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Aquilino Cayuela
Aquilino Cayuela

El dudoso futuro del apoyo a Ucrania

Este compromiso continuado de Occidente con Ucrania no puede garantizarse por mucho tiempo

Actualizada 04:30

A Ukrainian artilleryman stands next to a 152 mm towed gun-howitzer D-20 on the front line near Bakhmut, eastern Ukraine, on July 20, 2023, amid the Russian invasion of Ukraine. (Photo by Genya SAVILOV / AFP)

Un artillero ucraniano en el frente de BajmutAFP

Una gran coalición de países más ricos y tecnológicamente avanzados, fundamentalmente los integrantes de la OTAN le otorgan a Ucrania una importante ventaja estructural frente a Rusia. El Kremlin por su parte sólo cuenta abiertamente con dos países (Irán y Corea del Norte) que le ofrecen armamento, en esta guerra, aunque, nunca hay que olvidar que China ha sido y sigue siendo su más importante respaldo internacional, económico y, no sabemos hasta que punto, logístico.

Mientras, el ejército ucraniano se ha alejado de las viejas infraestructuras y anticuadas doctrinas que lo definieron durante la era postsoviética y ha pasado a depender del equipamiento y la planificación estratégica occidentales.

La anexión de Crimea

Si recordamos, cuando la Federación Rusa se anexionó Crimea y se movilizó en el este de Ucrania, en 2014, Kiev no tenía muchos partidarios. Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos sí impusieron sanciones a Rusia, pero se negaron a cualquier ayuda militar directa. De hecho, Washington no proporcionó este apoyo hasta 2019.

Fue, sobre todo, a finales de febrero de 2022, a medida que Rusia acumulaba sus fuerzas en la frontera ucraniana, para iniciar su inminente ocupación cuando la implicación estadounidense y europea se hizo presente. Más tarde, los asombrosos éxitos de Ucrania en el campo de batalla en septiembre y octubre de 2022 y el giro estratégico de las tropas rusas, abrieron la puerta a un apoyo mucho más ambicioso.

Este compromiso continuado de Occidente con Ucrania no puede garantizarse por mucho tiempo

Pero este compromiso continuado de Occidente con Ucrania no puede garantizarse por mucho tiempo. Los analistas indican, con preocupación, que hay sectores políticos y de opinión pública en Europa y Estados Unidos que están cuestionando mantener ese apoyo a largo plazo a Ucrania. Unas voces que se hacen cada vez más fuertes. Algo que incrementa el suspense de este conflicto

No se trata tanto de opiniones abiertamente prorrusas y anti ucranianas, que son una rareza política hoy, sino de un creciente escepticismo que se filtra en los debates políticos internos de los países aliados de Ucrania. Un escepticismo motivado por la presión económica y por un decaído optimismo sobre el éxito de Ucrania en esta campaña.

Alemania en recesión

El ánimo ha empezado a flaquear y la inquietud ante una guerra de gran envergadura y de duración indefinida en suelo europeo, está haciendo mella, por ejemplo, en una Alemania en recesión, con una alta inflación y elevados costes energéticos. El lastre de la economía alemana, considerada por tanto tiempo motor de Europa, hace temer un contagio al resto.

Así mismo un posible vuelco electoral en EE. UU., a un año vista, hace temer, a la opinión pública europea, que la próxima administración norteamericana deje a Europa empantanada en una guerra indefinida, en su territorio, y se aleje para focalizar sus esfuerzo en el Indo Pacífico.

El tiempo de una contraofensiva exitosa se está agotando

Pero tal vez el factor por el que más cunde el desánimo y pone en juego un incondicional apoyo a Ucrania y es que el tiempo de una contraofensiva exitosa se está agotando y el ritmo lento y modesto de sus avances sobre el terreno muestran un estancamiento que sitúa la contienda en una larga guerra de desgaste. Algo que ha envalentonado a los escépticos del apoyo occidental a Kiev.

De otro lado, aun cuando las fuerza ucranianas cobren impulso, no se ve una solución cercana en el capo de batalla que ponga fin al conflicto en un corto plazo. Los defensores de Ucrania no tienen una teoría de la victoria clara y consensuada, lo que les supone un lastre político. Fuera de Ucrania, las noticias no se centran sólo en la guerra. Cuanto más se prolongue el conflicto, más se desvanecerá la imagen de «una lucha entre David y Goliat» de su primera fase, alimentando una percepción de futilidad y reforzando los llamamientos para encontrar vías diplomáticas o, peor, una solución cosmética.

El principal riesgo para Ucrania no es solo un cambio político brusco en Occidente como el lento desenmarañamiento de una red de ayuda exterior cuidadosamente tejida.

Sin embargo, si se produce un cambio brusco, que podría empezar por una nueva composición del Parlamento Europeo, en junio de 2024, y continuar, como se ha indicado, en Estados Unidos según la dirección de las urnas de noviembre de 2024, Ucrania podría encontrar una pérdida gradual de apoyo, por no hablar de una ruptura repentina.

Guerra prolongada

El gobierno ucraniano debería diversificar su alcance en todo el espectro político, adaptando sus peticiones de ayuda a la perspectiva de una guerra prolongada. Debería ganarse «ahora» compromisos con los líderes políticos de Estados Unidos y Europa para afianzar acuerdos de ayuda financiera y militar en ciclos presupuestarios de largo plazo, de modo que a los futuros responsables les resulte difícil deshacer esta ayuda.

Los aliados

Un dato que no hay que pasar por alto es que son, actualmente, los gobierno conservadores de Europa (a excepción de Hungría por razones justificadas) quienes muestran un apoyo más estable y sin fisuras, a Ucrania: Son los gobiernos de Polonia, Reino Unido, los países bálticos, Finlandia, Suecia e Italia, quienes manifiestan una mayor firmeza. Para estos gobiernos la contención de Rusia y la preservación de la soberanía ucraniana son intereses occidentales de primer orden.

Pero, ahora mismo, Kiev tiene la tarea de convencer porque el arma definitiva de Putin, en esta guerra, puede ser llevar a las naciones occidentales a la impaciencia y la indiferencia.

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