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Un tanque de batalla israelí Merkava en la frontera con Gaza junto a la ciudad de Sderot, en el sur de IsraelAFP

El Ejército israelí aguarda la orden para entrar en Gaza mientras se multiplican los frentes en Oriente Medio

Las negociaciones sobre la liberación de los rehenes secuestrados por Hamás y el temor a que la incursión terrestre provoque la apertura de nuevos frentes retrasan la operación

La operación terrestre en Gaza por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se percibía inminente, pero cada vez son más las voces que piden al Gobierno de Benjamin Netanyahu que retrase la incursión. Entre los que han hecho esta petición, destaca Estados Unidos, principal aliado del Estado judío en la región, que ha sugerido que necesita ganar más tiempo para las negaciones y poder liberar así a los rehenes en manos de Hamás, retenidos en el enclave palestino.

El trauma del 7-O ha quedado grabado a fuego y sangre en la memoria colectiva de todos los israelíes. El fracaso del Ejército hebreo a la hora de defender a sus ciudadanos ante un ataque terrorista de tal calibre ha provocado la mayor respuesta militar de Israel contra la Franja de Gaza de los últimos años, incluso décadas. Desde hace ya tres semanas, la frontera sur de Israel se ha fortificado con militares, carros de combate Merkava, vehículos blindados y un largo etcétera. Todos, apostados a las puertas del enclave, esperan que el Ministerio de Defensa israelí de luz verde a la incursión terrestre.

«Ahora veis Gaza desde la distancia, pero pronto la veréis desde dentro. La orden llegará», así arengaba el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, a sus tropas, a escasos metros del enclave palestino. Unas palabras que daban a entender que la operación terrestre era, prácticamente, inminente. Sin embargo, el tiempo corre y cada vez son más las voces que piden que se retrase. Ante este escenario, las tensiones en Oriente Medio se disparan y las FDI presionan al Gobierno de Netanyahu para «comenzar su ofensiva terrestre en Gaza más temprano que tarde».

Durante la últimas horas, Israel ha intensificado los ataques aéreos contra la Franja de Gaza. Según ha informado el propio Ejército israelí, hasta ahora la Fuerza Aérea ha atacado «más de 10.000 objetivos en Gaza pertenecientes a Hamás y otros grupos terroristas». En este sentido, los bombardeos, explican, «se han centrado en eliminar amenazas potenciales a las fuerzas terrestres, incluidas posiciones de francotiradores y misiles». Asimismo, Estados Unidos ha aumentado su presencia militar en la región.

En la otra cara de la moneda, Irán ha activado a todas sus milicias repartidas por el Líbano, Yemen, Irak o Siria y que no han dudado en atacar territorio israelí, como muestra de su apoyo a Hamás. Al miedo de que la incursión terrestre en Gaza provoque la respuesta de los satélites iraníes a lo largo de Oriente Medio, se suman las tensas negociaciones para lograr la liberación de los rehenes, un cóctel que está causando que la operación se vaya retrasando.

En esta línea se ha pronunciado un ex alto funcionario del Mossad –agencia de Inteligencia de Israel– David Meidan, durante una entrevista radiofónica. «Salvar vidas debería ser la principal prioridad y la invasión puede esperar», ha señalado. «Las fuerzas están ahí, el personal está ahí y podemos hacerlo más tarde», argumentó Meidan, añadiendo que ve una breve ventana de oportunidad para liberar a los rehenes que, a primera hora de ayer, Israel aumentó hasta 222.

Tensión en Oriente Medio

Durante los últimos días, las bases estadounidenses en Irak y Siria han sufrido ataques con drones de milicias que responden ante Irán. Pero, el incidente que, sin duda, ha hecho sonar todas las alarmas fue la ofensiva de los hutíes de Yemen. Este grupo rebelde lanzó hasta 15 drones y misiles de crucero contra Israel. El ataque de los hutíes fue interceptado por un destructor estadounidense equipado con el sistema de combate Aegis, que integra radar y misiles de interceptación.

Este destructor forma parte del grupo operativo del portaaviones Gerald R. Ford, que Estados Unidos desplazó hasta Chipre, con el objetivo de disuadir a Irán o la milicia chií libanesa, Hezbolá, de atacar al Estado judío. La acuciante tensión en Oriente Medio y las probabilidades, cada vez más reales, de que las milicias iraníes entren en el conflicto han provocado que el país norteamericano aumente su número de tropas y aviones desplegados en la región.

El hecho de que cada vez haya más actores que intervienen en la guerra entre Israel y Hamás, además, multiplica las posibilidades de que se cometa un error de cálculo, especialmente, a medida que se acerca el inicio de la operación terrestre en Gaza. En el contexto actual, cualquier desliz puede arrastrar a los países árabes, vecinos de Israel, a un conflicto de carácter regional.