes votaron a Arévalo, pues significa un cambio de lo que se ha conocido hasta ahora

Los guatemaltecos acudimos a las urnas el domingo 20 de agosto para elegir presidente, en una segunda vuelta electoral que disputaron Sandra Torres de la UNE y Bernardo Arévalo de Semilla. Poco más de 2,4 millones de guatemaltecos escogieron a Arévalo por sobre la ex primera dama, ahora tres veces perdedora de balotajes.

La participación ciudadana alcanzó un 45 % superando la cifra alcanzada en la elección anterior, en 2019. Ya con el total de las mesas escrutadas, el resultado final fue de 37,2 % para Torres y 58 % para Arévalo. Una victoria incontestable, en la que el ahora presidente electo ganó en 17 de los 22 departamentos.

Así, Guatemala tendrá a partir del 14 de enero próximo, el primer gobernante que se define a sí mismo como de izquierda –social demócrata, ha dicho– aunque el partido tenga un perfil más bien progresista.

Lo anterior no es poca cosa, dado que recientes estudios de opinión han mostrado que los guatemaltecos se definen a sí mismos, mayoritariamente aún, como de derecha.

Retos operativos

Independientemente de lo anterior, el gobierno de Arévalo enfrentará retos operativos para alcanzar la gobernabilidad, como una bancada relativamente pequeña y pocos aliados en el congreso. Lo anterior hará que empujar su agenda legislativa requiera de alcanzar acuerdos con quienes en campaña Semilla tildó, incluso, de corruptos.

Su relación con otros sectores importantes de la sociedad también representará un reto. El sector privado organizado ha sido el blanco predilecto de ataques y señalamientos por parte de Semilla durante la campaña. Esto, no obstante, de que fue precisamente el empresariado uno de los primeros grupos, además de los más vocales, en defender los resultados de las elecciones.

La relación con el Ministerio Público puede ser, también, tirante. Arévalo declaró en campaña que le pedirá la renuncia a la Fiscal General, Consuelo Porras.

No puede removerla, pues en el año 2016, a instancias de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) fue modificada la ley para que fuese virtualmente imposible la remoción de un fiscal general.

El apoyo a nivel municipal también representará un reto para el gobierno de Semilla; obtuvo solamente dos alcaldías de 340.

No obstante, las autoridades locales podrían apoyar las iniciativas del gobierno de Semilla si conviene a los intereses municipales, pero en el pasado eso ha significado avalar programas u obras poco transparentes, algo que Arévalo ha dicho que no permitirá.

El panorama no es halagüeño, pero no por eso debe significar fracaso. Evidentemente Arévalo y su partido cuentan con un apoyo popular importante, mismo al que han dicho que recurrirán cuando se entrampen sus propuestas en el congreso.

Un día después de conocidos los resultados, Sandra Torres, la perdedora, guarda silencio. No ha concedido la derrota, ni dicho qué actitud tomará ella o su bancada durante el gobierno de sus rivales.

A pesar de todo, existe optimismo, más allá incluso, de quienes votaron a Arévalo, pues significa un cambio de lo que se ha conocido hasta ahora.

Corresponderá al presidente electo, su gabinete y su bancada en el congreso dar respuesta a las altas expectativas que ellos mismos alentaron y que ahora tendrán que satisfacer.

Se enfrentarán a la máxima política de que se hace campaña en verso, pero se gobierna en prosa.

  • Alejandro Palmieri es editor de Política en el diario República de Guatemala
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