Estados Unidos se opone a la ocupación militar de Gaza tras la guerra y deja solo a Netanyahu
La incursión terrestre del Ejército de Israel en la Franja de Gaza avanza sin descanso. Las Fuerzas de Defensa israelíes (FDI) «tensan la cuerda» en torno a Hamás, en la ciudad de Gaza, bastión y base de operaciones de la organización terrorista, según ha informado el primer ministro del país hebreo, Benjamin Netanyahu. Mientras que las tropas ya se enfrentan cuerpo a cuerpo con los milicianos de Hamás, la gobernabilidad del enclave palestino se ha convertido en el gran elefante en la habitación para Estados Unidos y, por supuesto, para el Estado judío.
Netanyahu sorprendió ayer con unas declaraciones a la cadena estadounidense ABC en las que adelantó que Israel «tendrá, durante un período indefinido, la responsabilidad general de la seguridad porque hemos visto lo que sucede cuando no la tenemos». Hasta ese momento, el país hebreo había negado que estuviera planeado quedarse en el enclave palestino, una vez diera por finalizada la operación terrestre en Gaza y consiguiera su objetivo, eliminar las capacidades militares de Hamás.
«Cuando no tenemos esa responsabilidad en materia de seguridad, lo que tenemos es una erupción del terror de Hamás en una escala que no podríamos imaginar», explicó el primer ministro israelí. A la pregunta de quién debe gobernar Gaza tras la guerra, Netanyahu contestó: «Aquellos que no quieran seguir el camino de Hamás». Estas declaraciones han causado una gran polémica. El ministro israelí de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, en una intervención en la cadena británica BBC, ha tenido que salir a matizar las palabras del primer ministro. Dermer explicó que lo que en realidad estaba tratando de decir Netanyahu era que el enclave palestino será un área desmilitarizada y que las FDI, una vez termine la guerra, llevarán a cabo operaciones de seguridad puntuales, para combatir «cualquier nueva amenaza terrorista».
En este sentido, el ministro israelí aseguró que Israel no volvería a ocupar ni gobernar el área. Estados Unidos, principal aliado de Israel, también se ha visto obligado a pronunciarse tras las declaraciones de Netanyahu. El portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, ha asegurado que «Joe Biden, no apoya una reocupación militar israelí de Gaza». Una postura que ha remarcado el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, que, además, ha subrayado que «la única manera de garantizar que esta crisis nunca vuelva a ocurrir es comenzar a establecer las condiciones para una paz y seguridad duraderas».
Para conseguir este objetivo, Blinken ha explicado que se deben tener en cuenta cinco condiciones: «Ningún uso de Gaza como plataforma para el terrorismo o ataques violentos, ninguna reocupación de Gaza una vez finalizado el conflicto, ningún intento de bloquear o sitiar Gaza, ninguna reducción del territorio de Gaza y ninguna amenaza terrorista desde Cisjordania». Estados Unidos ya ha iniciado su particular ofensiva diplomática. Blinken protagonizó, este fin de semana, una nueva gira por Oriente Medio para reunirse con los principales líderes de la región, con el foco puesto en el día después de Hamás en Gaza.
Los escenarios que se valoraban, antes de las sorprendentes declaraciones de Netanyahu, eran principalmente tres. El despliegue de una fuerza multinacional en Gaza, una vez finalizada la ofensiva israelí; una administración provisional dirigida por palestinos que excluiría a Hamás, seguramente bajo el paraguas de la Autoridad Nacional Palestina (ANP); o una coalición de Estados árabes vecinos que administren, de manera temporal, el enclave palestino. Por ahora, y a la espera de nuevas revelaciones de Netanyahu, la opción que ha cogido mayor fuerza es una Gaza postHamás, gobernada por una renovada Autoridad Nacional Palestina.
El propio Mahmud Abas, el presidente de la (ANP), tras su reunión con Blinken se comprometió a asumir el control de Gaza cambio de un acuerdo político que incluya también Cisjordania y Jerusalén Este, con el horizonte de la creación de un Estado palestino. Sin embargo, el presidente de la ANP no posee demasiada credibilidad entre los palestinos, ya que es visto como un aliado de la ocupación israelí. Todos estos posibles escenarios estarán condicionados por el desenlace de la guerra que Israel libra contra Hamás y que, por ahora, se ha cobrado la vida de 1.400 israelíes y más de 10.000 palestinos.