Fundado en 1910
Carmen de CarlosElecciones Argentina

Sergio Massa: el tigre le dio el zarpazo al león Javier Milei

Milei era y actuaba hasta ayer como el favorito de las urnas, pero hoy siente y posiblemente esté más lejos de la Presidencia que Sergio Massa

El ministro de Economía argentino y candidato presidencial, Sergio MassaAFP

El rugido en las urnas de Javier Milei se quedó sin fuerza para amedrentar a Sergio Massa. El exintendente (alcalde) de Tigre y actual ministro de Economía, que tiene una inflación de 140 % como tarjeta de presentación, logró dar la vuelta al resultado de las elecciones que anticipaban los sondeos. El previsible segundo se convirtió en primero y dejó afónico al libertario que dice sentirse encarnado en un león.

Milei era y actuaba hasta ayer como el favorito de las urnas, pero hoy siente y posiblemente esté más lejos de la Presidencia que Sergio Massa. Este hombre de las mil caras –y casi todas estrambóticas cuando no agresivas–, hizo una carrera espléndida para ser, en expresión argentina, sapo de otro pozo. Es decir, un outsider de la política, un sujeto del mundo de las finanzas y las tertulias de televisión.

Las expectativas creadas, tras la sacudida que provocó en las primarias al colocarse en cabeza, no logró alcanzarlas y ahora él y sus entusiastas seguidores lo tienen todo muy complicado.

El 19 de noviembre una de las versiones de Milei (a ser posible la de profesional razonable) tendrá que jugarse el todo por el todo con Sergio Massa. Increíble pero verdad, su adversario es el peronista que fue liberal y que podría ser lo que fuera necesario con tal de llegar al poder. Ese aprendiz de caudillo con facilidad para cambiarse de chaqueta política, parte en esta segunda carrera con ventaja, pese a no tener nada concreto y bueno que ofrecer.

La economía ya no importa

Por el contrario, su gestión al frente del ministerio de Economía ha sido un desastre. Llegó con una inflación del 60 % y la multiplicó hasta el 140 %, la pobreza que deja es del 40 % y el 51 % de la población son «planeros» (viven de los planes o subsidios). Lo mismo o peor hizo con el dólar y su veintena de valores en función de para qué se utilice. Un ejemplo lo ilustra, el oficial está en unos 300 pesos por cada billete verde mientras el «blue», paralelo o negro, ya supera los 1.000 en esta gestión de Massa. Aún así el electorado se lo ha perdonado y lo ha hecho porque tiene detrás el formidable aparato peronista y porque vivir del cuento es muy rentable en la Argentina de hoy.

Otra explicación posible para entender el triunfo de Massa es que el electorado tuvo más miedo a Milei que a la ruina con la que convive

Otra explicación posible para entender el triunfo de Massa es que el electorado tuvo más miedo a Milei que a la ruina con la que convive y este, además, se quedó sin la ayuda del peronismo que «le cuido las boletas» en las primarias cuando pensaban –y visto lo visto tenían razón– que darle un empujón era una estrategia perfecta para liquidar a Patricia Bullrich.

Hay más, el exintendente de Tigre siempre tuvo buenos modos y hasta en el debate presidencial se animó con cara de, yo no he sido, a pedir perdón por la inflación. En la campaña, sin que le produjera ningún rubor prometía que con él en la Presidencia se arreglará todo… lo que ha hecho él. Surrealismo argentino.

Pero entre sus virtudes está la de tender la mano, transmitir la idea de que está lejos de la confrontación y de que es capaz de hacer un Gobierno de unidad. Dicho de otro modo, que el peronismo que le ha colocado donde está, en realidad, no es cosa suya y la famosa «grieta» la puede cerrar en lugar de agrandar como haría Milei.

Milei necesita ahora convencer de que él no es un terminator dispuesto a hundir y reconstruir una nueva Argentina

En cualquier caso a Milei ya no le vale la misma campaña histriónica, ni las embestidas contra el Papa o la eterna promesa de dolarizar la economía, reducir el número de ministerios a una cifra razonable (hay más de 20), cerrar el Banco Central, liberar el comercio de órganos, hablar con los espíritus o seguir clonando sus perros. Milei necesita ahora convencer de que él no es un terminator dispuesto a hundir y reconstruir una nueva Argentina.

Ahora se tiene que reinventar para convencer a los votantes de Patricia Bullrich de que con ella fuera de juego él es su hombre y francamente, lo tiene más que difícil. Habrá un alto porcentaje dispuesto a entregarle su confianza, pero ese escenario es utópico imaginarlo en las filas de la Unión Cívica Radical (UCR). El centenario partido del difunto Raúl Alfonsín, al que también maltrató con gestos, en el mejor de los casos inadecuados, bajo ningún supuesto se va a animar a pedir el voto por él.

El fracaso de Bullrich

La verdadera gran tragedia para la derecha liberal argentina es la derrota de Patricia Bullrich. El empeño en la campaña de construir un personaje que no es ella, sus titubeos, retórica inconclusa, falta de recursos y mensajes seductores llevaron a «Pato», como la conocen sus amigos, a un fracaso demoledor. Eso, ha dejado huérfano a un sector del electorado y naturalmente, sirve en bandeja el epitafio de Juntos por el Cambio, la coalición que fundo Mauricio Macri, un mal compañero en este viaje, finalmente, a ninguna parte.