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Aquilino Cayuela

Otra guerra amenaza a Europa

El ataque terrorista y la toma de rehenes por parte de Hamás ha hecho retroceder las expectativas de paz mundial en unos 50 años o más

Un carro de combate israelí estacionado cerca de la frontera con GazaGil Cohen-Magen / AFP

El pasado 7 de octubre Hamás no solo ha iniciado una guerra en Oriente próximo, fracturado el mundo árabe y ha hecho saltar por los aires un proceso de paz que desde los Acuerdos de Abraham habían normalizado las relaciones entre Israel y numerosos países árabes. Hamás ha hecho retroceder las expectativas de paz mundial en unos 50 años o más.

Sin duda este era el objetivo fundamental de Hamás, junto con su principal patrocinador, Irán, y con su entrenador personal, Hezbolá.

La Primera Guerra Mundial estalló en medio de un primer proceso de descolonización. Tras la Segunda Guerra Mundial hubo un segundo proceso y muchos países, de África y Asia, consiguieron la independencia, pero la disputa Este – Oeste determinó la geopolítica, forzando el mapa mundial a un mundo «bipolar».

Tras la Guerra Fría hubo un tercer proceso de descolonización marcado por la hegemonía estadounidense y la globalización de un mundo «unipolar» pero ahora la «multipolaridad» ha tomado el relevo, abriendo una era de conflictos.

El 24 de febrero de 2022, la guerra volvió a Europa cuando la Federación Rusa en una maniobra, ya esperada, inició una «operación militar especial» e invadió Ucrania. Desde ese momento hay una guerra abierta en Europa Central que ha fracturado las relaciones de Rusia con la Unión Europea y Estados Unidos.

La guerra de Ucrania ha cambiado el orden mundial. Pero en el otro externo, en el Indo Pacífico, las tensiones entre China y la Isla de Formosa han abierto otro conflicto territorial de alta intensidad que amenaza la paz mundial. Pero la nueva guerra en Israel abre una cicatriz de proporciones impredecibles.

En 2015 el politólogo Graham Allyson planteaba esta hipótesis: «La cuestión que define el orden mundial para esta generación es si China y Estados Unidos pueden escapar de la trampa de Tucídides. Me refiero a la metáfora del historiador griego que nos recuerda los peligros que acechan cuando una potencia emergente rivaliza con una potencia dominante, como Atenas desafió a Esparta en la antigua Grecia, o como Alemania hizo con Gran Bretaña hace un siglo. La mayoría de estas contiendas han acabado mal, a menudo para ambas naciones… En 12 de los 16 casos de los últimos 500 años, el resultado fue la guerra».

En la actualidad se agolpan distintos conflictos: Además de la guerra abierta entre Rusia y Ucrania, en Europa encontramos las renovadas tensiones entre Kosovo y Serbia.

En Oriente medio y Asia, junto con la guerra entre Israel y las milicias terroristas de Hamás, en Gaza, está la guerra de Nagorno – Karabaj, entre Armenia y Azerbaiyán. También el largo conflicto entre Turquía y las milicias kurdas; la disputa territorial armada en la frontera de India con China y la tensión en el Mar de la China Meridional.

Además, crece la confrontación interestatal de China con Taiwán, Corea del Norte con Corea del Sur e Irán con Estados Unidos e Israel. Para completar el mapa de Asia, hemos de añadir la guerra civil en Birmania y la perdurabilidad de la guerra civil en Siria y el Yemen. Además, la gran inestabilidad política de Afganistán, Pakistán e Irak.

Si dirigimos nuestra mirada a África comprobamos un aumento considerable de los conflictos en los últimos meses: Hay guerra civil abierta en Libia, República Centroafricana y Sudán del Sur. Además, se mantiene una altísimo nivel de violencia en el cuerno de África, principalmente en Somalia y Etiopía. En el Sahel: Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria y Chad están bajo la violencia armada y el terror junto a la alta inestabilidad de la República democrática del Congo.

Si vamos a América, constatamos un enorme incremento de cambios de gobierno hacia formaciones radicales de nueva izquierda inspiradas en los regímenes autocráticos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. López Obrador, Petro, Lula da Silva son los nuevos líderes de estos cambios que gobiernan México, Colombia, Brasil y se extienden a Bolivia y Honduras y la inestabilidad política de Perú, Chile o Argentina.

La volatilidad política en Iberoamérica ha regresado a los tiempos de la Guerra Fría, aunque el papel de la antigua Unión Soviética lo han tomado China y Rusia. De hecho, China ya es el mayor socio comercial de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

Los vacíos de poder proliferan en África, los Balcanes, Oriente Medio y el Cáucaso Sur, y los viejos conflictos, están reavivando nuevas crisis. Las potencias medias y los actores locales se muestran cada vez más audaces. Es lo que denominamos un mundo multipolar.

Europa lleva mucho tiempo tratando de utilizar su considerable «poder blando» para hacer valer sus valores (el Estado de derecho y la deliberación cuidadosa) en las crisis mundiales. Sin embargo, desde las Primaveras Árabes y la catástrofe de Siria, Europa ha tenido dificultades para poner en práctica su visión. Es una gran potencia asimétrica: el poder militar de Europa no se corresponde con su poder económico.

En conjunto, la Unión Europea y el Reino Unido disponen de enormes recursos económicos y militares. Los europeos, que habían disfrutado de décadas de estabilidad y esperaban que la paz en el continente durara para siempre, una expectativa de «Paz perpetua» que se inició en los años 90, tras la caída del Muro de Berlín, se enfrenta ahora a la «era del conflicto».