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El primer ministro húngaro Viktor Orban y el polaco Mateusz Morawiecki

El primer ministro húngaro Viktor Orban y el polaco Mateusz Morawiecki

Elecciones

La UE respira aliviada ante un posible cambio de rumbo en Polonia tras las elecciones del domingo

Sale como vencedor el PiS, actual gobernante, pero la opción de la coalición entre populares, liberales e izquierda dejaría fuera a los conservadores

Los resultados electorales de este pasado domingo en Polonia han provocado reacciones dispares en el seno de la Unión Europea.

Bruselas respira aliviada porque el lado progresista ve la luz al final de un túnel que se les estaba haciendo demasiado largo. Polonia es considerada una de las «bestias negras» junto a Hungría y otros miembros del Grupo de Visegrado.

Varsovia y Budapest han mantenido una estrecha alianza para hacer frente a las imposiciones ideológicas y abusos de poder por parte de la UE, incluida la retención de cientos de miles de millones de euros en concepto de reconstrucción postcovid.

Tras este domingo, la balanza de poder puede cambiar por completo ya que Donald Tusk (populares de Plataforma Cívica, 26,5 %) podría formar gobierno con los liberales de Tercera Vía (14,2 %) y Nueva Izquierda (8 %).

Fuentes internas reconocen la habilidad del actual viceprimer ministro Jaroslaw Kaczynski para negociar, pero ven «casi imposible» revertir los 18 diputados más que tendría esa coalición por encima de la mayoría absoluta.

«Confederación ha sido una de las grandes desilusiones de esta noche», comentan tras haber esperado un posible gobierno entre las dos fuerzas. Solo han obtenido el 7,4 %. El PiS ha obtenido el 39,9 % de los votos.

Tercera Vía es un partido que ha subido en las encuestas en muy poco tiempo, algo parecido a lo que ocurrió en su día con Ciudadanos en España o con En Marcha de Macron en Francia.

Hungría, acorralada

En Budapest los resultados han sentado como una jarra de agua fría. La consolidación de un gobierno conservador era fundamental para los planes a largo plazo y mantener la línea que hasta ahora había seguido Viktor Orbán.

Polonia y Hungría han sido fundamentales a la hora de frenar cambios como la reforma de la ley de inmigración europea que hubiera supuesto el reparto forzoso de inmigrantes entre países miembros y han ejercido de contrapeso dentro de la Unión.

Todo esto podría acabar más pronto que tarde. «Polonia podría incluso volverse el peor enemigo de Hungría», aseguran fuentes húngaras. «El Grupo de Visegrado volaría por los aires», aseguran.

Donald Tusk es un viejo conocido por sus posturas radicales europeístas y, de gobernar, «transformaría radicalmente el país a los preceptos de Bruselas». Reformaría el poder judicial a su manera, pero «con el beneplácito de Bruselas».

Se daría luz verde a la entrega de los 100.000 millones de euros congelados por motivos ideológicos y «empezarían a disparar contra Hungría para venderse como la nueva Europa».

Pero los cambios no se quedan ahí. Habría cambios en la Comisión Europea: el nuevo comisario polaco sería un «europeísta absoluto» y se perdería la oportunidad de influir desde la perspectiva conservadora. «Esto dinamita muchos planes», aseguran.

Por otro lado, la presidencia húngara en el segundo semestre de 2024 ya no tendría continuidad con Polonia. Estaría entre dos gobiernos progresistas: el belga en el primer semestre de ese año y el polaco en el primer semestre de 2025.

Hungría tiene dos cartas todavía para mantener el rumbo conservador. Uno, las elecciones europeas de junio de 2024 en las que se espera un crecimiento importante de grupos como ECR e ID. Dos, un cambio de gobierno en las elecciones de Estados Unidos en manos de los Republicanos.

No todos comparten esas sensaciones. Fuentes conservadoras del Parlamento Europeo ven como un éxito la victoria del PiS «frente a las injerencias y chantajes del consenso progresista de Bruselas», aunque reconocen que «no hay nada que celebrar todavía» ya que el recuento está en marcha.

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