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Pedro Sánchez y Olaf ScholzEFE

Inmigración

Alemania acordó con Sánchez devolver a España a parte de sus inmigrantes llegados desde la Península

Pedro Sánchez lo acordó con la excanciller alemana Angela Merkel en plena crisis de gobierno producida por la acogida de cientos de miles de ilegales

Líderes europeos empiezan a recular en sus posturas a favor de una inmigración masiva ante una realidad que se ha impuesto por encima de toda ideología.

No ha sido un cambio radical, pero sí ha tenido varios detonantes. Por un lado, los atentados en Bruselas e Israel; por otro, el pánico ante la respuesta de gran parte de la población musulmana tras la respuesta israelí en la Franja de Gaza.

Estos son los más recientes, pero se podría decir que es una crónica de una muerte anunciada. ¿Preocupación real por el futuro de nuestras sociedades europeas o un cálculo electoral para frenar el auge de partidos considerados populistas y que no paran de crecer en las encuestas?

En 2010, la excanciller alemana Angela Merkel proclamó a los cuatro vientos que «el multiculturalismo ha fallado». En su momento parecía más una estrategia que algo de lo que estuviera realmente convencida.

En 2018, tras tres años de oleadas masivas que supusieron la absorción de un millón de inmigrantes por Berlín, Merkel apretó las tuercas a varios socios -España y Grecia en particular- para que se responsabilizaran de parte de los ilegales que no paraban de llegar a Alemania por el efecto llamada. Según el diario Die Welt también lo negoció con Francia y Dinamarca, entre otros Estados miembros.

Fue Merkel quien aceptó y promulgó las políticas que provocaron caos en su país. Ocho años después de haber decretado la muerte del multiculturalismo seguía promoviendo las mismas.

No tomó cartas en el asunto hasta una crisis de gobierno. En el verano de 2018 se buscó un pacto europeo previo a otro –este global– que surgió tras la Conferencia Global para la Inmigración de Marrakech de ese mismo año en diciembre.

La excanciller alemana quería reducir la presión en su olla repartiendo el agua hirviendo entre otros socios. Acordó en su momento con el griego Tsipras y con Pedro Sánchez la devolución de aquellos que hubieran llegado a Alemania, pero solo a través de la zona de Baviera y tras haber sido cotejadas las huellas dactilares.

En la práctica esto supone un número muy reducido porque muy pocos llegan por esa región colindante con Austria y Suiza. La ruta de Grecia continúa por los Balcanes y sí que coincidiría, pero la ruta terrestre desde España pasa forzosamente por Francia y entra en Alemania por su flanco oeste.

Tras el acuerdo, Merkel se mostró aliviada. «He sentido que mis colegas eran conscientes de la tensión en Alemania», admitió la excanciller en una rueda de prensa. Sánchez ya había expresado su deseo de solidaridad con Alemania ante la crisis política interna del gobierno alemán, ya que una caída del gobierno de Merkel podía generar inestabilidad en la Eurozona.

La historia se repite

Cinco años después parece que la historia con el país teutón se repita de nuevo, en esta ocasión con Olaf Scholz a la cabeza, actual canciller alemán con el que se dice que Pedro Sánchez mantiene una estrecha relación personal.

Scholz ha protagonizado la portada del semanario político alemán Der Spiegel del 20 de octubre pasado con unas declaraciones que recuerdan a las sostenidas por su antecesora hace menos de una década. «Tendremos que deportar a gente a gran escala», aparece junto a un primer plano del mandatario.

Asegura que «vienen demasiados» inmigrantes a Alemania provocando una situación de inseguridad que, explica, podría solucionarse deportando «a gran escala a los que no tienen derecho a permanecer» en el país. «Debemos deportar más y más rápidamente», explica el canciller.

Detalla que se refiere a todos los inmigrantes que estén en situación ilegal. Estas palabras hasta antes del atentado de Hamás contra Israel eran tildadas de racistas y xenófobas y se asociaba a cualquiera que las pronunciara con el nazismo, el fascismo o la extrema derecha.

Algo ha debido pasar para que varios lideres europeos hayan dado la vuelta a la tortilla. Quizás en el caso alemán tenga que ver cómo las encuestas castigan a Scholz igual que hicieron sufrir en su momento a Merkel, pero no es el único representante de gobierno que ha cambiado de opinión.

Los conservadores británicos también ahora muestran mano dura contra la inmigración. Lo mismo ocurre en Francia tras décadas de pendiente resbaladiza. ¿Estrategia política? Sin lugar a duda.

El Partido Conservador británico perdió dos de los tres escaños en juego en las elecciones parciales del pasado julio. Cada atentado en Francia supone un jarro de agua fría para la sociedad que abraza con cada vez menos reticencia mensajes como los de Marine Le Pen.

La inmigración ilegal en Alemania

Los inmigrantes ilegales que cruzaron la frontera con el país hasta septiembre de este año han sido 92.119, el más elevado en los últimos siete años.

En todo 2022, ingresaron de manera no autorizada en Alemania 91.986 personas, y en 2021, 57.637, frente a 111.843 en 2016, un año después de la llamada crisis de los refugiados.

En septiembre de 2022, ingresaron irregularmente en Alemania 12.709 personas, y en ese mismo mes de 2021, 6.101.

La inmigración se ha convertido en uno de los pilares políticos tras años de haberse ocultado las consecuencias que conlleva una política masiva sin control de fronteras. El atentado de Hamás o el de Bruselas ha puesto de nuevo el foco en un problema que, hasta hace muy poco, era el elefante en la habitación: todos lo veían pero nadie se atrevía a hablar de él.