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Macron y von der Leyen durante su intervenciónAFP

Francia respalda restringir el uso del veto en la Unión Europea

Más del 75 por ciento de la población en Alemania, Francia y España estaría a favor de eliminar el sistema de veto en las votaciones del Consejo

Todo apunta a que Francia continuará respaldando la propuesta alemana de limitar el poder de veto de los Estados miembros ante el nuevo proceso de ampliación, a pesar de las críticas del líder del partido polaco Ley y Justicia (PiS).

Jarosław Kaczyński, presidente de la formación polaca y viceprimer ministro saliente, rechazó recientemente la propuesta alemana de abandonar el requisito de unanimidad en el Consejo para asuntos de política exterior y seguridad, argumentando que es el camino hacia la «aniquilación del Estado polaco». Sin embargo, parece que la iniciativa promovida por Baerbock y respaldada por Francia tendrá un recibimiento menos severo en el nuevo Ejecutivo que encabezará Donald Tusk, quien ha prometido seguir una agenda liberal y aparcar la hostilidad hacia Bruselas.

Aunque es cierto que la política exterior y la seguridad han sido siempre un ámbito sensible por considerarse elementos fundamentales de la soberanía nacional, el proyecto de reforma del actual mecanismo para la toma de decisiones parece recabar cada vez más apoyos. Según un sondeo de la Fundación Friederich Naumann, más del 75 % de la población en Alemania, Francia y España estaría a favor de eliminar el sistema de veto en las votaciones del Consejo. De hecho, estos tres países forman parte del llamado «Grupo de Amigos para fomentar el voto por mayoría cualificada (VMC) en la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la UE», junto con otros seis Estados miembros. Estos «amigos» consideran que es urgente mejorar la efectividad en la toma de decisiones en respuesta a la guerra de Ucrania y a los crecientes retos internacionales a los que se enfrenta la unión.

Por ello, desde París no cabría esperar otra reacción que la del reiterado apoyo a la propuesta de reforma, así como el rechazo a las declaraciones de Kaczyński. Si bien la política exterior francesa se ha caracterizado tradicionalmente por su independencia (recordemos que De Gaulle retiró a Francia de la estructura militar de la OTAN en 1966, a la que regresó Sarkozy en 2009), durante los últimos años, París ha sido uno de los principales impulsores de una mayor integración europea. Es más, desde el Elíseo ven el nuevo proceso de ampliación de la UE no como un obstáculo, sino como el catalizador de su agenda de reforma europea, que puede resumirse en una idea clave: «autonomía estratégica».

Pese a su deliberada ambigüedad, la esencia de este concepto que guía la política exterior francesa no es difícil de descifrar. Francia, a diferencia de la mayoría de los países del este, es partidaria de reducir la dependencia de Washington para profundizar en la integración europea en política exterior y seguridad, siendo el sistema de veto su principal escollo. París busca por tanto que la UE siga una agenda eminentemente europea, posicionándose como superpotencia de pleno derecho al nivel de EE. UU. y China. Emmanuel Macron, sabedor de que, a falta del Reino Unido, y con el Ejército más potente y el único arsenal nuclear de la UE, corresponde a Francia liderar este proceso, no parece amedrentarse ante la responsabilidad. Incluso parece desearla.