Instituciones europeas
El personal de la UE envejece a pasos agigantados y por ahora no hay medidas para evitarlo
En poco más de una década el número de funcionarios por debajo de los 30 años ha descendido en un 15 %
La Comisión Europea está preocupada por el claro envejecimiento de la plantilla de funcionarios de la UE en apenas 15 años y ha renovado su sistema de contratación para motivar a que llegue gente más joven.
Este órgano es el Ejecutivo de la Unión Europea. Cerca de 32.000 personas trabajan en exclusiva en él y el porcentaje de menores de 30 años ha pasado del 26,8 % en 2010 al 9,2 % en 2022.
Las razones son varias: no todo el mundo tiene las mismas salidas laborales, se eliminó el tope de 35 años para acceder y los más veteranos tienen ventaja frente a perfiles más novatos, los exámenes de ingreso se hacían eternos y los incentivos no siempre son más suculentos que en el mundo privado.
Un funcionario mayor de 35 años con más experiencia en otros campos va a ganar más dinero que otro más joven sin experiencia en otros campos pero con las mismas funciones y responsabilidades.
Esto significa que el funcionario de carrera ya no tiene las mismas ventajas de antaño y que, en cierto modo, esto también se está desincentivando o reajustando. Un perfil alto con 30 años de experiencia en sus espaldas puede ingresar más de 10.000 euros netos mensuales.
Algunos jóvenes entienden esto como una marginación al sentir que hay un gran abismo entre las nuevas generaciones y las de los más veteranos.
Otros tiempos
El contexto actual tras las crisis económicas, la pandemia, la gestión de los conflictos internacionales y la propia conducta de Bruselas respecto a la independencia de los Estados miembros y el exceso en algunas de sus funciones ha generado sentimientos mucho más críticos con las instituciones que años atrás.
Las nuevas generaciones han crecido con un discurso negativo sobre la Unión Europea. Un discurso que casa con la realidad cuando los que se postulan a trabajar en ella se sienten frustrados al darse de bruces con la burbuja bruselense.
Por otro lado, la gran brecha generacional afecta a la hora de tomar decisiones de gran calado. Por ejemplo, todas las políticas de cambio climático, de transición digital y ecológica, etc. no van a afectar en la vida de aquellos que las están promoviendo porque son cambios a 20-30 años vista. La gran parte de ellos estarán jubilados con una buena pensión.
En cambio, son aquellas generaciones que desean participar en el futuro de la Unión las que no tienen ni voz ni voto en el proceso. ¿Injusto? Puede que no, no es algo distinto a lo que ocurre en los gobiernos nacionales pero sí que es cierto que nunca se habían tomado tantas decisiones que afectarían de tal grado a tantas naciones al mismo tiempo.
Falta de relevo generacional
En este momento no hay un número de funcionarios que pueda llevar a cabo el relevo generacional en su totalidad.
La Comisión elevó la edad de jubilación a los 66 años y recortó el número de plazas. Entre 2010 y 2022 la edad media de su personal ha aumentado en cinco años, pasando de 45 a 50.
En la UE existe un tipo de personal llamado ‘agente contractual’. Es un contrato semejante al de periodo en pruebas español que puede ser renovado de manera constante hasta un máximo de seis años. Actualmente, existen 8.000 empleados con este perfil.
Si después de esos seis años, el trabajador no es contratado a tiempo completo en la Comisión, deberá buscar su futuro en otro organismo o bien en el sector privado.
Los cambios en las medidas de acceso tardarán en dar sus frutos, si es que lo hacen. Por el momento la tendencia es a un mayor envejecimiento. La crisis de la covid supuso un cambio en la forma de trabajar, pero no ha significado una revolución suficiente para cambiar por completo la dinámica interna de la propia Unión Europea.