Israel, una historia de supervivencia frente al terrorismo que culmina en la actual guerra de Gaza
Desde su fundación en 1948, el Estado de Israel ha resistido a los intentos de aniquilación de sus vecinos y al terrorismo islámico
La actual guerra en Gaza entre Israel y la organización terrorista Hamás, tras la razzia del 7 de octubre, es el culmen de una historia de décadas de conflictos entre árabes e israelíes por el control del territorio de Palestina.
El mandato británico de Palestina se hizo insostenible después de la Segunda Guerra Mundial. Un Reino Unido exhausto por la guerra contra Alemania veía cómo otro gran desafío totalitario, el soviético, se cernía sobre el mundo libre.
En ese contexto el Ejército británico se vio incapaz de gestionar la presión de judíos y árabes por lograr la salida de las tropas británicas y constituir sus propios Estados.
La ONU dividió el territorio palestino en 1947 en dos áreas: una para los árabes y otra para los judíos.
Los palestinos no sólo no proclamaron su Estado, sino que los Estados árabes invadieron el recién nacido Israel
La partición no contentó a nadie y, viendo el mapa de aquella solución salomónica, no era de extrañar: «naciones Frankestein» con territorios cruzados entre árabes y judíos y sin continuación territorial.
Además, la ONU no resolvía la cuestión de Jerusalén, reclamada como capital por unos y otros.
Finalmente, el 14 de mayo de 1948 David Ben-Gurion declaró la independencia de Israel en el territorio que la ONU asignó a los judíos.
Los árabes, sin embargo, no hicieron lo mismo. No sólo no proclamaron su Estado, sino que los Estados árabes vecinos invadieron el recién nacido Estado de Israel.
Israel unificó sus fuerzas paramilitares, con preeminencia de la Hagana y su fuerza de élite el Palmaj, y con su armamento constituyeron sus fuerzas armadas.
Frente a ellos, las fuerzas árabes contaban con un rival muy experimentado: la Legión Árabe jordana, al frente de la cual estaba el teniente coronel británico John Bagot Glubb, además de las temibles fuerzas egipcias.
La guerra terminó, desde el punto de vista militar, en tablas. Pero políticamente fue una enorme victoria para Israel.
Israel se consolidó como Estado soberano, desarrolló una temible e invencible fuerza militar y aumentó enormemente su territorio, incluida Jerusalén occidental y amplias áreas en Galilea, en Cisjordania y en la costa mediterránea entre Tel Aviv y Gaza.
Los árabes, sin embargo, siguieron sin crear su Estado y la parte del territorio destinado al Estado palestino se lo repartieron entre Egipto y Jordania.
La guerra también dejó una cosa clara: los vecinos árabes de Israel, principalmente Jordania, Egipto y Siria, no querían un Estado árabe-palestino, sino repartirse el territorio del antiguo mandato británico.
Tras aquel primer conflicto, se sucedieron las guerras entre árabes (aún no se hablaba de palestinos) e israelíes. La guerra del canal de Suez en 1956 dio la soberanía de esta importante infraestructura que comunica el mar Rojo con el Mediterráneo al Egipto del presidente Gamal Abdel Nasser.
Pero antes de ese resultado, obtenido por presión internacional –principalmente de Estados Unidos a sus socios británicos, franceses e israelíes– las fuerzas armadas israelíes al mando del carismático teniente general Moshe Dayan conquistaron toda la península del Sinaí y capturaron el canal de Suez.
Finalmente, la península y el canal pasaron a manos egipcias. Europa –básicamente Reino Unido y Francia– quedó deslegitimada como actor de importancia en conflictos internacionales e Israel se alzó como una impresionante potencia militar regional.
Guerra de los Seis Días
En el conflicto árabe israelí todo cambió el 5 de junio de 1967. Israel lanzó una guerra preventiva ante la inminencia de una nueva invasión árabe. Se abría la Guerra de los Seis Días.
Las fuerzas armadas israelíes obtuvieron una victoria aplastante: conquistaron todo el territorio de la Palestina británica –incluida Jerusalén que pasó a ser su capital–, toda Cisjordania, Gaza, los Altos del Golán y la península del Sinaí.
Tras ese conflicto, Egipto trató en varias ocasiones de recuperar el Sinaí, siempre fracasó. Es la llamada Guerra de Desgaste. En 1970 aceptó que nunca lograría recuperar su territorio por la vía militar, aunque emprenderían un último intento.
La última gran guerra entre Israel y las potencias árabes se produjo en 1973, la Guerra de Yom Kipur. El 6 de octubre de ese año, fuerzas egipcias cruzaron el canal de Suez e invadieron el Sinaí.
Al mismo tiempo, por el norte, fuerzas sirias accedieron a los Altos del Golán. Tras tres semanas de combate, las fuerzas israelíes superaron los reveses iniciales y reconquistaron el territorio perdido.
En virtud de los Acuerdos de Camp David de 1978, el presidente egipcio Anwar Sadat aceptó reconocer al Estado de Israel
La guerra, sin embargo, tuvo una consecuencia importante. Egipto abandonó la estrategia de la confrontación y dio lugar a una nueva doctrina: Paz por territorios.
De esa manera, en virtud de los Acuerdos de Camp David de 1978, el presidente egipcio Anwar Sadat aceptó reconocer al Estado de Israel y abrir el canal de Suez a sus buques. A cambio, Israel devolvía todo el Sianí a la soberanía egipcia.
Múnich
Pero el acuerdo con Egipto no traería la paz para Israel. Tras la Guerra de los Seis Días, y con la creación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), con Yasser Arafat al frente, por parte de la Liga Árabe, las demandas de la población local árabe-palestina tomaron importancia respecto a los intereses de los Estados árabes vecinos.
La Guerra del Yom Kipur terminó por dar el relevo a la OLP, pero un suceso implicó un punto de inflexión: el secuestro y asesinato de once atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de 1972 en Múnich.
La operación emprendida por los servicios secretos israelíes para dar caza y eliminar a todos los terroristas palestinos implicados fue un éxito. Pero el suceso alejó aún más cualquier posible solución pacífica que diera cumplimiento a las aspiraciones palestinas de soberanía y a las israelíes de seguridad.
La población local palestina volvió a protagonizar otro grave conflicto con Israel en 1982, la Primera Guerra del Líbano.
Tras meses de bombardeos aéreos y de incursión terrestre, las fuerzas israelíes ocuparon parte del país, incluida la capital, Beirut
Terroristas mezclados entre los refugiados palestinos en el sur del Líbano lanzaron una serie de ataques contra el norte de Israel. Las fuerzas armadas israelíes emprendieron varias operaciones para eliminar la amenaza.
Sin embargo, el detonante de la guerra a gran escala fue el atentado contra el embajador de Israel en Gran Bretaña, Shlomo Argov, que sobrevivió a un tiro en la cabeza.
Tras meses de bombardeos aéreos y de incursión terrestre, las fuerzas israelíes ocuparon parte del país, incluida la capital, Beirut.
El objetivo de Israel era desmantelar las estructuras de la OLP en el sur del país. En 1983 se retiraron de Beirut y en 1985 del resto del país con el compromiso libanés de desarmar todas las milicias.
Sin embargo, la consecuencia del conflicto fue una mayor influencia iraní en el Líbano y un aumento de la influencia de Hezbolá, única milicia libanesa que no se desarmó.
Las acciones del Ejército israelí para desmantelar la OLP continuaron en los años siguientes. En 1985 la aviación israelí bombardeó la sede de la OLP en Túnez, desde donde se organizaron ataques contra intereses israelíes en el Mediterráneo.
En 1993 y 1996 las fuerzas israelíes bombardearon objetivos de Hezbolá en el sur del Líbano. Se estaba incubando un nuevo conflicto libanés, pero antes vendría un nuevo punto de inflexión.
La Segunda Intifada
En 1994, en virtud de los Acuerdos de Oslo, se instituyó la Autoridad Nacional Palestina como ente pre estatal para los palestinos con legitimidad para ejercer su autoridad sobre la población palestina.
Se iniciaba la hoja de ruta para la paz en Oriente Medio con dos Estados: uno israelí y otro árabe-palestino, ya sin interferencias de terceros Estados.
El plan se frustró con el fracaso de las negociaciones para unos segundos Acuerdos de Camp David en 2000. En esa negociación Arafat y el primer ministro israelí Ehud Barak podrían haber alcanzado el acuerdo definitivo que diera el pistoletazo de salida a una Palestina independiente.
El acuerdo fracasó por las presiones que recibió la parte palestina de terceros países, a los que interesaba un conflicto enquistado en Oriente Medio si no se podía obtener la rendición total de Israel.
Unos meses después, en septiembre de 2000, estallaba en Palestina la Segunda Intifada, durante la cual se produjo el triste asedio a la Basílica de la Natividad de Belén.
Hasta 2005, los territorios palestinos e Israel vivieron años de ira y violencia con atentados suicidas y ataques terroristas casi diarios.
Israel respondió con la Operación Escudo Defensivo que terminó por erradicar las estructuras terroristas. Además, Israel construyó en Cisjordania un muro de seguridad para evitar la infiltración de terroristas.
Asimismo, las fuerzas israelíes se retiraron de Gaza y entregaron su control a la Autoridad Nacional Palestina. Pronto, el grupo terrorista Hamás (islamistas), gran rival de la organización de Arafat, la hegemónica Al Fatah (socialista), se hizo con el control de la franja hasta el día de hoy.
Tras esa gran, pero amarga, victoria. Israel inició una etapa de incertidumbre. Yasir Arafat murió en 2004, la Autoridad Nacional Palestina acabó deslegitimada y Al Fatah había perdido su hegemonía con la fuerte irrupción de Hamás.
Los principales enemigos de Israel parecían neutralizados, pero la actividad de Hamás y el otro gran grupo terrorista activo en Gaza, Yihad Islámica, no dejaba de crecer patrocinados por Irán. El conflicto estaba más enquistado que nunca y las acciones de Israel dejaron de ser tan contundentes.
Segunda Guerra del Líbano
La Segunda Guerra del Líbano, en 2006, acabó por mediación de la ONU sin que Israel alcanzara su objetivo de desmantelar Hezbolá. El grupo terrorista chií libanés lo celebró como un triunfo. Israel salió de la guerra con un compromiso de seguridad, pero con una sensación amarga.
En Gaza, el grupo terrorista Hamás inició su estrategia de ataques indiscriminados contra objetivos israelíes.
En junio 2006 las fuerzas de Israel realizaron una primera incursión terrestre para detener los lanzamientos. Fue la operación Lluvia de verano. En esa operación se documentaron por primera vez los túneles excavados por Hamás para esconder armas y establecer sus bases.
En noviembre de 2006, un nuevo ataque con cohetes propició una nueva operación terrestre israelí en Gaza, la operación Nubes de Otoño.
Antes de la presente guerra en Gaza, Israel lanzó otra serie de operaciones sobre la franja –la operación Pilar Defensivo de 2012 y la operación Margen Protector de 2014–, y otra contra Hezbolá en Líbano, la operación Escudo del Norte.
En 2018 y 2019 hubo nuevos intercambios de lanzamientos de cohetes y artillería, hasta que en 2021, 2022 y mayo de 2023 se produjeron nuevas operaciones israelíes en Gaza: la operación Guardián de las Murallas, la operación Amanecer y la operación Escudo y Flecha.
Todas acabaron con pírricas victorias israelíes que no eliminaron las amenazas de Hamás, Yihad y Hezbolá.
Desde entonces, las tres organizaciones han recibido financiación, armas y entrenamiento de sus aliados iraníes hasta el 7 de octubre de 2023, cuando los terroristas de Hamás lanzaron su criminal ataque contra el sur de Israel que se saldó con 1.400 israelíes muertos y desató la actual operación Espada de Hierro en Gaza.