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Hermann Tertsch

Otro muro que se hunde en Alemania

En el Parlamento Comarcal de Sajonia Central, la CDU, el partido Electores Libres y la AfD han votado juntos bloquear el pago de 3,5 millones de euros para nuevas instalaciones de refugiados

Alice Weidel, líder del AfD alemánAFP

Cuando se cumplen 34 años de la caída del Muro de Berlín está cayendo estrepitosamente otro muro en Alemania. Otro muro también erigido para dividir a los alemanes, no entre libres y esclavos del régimen comunista como el anterior, sino entre buenos y malos. Es decir entre los que votan a los partidos del Partido Único de los colorines de la Agenda2030, que son los Verdes, los Rojos (SPD) y Negros (CDU/CSU) y los malos que votan, militan y defienden a la Alternativa por Alemania (AfD).

Se hunde el muro, se agrieta el aquí llamado «cordón sanitario» que no es más que el recurso de las elites de la izquierda para que jamás gobierne la derecha real. Cada vez está más claro que en Alemania se formará más pronto que tarde una alianza de la derecha para combatir frontalmente y sin complejos al bloque hoy aun hegemónico de una socialdemocracia que tiene secuestrada con sus elites a la CDU. Y que con su proyecto multicultural y la delirante ingeniería social puesta en marcha en la Unión Europea quiere acabar con la nación alemana como con el resto de naciones europeas.

Alarma en el Parlamento Comarcal de Sajonia Central. La CDU, el partido Electores Libres y la AfD han votado juntos bloquear el pago de 3,5 millones de euros para nuevas instalaciones de refugiados. No es un pueblo. Es una comarca entera.

Cada vez son más los lugares donde los militantes locales desafían las directrices de Berlín y buscan alianzas para defenderse de muchas políticas demenciales de la izquierda, desde la educación en ideología de género, el delirio ecológico climático y sobre todo la invasión inmigrante. Y esa colaboración es anatema para los jefes en Berlín. Tienen un serio problema los que quieren evitar a toda costa que las fuerzas de la derecha actúen juntas en una Alemania en la que el deterioro general de la calidad de vida y la inseguridad se han disparado.

Porque los votantes de AfD, acercándose a ser ya la cuarta parte del electorado de toda Alemania y más del 30 % en muchas regiones del este, que se han nutrido masivamente del voto a la izquierda, del SPD y Die Linke, tienen las mismas inquietudes que los votantes de la CDU/CSU y no solo en la cuestión de la inmigración ilegal, defensa de valores, familia, fronteras y tradiciones.

El problema se extiende como una mancha de aceite, ciudades grandes y pequeñas, distritos y aldeas que ven como se hunden los servicios sociales y públicos bajo los costos del flujo imparable de extranjeros remotos a los que se trata como a refugiados, han hecho desaparecer gran parte de las prestaciones sociales a los alemanes y han cambiado dramáticamente el paisaje alemán en una década.

Son falsos refugiados, que no tienen derecho de asilo, pero llegan y se quedan y consumen los presupuestos sin que llegue para nada. Mientras se extiende la inseguridad por todo el país

Muchos de los municipios están directamente quebrados y han tenido que suspender servicios que se consideraban esenciales. A la vista que no hay nada que esperar de unos partidos de izquierda como el SPD y los Verdes lanzados a promocionar la sociedad multicultural, de decremento y empobrecida, aquellos alemanes con apego a la nación y sobre todo a la seguridad y las formas de vida que les están destruyendo sus gobernantes, se mueven hacia los partidos de la derecha.

Y cada vez hay más miembros de CDU y CSU que saben que solo podrán gobernar con racionalidad y sentido común en una alianza con la AfD. Y entre los dirigentes nacionales también han llegado los primeros globos sondas aunque las jaurías mediáticas y de la izquierda las han acallado, pero solo de momento.

Los problemas con la AfD sin duda existen con una dirección que no ha sido sólida, ha tenido falta de liderazgo y tiene sin duda elementos extremistas. Pero no menos extremistas tienen los partidos de la izquierda que han gobernado y gobiernan. Y poco pueden decir los miembros de un gobierno dirigido por un SPD cuya cúpula ha estado comprada durante los pasados veinte años por Rusia y cuyo canciller fue como vicepresidente de las Juventudes Socialistas un correo del aparato de propaganda del Kremlin contra la OTAN, asiduo visitante de sus contactos en Berlín este en la década de los ochenta. En las alianzas locales, donde el peso del conocimiento de las personas es mayor que el de las siglas, estas alianzas se multiplicarán.

Sí, se hunde el muro cortafuegos que los gobernantes, los intelectuales y periodistas, esas élites alemanas socialdemócratas de todos esos partidos, habían erigido bajo amenazas y que pretendían que separara por siempre a los partidos que ellos llaman democráticos de la demoníaca ultraderecha de la AfD. Para que esta quedara asfixiada como pasó con partidos nazis y ultraderechistas en pasadas décadas. Ya no va a suceder porque la sociedad ha reaccionado a la permanente deriva hacia la izquierda de la CDU y por tanto del centro político.

La inmensa mayoría en la AfD defiende los valores traicionados por Angela Merkel y que defendía hace 60 años Konrad Adenauer, que hoy sería tachado de peligroso derechista

Que los medios españoles no hablen de ello no es casualidad. Embarcados como están -todos se podría decir menos este- lanzados a una carrera a ver quién hace más méritos en sus ataques, invenciones, especulaciones, medias verdades y mentiras enteras contra VOX esta evolución de los hechos en Alemania no les interesa. Menos aun ante todo el panorama que se ofrece de cara a las elecciones europeas de junio de 2024 en las que se prevé que el grupo Identidad y Democracia (ID) en que está AfD en el Europarlamento crezca casi tanto como el grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) en el que está VOX.

Juntos podrían formar por primera vez en la historia una mayoría de derechas con el PP. Partes del PP sin duda optarán por ello, hartos de hacer política socialdemócrata. Otros quizás opten por reconocer que ya son decididamente socialdemócratas y se irán con los liberales de Renew o con los socialistas.

El grupo polaco del PPE de Donald Tusk podría fácilmente integrarse en el grupo socialistas y no llamaría la atención. También Esteban González Pons, por supuesto. El dilema para el Partido Popular Europeo será, en todo caso, existencial.