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Dilan Yesilgoz se postula como primera ministra de los Países BajosEFE

Dos figuras moderadas determinarán el futuro político de los Países Bajos

La liberal Dilan Yesilgoz y el democristiano Pieter Omtzieg son los grandes favoritos de las elecciones del 22 de noviembre

Según explicaba el digital Politico hace unos días, «durante las últimas cuatro elecciones, todo fue bastante sencillo en los Países Bajos: La campaña era acalorada, el número de partidos crecía hasta el infinito, las estrellas fugaces de la política iban y venían, y al final ganaba Mark Rütte», incombustible líder de la formación liberal Vld y primer ministro del reino bátavo desde 2010 que, sin embargo, ha optado por no revalidar su candidatura de cara a las elecciones del próximo 22 de noviembre.

Se puede decir, asimismo, que el escenario político neerlandés seguirá igual de fragmentado sea cual sea el resultado de los comicios.

Aunque hay novedades: las aportan la sucesora de Rütte al frente del Vld, Dilan Yesilgoz y el antiguo miembro del democristiano Cda, Pieter Omtziegt, que hoy encabeza el Nuevo Contrato Social (Nsc).

Ambos encabezan, con mínima diferencia entre ellos, las encuestas. El nombre del vencedor final de las elecciones no es baladí, pues se ha convertido, con carácter ininterrumpido, en jefe del gobierno de los Países Bajos desde 1982.

Yesilgoz, de ascendencia kurda y turca, emigrada a los Países Bajos siendo niña, es una liberal clásica que, en fechas recientes ha endurecido su discurso migratorio y criticado los excesos del «wokismo», al tiempo que mantiene los pilares clásicos de la doctrina del Vld, es decir, la defensa férrea del Estado de Derecho, un compromiso europeísta incondicional y, por supuesto, el rigor fiscal y presupuestario.

Omtzigt, por su parte, pretende desenclavar las posiciones anquilosadas –así las define– del escenario político; y lo hace desde un enfoque moderado que compagina con una propuesta de «nueva gobernanza» que conllevaría, entre otras reformas la creación de un Tribunal Constitucional y la regionalización de la ley electoral.

Todo encuadrado bajo los conceptos de «toque humano» en la relación del Estado con el ciudadano y de «sentido común», típicos de la ideología personalista y de la Doctrina Social de la Iglesia.

Omtzigt es católico practicante, si bien su partido se muestra algo ambiguo sobre el aborto y acepta sin reservas el matrimonio homosexual.

Como político avezado –lleva prácticamente toda su vida profesional ocupando un escaño–, es consciente de que un discurso de inspiración nítidamente cristiana no tiene posibilidad de prosperar en el país más secularizado de Europa, pero que es sensible a la cuestión migratoria.

Por eso, en su programa, aboga por limitar a 50.000 el número de entradas legales y restringir el derecho de asilo y las prestaciones sociales de los extranjeros extracomunitarios.

El escollo político podría venir de su rechazo, públicamente expresado, hacia cualquier cooperación con el populista de derechas Geert Wilders y el Foro para la Democracia que propugna el «Nexit», o sea, la salida de los Países Bajos de la Unión Europea.

En cambio, el probable poderío del Nsc desplaza el equilibrio político hacia el centro. Ya sea con Omtzigt como primer ministro o como hacedor de reyes, esto puede abrir la puerta a la cooperación con la recién combinada lista de los socialdemócratas y la Izquierda Verde, liderada por el ex vicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermans, actualmente tercero en las encuestas.

Sin embargo, el nuevo movimiento de Omtzigt sigue siendo una versión (rebautizada) de la democracia cristiana.

Junto con los demás partidos de la derecha política más amplia, se espera que este campo político global obtenga unos 90 de un total de 150 escaños. Otra cosa serán las combinaciones poselectorales: en 2021, los trámites para formar Gobierno se prolongaron durante 299 días.