Fundado en 1910

Estudiantes protestan hartos de que la escuela e la escuela José María Obando se quede en medio del fuego cruzado con las FARCAFP

Colombia

Cientos de estudiantes marchan en Colombia para que cesen las balas en su escuela

Los chicos de la escuela José María Obando están hartos de quedarse en medio del fuego cruzado entre las FARC y la comisaría de Policía vecina

Más de cien agujeros de bala recuerdan la última vez que la escuela quedó en medio del fuego cruzado. Cansados de la guerra en el suroeste de Colombia, cientos de niños, familiares y vecinos marcharon este miércoles para exigir paz y el derecho a estudiar.

Los disparos comenzaron en la noche del 5 de septiembre por choques entre disidentes de la antigua guerrilla de las FARC y militares, que dejaron dos soldados heridos. Con la luz del día, los profesores contaron y señalaron con marcador 145 impactos de bala en los muros de la escuela, vecina a una estación de policía.

Un estudiante de la escuela José María Obando señala los impactos de bala en uno de los muros de la escuelaAFP

«(Siento) mucha impotencia, miedo y tristeza. Es como si estuvieras dejando tu propia casa, tus sueños (...) Dañaron los sueños de 400» estudiantes, afirma Sara Díaz, de 14 años.

La alumna de noveno grado marchaba junto a cientos de estudiantes, profesores y padres de familia del colegio José María Obando, en el municipio de Corinto. Un poblado rural en el departamento del Cauca, a dos horas de la ciudad de Cali (suroeste).

Sosteniendo banderas blancas y carteles con mensajes de paz, los estudiantes hicieron un recorrido de aproximadamente 30 minutos.

En esa localidad, el último mes se han registrado múltiples enfrentamientos entre grupos armados ilegales y la fuerza pública.

Derecho a estudiar

Tras la balacera hace una semana los chicos no han vuelto a clases en este pueblo de unos 30.000 habitantes, al pie de la cordillera central colombiana.

Pese a la firma del acuerdo de paz en 2016 con la entonces poderosa guerrilla de las FARC, el conflicto armado persiste en el país luego de seis décadas de guerra interna.

El grueso de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejó las armas, pero grupos disidentes se apartaron del histórico pacto y hoy suman unos 5.200 guerrilleros.

«Son más de 20 años en los que hemos quedado en la mitad de un conflicto donde nuestros estudiantes no están involucrados, pero nos estamos viendo afectados directamente», dijo Ángela María Henao, de 45 años y rectora del colegio donde estudian 448 niños y adolescentes.

Las paredes de Corinto están repletas de frases alusivas a las disidencias.

Estudiantes de la escuela Jose Maria Obando marchan como portesta. Joaquín Sarmiento /)AFP

«Frente Dagoberto Ramos FARC-EP», se lee en un cartel sobre un poste con la fotografía del abatido jefe rebelde Raúl Reyes, entonces número dos de la, oficialmente, disuelta guerrilla de las FARC. Murió en 2008 en territorio ecuatoriano durante un bombardeo que ocasionó una ruptura de relaciones diplomáticas entre Bogotá y Quito.

Vestidos de blanco, cientos marcharon para «pedir el derecho a la educación y el respeto a la vida», explicó Henao.

Más de un millón de muertos

El primer presidente de izquierda y exguerrillero en la historia del país, Gustavo Petro, intenta una salida dialogada al conflicto por medio de negociaciones con todas las organizaciones ilegales. La guerra ha dejado más de un millón de muertos y más de 8 millones de desplazados.

Corinto sufre cada tanto los estragos de la violencia. La rectora del colegio aseguró que con los recientes enfrentamientos se perdieron materiales y equipos como televisores, aire acondicionado, tableros, asientos y cuadernos.

«Nos vimos obligados a retirarnos a otra sede para salvaguardar la vida de ellos», añadió.

Johanna Sepúlveda, presidenta de la junta de padres del colegio, aseguró que se sienten «huérfanos».

«La educación y el derecho a la vida de nuestros hijos están siendo vulnerados en una guerra que no es de nosotros», sostuvo.

Las disidencias se esconden en las montañas que rodean Corinto y, cuando hay enfrentamientos, las balas caen desde los cerros. «Que nos dejen fuera de esta guerra absurda», insistió Sepúlveda.