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El devastador terremoto de Marruecos deja al país sumido en el caos, la desolación y el pánico a nuevas réplicas

El país vecino intenta recomponerse después de uno de los peores episodios de su historia causado por un terremoto de magnitud 7 en la escala Ritcher, que ha acabado con la vida de más de 2.000 personas

Marruecos ha vivido una de las peores y más largas noches de su historia. El horror empezó horas después de ponerse el sol. Nada hacía presagiar los momentos de auténtico terror que se vivirían pasadas las once de la noche. A las 23:11 se registra el primer temblor, unos minutos que parecen horas y, en cuestión de instantes, los edificios empiezan a desplomarse.

Los transeúntes corren despavoridos sin rumbo fijo, sin saber dónde ni cómo protegerse ante lo que se ha descrito como el peor terremoto que ha vivido el país magrebí. Un seísmo de magnitud 7 en la escala Ritcher acababa de cercenar la vida de miles de personas. El epicentro de la catástrofe se sitúa en Ighil, una pequeña ciudad rural situada a apenas 72 kilómetros al suroeste de Marrakech.

Aunque el terremoto se pudo sentir a lo largo y ancho de todo el país. La zona más afectada se encuentra alrededor de la provincia de al-Haouz, así como en Ouarzazate, Azilal, Chichaoua y Taroudant. Los testimonios de hombres, mujeres y niños afectados por la catástrofe natural han colapsado las redes sociales.

A última hora de la tarde del sábado, el balance oficial ofrecido por el Ministerio de Interior marroquí arrojaba datos espeluznantes: 2.012 muertos y más de dos mil heridos. La turística ciudad de Marrakech amaneció el sábado conmocionada. Su casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se ha visto gravemente afectado.

Escombros, edificios medio derruidos, cables eléctricos por el suelo, la nueva imagen de la medina de Marrakech es desgarradora. La emblemática plaza de Yamaa el Fna se convirtió en un campamento improvisado durante la noche del viernes, donde los vecinos buscaron cobijo para huir de posibles réplicas. Aún el sábado, a primera hora, se podían observar algunas mantas repartidas por la plaza.

Un residente observa un edificio dañado tras el terremoto, en MarrakechAFP

Pero la desgracia ha llegado más allá de la turística ciudad de Marrakech. Los medios locales se han hecho eco de las historias de aquellos que vivieron la tragedia lejos de donde normalmente llegan las noticias. Borjala Bouhsin, un superviviente del desastre y vecino de la ciudad de Chichaoua, cuenta a Hespress los detalles de una noche de auténtico infierno.

«Sentimos un temblor tan grande como nunca antes habíamos experimentado. Intenté huir de la casa con mi esposa y mis hijos; no había nada que pudiera hacer, pero mi pequeña y mi padre de 102 años se quedaron dentro», relata entre lágrimas este marroquí.

Otro testigo de la tragedia, original de Moulay Brahim, una pequeña ciudad rural situada en el epicentro del terremoto, cuenta su vivencia al medio marroquí Le360. «Estaba durmiendo por la noche cuando se produjo el terremoto. Todo el mundo gritaba. Salimos fuera. Nos asustamos. Varias casas se derrumbaron. Murió gente. Familias enteras perdieron la vida».

Marruecos ha vivido un fin de semana negro. Ante esta tragedia, las muestras de solidaridad se han multiplicado. Argelia, que cortó relaciones diplomáticas con el país vecino hace más de dos años, ha anunciado que abre su espacio aéreo a los vuelos humanitarios. Los países europeos, incluido España, se han ofrecido a ayudar en todo lo necesario, al igual que los países árabes.

El país vecino se viste de negro para llorar a sus víctimas, mientras los servicios de emergencia trabajan contrarreloj para encontrar nuevos supervivientes. Por delante, mucho por hacer: tareas de reconstrucción, traslado de material sanitario y de primera necesidad a todas las áreas afectadas, búsqueda de supervivientes entre los escombros... Marruecos hace frente a una de las peores catástrofes de su historia y que puede hacer tambalear la aparente estabilidad del reino alauí.