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Pablo Uribe Ruan

La oposición de la gente planta cara a Petro en las elecciones municipales de Colombia

Gustavo Petro enfrenta un grupo de opositores variado y plural que incluye a políticos que no son uribistas y van a ganar las principales alcaldías del país

El presidente de Colombia, Gustavo Petro

A cada rato se pregunta dónde está la oposición en Colombia. El oficialismo petrista cree que se ubica en el partido de Álvaro Uribe, el Centro Democrático. Ese diagnóstico, como es costumbre en la izquierda colombiana, parece que no se ajusta a la realidad. La oposición incluye este grupo político y otros sectores que a diferencia del petrismo no se concentra en una sola persona, como un movimiento monolítico y personalista, sino que funcionan de la manera contraria.

Veámoslo así. Está el petrismo, una amalgama de partidos de izquierda y algunos movimientos sociales, y el resto. Me da la impresión de que el resto se puede dividir entre lo que los analistas contemporáneos llaman una «mayoría silenciosa» y una bochinchera -que se expresa con bochinche, con ruido, se hace ver-.

Por su pluralidad, menos por su silencio, no es fácil medir a estos dos grupos. Sabemos que del 60 % de los colombianos que desaprueban la gestión de Petro. De ese porcentaje hay muchos que hacen bochinche. Los petristas creen que estos vienen de las bases del uribismo -del expresidente Uribe-. Lejos están de la realidad de la calle y la sociedad civil.

La política colombiana ya no es la misma de antes. En principio, y con preocupación, porque el socialismo gobierna y representa, por lo visto este primer año, desinstitucionalización y atraso. Nada nuevo: el socialismo del Siglo XXI funciona así. No valieron los experimentos fallidos de los vecinos, pudo más el odio y el afán por la novedad.

El socialismo colombiano, sin embargo, ha obligado a que la derecha y algunos sectores de centro, estos menos, aprendan a hacer oposición. La obviedad de que esto es bueno prefiero pasarla rápidamente. En este espacio interesa decir que la dicotomía entre petrismo-uribismo no es tan clara para definir la dinámica oficialismo-oposición. Sin esta, Petro, acostumbrado a la polarización, no encuentra un antagonista fijo con quien se pueda enfrentar. La dialéctica hegeliana se pierde en medio de la realidad política.

¿Quién, entonces, le hace oposición a Petro? Muchos. Volvamos nuevamente a la oposición bochinchera. Este término, permítame lector explicarle su origen, fue la forma como el historiador Malcolm Deas solía llamar a la sociedad civil colombiana: bochinchera, ruidosa, positivamente dada al debate permanente, por su tradición liberal-democrática.

A Petro le hacen oposición numerosos sectores que van desde los gremios (hay más de 200), algunos empresarios y comunidades (la judía parece haberse sumado) hasta militares retirados, activistas en redes sociales, medios de comunicación y recientemente algunos artistas, que tocaron el bombo del cambio y están arrepentidos, como era predecible. Va siendo hora de que el teatro y la actuación, como alguna vez nos mostró Carrasquilla y su poesía, entienda la política más allá de las narrativas de víctimas y oprimidos.

Como se ve, no he hablado de un solo político. Es esencialmente un movimiento civil, sin mandos, que se organiza cada mes para marchar contra las reformas de Petro, hace control ciudadano en medios y redes sociales y, fundamentalmente, sigue trabajando: esta es la mejor expresión para oponerse a la patria subsidiada peronista que propone el socialismo contemporáneo en Colombia.

Ahora, no hay que desconocer que los políticos están para canalizar este tipo de acciones. Nuevamente, y esto muestra su obsesión con el expresidente, el petrismo cree que Uribe y su grupo representa el brazo político opositor que intermedia entre ciudadanos y políticos.

Desconoce que este 29 de octubre la oposición política, atomizada positivamente en numerosos actores, confundiendo a Petro sobre con quien antagonizar, va a ganar las alcaldías de Bogotá (posible segunda vuelta), Medellín, Barranquilla y Cartagena, y pelea por Cali. Con las gobernaciones podría pasar algo similar, aunque es menos claro.

Los futuros alcaldes (Galán, Gutiérrez, Char, y otros) son reconocidos en la política nacional, pero no pertenecen al mismo grupo político, aunque sean de centro derecha. Tienen una lectura de país desarrollista y centrada en las instituciones, pero están lejos de la pugnacidad del conflicto armado y la lucha de clases (poderoso-oprimidos), que Petro explota día a día para antagonizar con la derecha más dura.

Para hablar hoy de oposición en Colombia, hay que salir a la calle, seguir las reuniones gremiales, navegar en redes sociales, leer medios y entender la política regional. Mirar hacia muchos lados y entender que cada vez se suman más opositores a Petro, un presidente que está perdido en medio de un mar opositor. Ya no sabe con quién antagonizar.