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Antonio Ledezma

Los malos ejemplos de Corea del Norte, Rusia y China y su estela en Hispanoamérica

Cuando en lugar de condenar el terrorismo desatas una ola publicitaria, es evidente que las cosas están marchando torcidamente y reflejan modelos que otros emulan

Xi, Putin, Kim

Los malos ejemplos están a la vista de todos, sea cual sea el escenario en el que nos movamos como personas y sea cual sea el rol que cumplamos en cada uno de ellos.

Si robas y tu delito queda impune, o más bien es motivo de celebración calificando al delincuente como habilidoso para amasar fortunas relancinamente. Si matas, cegándole la vida a un ser humano y ese crimen lo justificas en nombre de una «revolución», si secuestras a los pasajeros en un avión y usas esos procedimientos para chantajear a tus supuestos adversarios y si promueves atentados terroristas en representación de movimientos en los que te mueves como si te inspiraras en un santuario, y en vez de condenar esos atentados desatas una ola publicitaria que llega a ganar muchos defensores, es evidente que las cosas están marchando torcidamente y ese tipo de lenidades reflejan modelos que otros ven como atractivos y entonces los emulan.

Cuando se violenta el Estado de derecho de un país. Cuando las normas son retorcidas como si estuviéramos fundiendo una lámina de hierro o haciendo muñequitos con plastilina, si nos saltamos a la torera dispositivos constitucionales a base de subterfugios legalistas para ascender indebidamente al poder o preservar cuotas del mismo, aunque sea a expensas de la gobernabilidad de una nación, se procede con base a reglas ajenas a la ética, porque un paso puede darse, aun siguiendo líneas aparentemente legales, pero nunca serán conductas galvanizadas de moralidad.

Esos pasos conducen a caminos malos. A los españoles les advertimos que esos malos pasos se dieron en Venezuela, eximiendo de responsabilidades al militar golpista que intentó en dos oportunidades derrumbar por la fuerza bruta un Gobierno constitucionalmente establecido. Cuando se miente, se roba, se mata, se engaña, se estafa, se traicionan valores y principios, y esos procedimientos se toleran o se apañan, preparémonos para soportar los efectos de semejante inmoralidad.

El mal ejemplo de Corea del Norte

En Corea del Norte Kim Il-sung es reputado como el fundador del Estado norcoreano y Presidente Eterno de La República. Bajo ese fanatismo y culto a la personalidad, por ejemplo, en octubre de 2021, en Corea del Norte fueron ejecutados públicamente mediante fusilamiento tres adolescentes: dos por ver y distribuir películas surcoreanas y uno por asesinar a su madrastra. Amnistía Internacional no pudo verificar de forma independiente los detalles de estas tres ejecuciones.

«Entre las violaciones de derechos humanos en Corea del Norte que desde hace largo tiempo preocupan a Amnistía Internacional figuran el empleo de la tortura, la aplicación de la pena de muerte, la detención y el encarcelamiento arbitrarios, las condiciones de reclusión inhumanas y la supresión prácticamente total de las garantías que debe disfrutar una persona». Pero esa tiranía tan bestial sobrevive en pleno siglo XXI y Corea del Norte es uno de los países más sancionados del mundo, dado su interés en desarrollar armas nucleares.

El mal ejemplo de China

Políticamente, la República Popular de China, se articula a través de un sistema dirigido por el Partido Comunista Chino, cuyo órgano supremo es el Congreso Nacional, que se reúne cada cinco años y elige un Comité Central, el órgano de mayor poder entre Congresos. La política socialista con características chinas es el desarrollo de la política socialista bajo el liderazgo del Partido Comunista de China y sobre la base de que «el pueblo es el dueño del país, gobernándolo de acuerdo con la ley».

Es evidente la ausencia de procedimientos democráticos, de pluralismo y alternancia en el ejercicio del poder público. Recientemente (en octubre de 2022), Xi Jinping consiguió ser reelecto para un tercer mandato como secretario general del PCCh, el segundo líder del PCCh en hacerlo después de Mao y en marzo de este año consolidó su control gubernamental al ser ungido unánimemente como jefe de Estado, ejerciendo un férreo mando sobre el aparato partidista y también en el aparato de gobierno, mecánica en la que se confunde uno con otro. El mal ejemplo es que se quiere hacer ver que «China es un poder económico» a pesar de no garantizar derechos civiles, humanos ni políticos.

El mal ejemplo de Rusia

El Gobierno de la Federación de Rusia, comúnmente llamado Gobierno Federal Ruso, «es el órgano político que en este país tiene encomendado por la Constitución el poder ejecutivo federal; sin embargo, la realidad de la arquitectura institucional rusa hace que, de hecho, esta potestad sea ejercida de forma compartida por el Gobierno con el presidente de la Federación, resultando así una estructura bicéfala del poder ejecutivo».

El Gobierno de la Federación está integrado por el presidente del Gobierno (a veces llamado primer ministro), nombrado por el presidente del país previa aprobación de la Duma del Estado, más los vicepresidentes y los ministros federales, nombrados todos estos por el presidente de la Federación a propuesta del presidente del Gobierno. La verdad es que Vladímir Putin asume ese poder con descarados signos de dictador. Ha promovido guerras contra Chechenia, ahora contra Ucrania.

El Tribunal Europeo tiene la obligación de establecer responsabilidades ante las agresiones y violaciones de derechos reconocidos, con la atroz invasión de Ucrania, así como también los ataques rusos para apoderarse de los «territorios escindidos», que incluyen Transnistria en Moldavia, Abjasia y Osetia del Sur en Georgia, y Crimea, Dombás y otros espacios en Ucrania.

Lo cierto es que Vladímir Putin comete crímenes a mansalva. Detienen, torturan y matan a los disidentes y se ríe o burla de las decisiones del Tribunal Europeo que dicta decenas de sentencias contra ese régimen ruso y Putin no las respeta ni acata, más bien acentúa su persecución contra las voces disidentes. Ese mal ejemplo lo calcan en Turquía, en donde sus gobernantes desafían al Consejo de Europa y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, condenando a cadena perpetua al líder de la sociedad civil Osman Kavala.

Cuba, Nicaragua y Bolivia

Tanto en Cuba como Nicaragua y Bolivia, sus respectivas dictaduras, continúan perpetrando todo tipo de crímenes de lesa humanidad. Detienen, torturan y matan a los disidentes, no reparan a la hora de tener como víctimas a pastores de la Iglesia, a mujeres, jóvenes, niños o ancianos, bien sean expresidentas, escritores, poetas, periodistas, políticos o lideres de la sociedad civil.

Todos esos desmanes los ejecutan amparados en la narrativa de una revolución que cuenta con aliados que le hacen coro en diferentes escenarios del mundo. Lo insólito es que representantes de esos regímenes llegan a ocupar altos cargos en instancias internacionales como la ONU, integrando, con todo desparpajo y cinismo, los órganos consagrados a la defensa de los Derechos Humanos. ¡Que barbaridad! Esos malos ejemplos son insostenibles y no deben continuar para el bien de la humanidad.