Ucrania aterriza en la cruda realidad y cae en el pesimismo por el futuro inmediato de la guerra
Las fuerzas ucranianas se quedan sin bazas ante la llegada de un inverno que certifica el fin sin resultados de su contraofensiva
Estados Unidos quiere disipar los fantasmas de un hipotético abandono de Ucrania a su suerte. La inesperada guerra entre Israel y Hamás en Gaza desvió el foco internacional situado sobre Ucrania y lo puso sobre Oriente Medio.
El mismo presidente ucraniano Volodimir Zelenski reconoció recientemente que munición de artillería destinada a las fuerzas de Kiev acabó en Israel para apoyar en la lucha contra Hamás.
La sensación entre la población y las fuerzas ucranianas es de desánimo: en medio de los problemas que han impedido una victoria decisiva en la actual contraofensiva, Ucrania ve cómo se enfría el apoyo internacional a su causa cuando se avecina el invierno.
El secretario de Defensa e Estados Unidos, Lloyd Austin, ha querido dar un espaldarazo a las fuerzas armadas ucranianas y se ha desplazado a Kiev, donde aseguró que seguirá apoyando a Ucrania en su lucha contra la ocupación Rusia.
La presencia de Austin en la capital ucraniana es también un mensaje interno en Estados Unidos, donde la oposición republicana en el Congreso ha puesto palos en la rueda de la maquinaria de ayuda militar a Ucrania, y donde la posible victoria de Donald Trump en las presidenciales de 2024 pondría en entredicho la actual postura respecto a la guerra.
Poner los pies en tierra
Lo cierto es que Ucrania ha llegado al punto temido desde hace tiempo en que sus aliados occidentales han comenzado a notar la fatiga de casi dos años de guerra.
Los combates están bloqueados. La línea de frente permanece prácticamente inmóvil desde al menos octubre de 2022. El fracaso de la contraofensiva ucraniana podría ser la puntilla.
The Guardian informó en una crónica desde Kiev de que el pesimismo se está extendiendo por la cúpula de las fuerzas armadas, pero también entre los combatientes y entre la población ucraniana.
Con la llegada del invierno, se disipa la perspectiva de una victoria decisiva antes de 2024. El pasado verano altos funcionarios del Ejército incluso fantaseaban eufóricos con la posibilidad de conquistar Crimea antes de fin de año.
La percepción es de que la contraofensiva ha sido un fracaso que ha costado miles de vidas de soldados ucranianos y malgastar el material de guerra entregado por la OTAN.
Para desencallar la situación, el exministro de Infraestructura, Volodimir Omelyan, en declaraciones a The Guardian, cree que sería necesario enviar otros cientos de miles de soldados ucranianos para reconquistar Crimea y el Dombás, además de contar con más unidades de carros de combate y una gran cantidad de aviones de combate F-16.
«Pero no creo que 500.000 personas más estén dispuestas a morir, ni tampoco veo que Occidente esté por la labor de enviarnos el tipo de armas que necesitamos en las cantidades que necesitamos», aseguró.
La baza de Jersón
Ucrania, mientras tanto, trata de dar un último golpe de mano antes de que el recrudecimiento del invierno haga imposible todo avance.
Al igual que hace un año, el punto más prometedor del frente para ello es la región de Jersón. Allí, el desbordamiento del río Dniéper tras la rotura de la presa Nova Kajovka arrasó las defensas rusas, los campos de mina y las líneas de trincheras.
La orilla este del río, donde se encuentran las tropas rusas, ha quedado arrasada y las fuerzas de ocupación tienen grandes momentos para defender el territorio.
Ucrania tampoco lo tiene fácil cruzar y, por el momento, se ha limitado a realizar algunas incursiones. Sin embargo, informa The Times que las tropas ucranianas han logrado ampliar su presencia en las orillas ocupadas por Rusia y podrían estar ultimando un fuerte empuje que forzaría a un importante retroceso a las tropas del Kremlin.
Si la operación es un éxito, no hay duda de que sería una buena inyección de moral para las fuerzas y la población ucranianas, mientras que las tropas del Kremlin recibirían un duro golpe en pleno invierno.
La portavoz del Ejército ucraniano, Natalia Gumenyuk, señaló en declaraciones realizadas a la prensa, y recogidas por The Times, que «las cifras preliminares hablan de entre tres y ocho kilómetros (de territorio controlado por Ucrania), dependiendo de las características específicas: a geografía, el estado del margen izquierdo del río».
Aviones F-16
El posible asalto a la orilla izquierda del Dniéper no es el único clavo ardiendo al que se agarra Ucrania.
En declaraciones a Ukrinform, el portavoz de la fuerza aérea ucraniana, Yuriy Ignat, aseguró que los F-16 «cambiarán el curso de la guerra, y lo cambiarán muy seriamente».
«Utilizando sistemas aéreos como el F-16 podremos hacer retroceder a los aviones rusos y cubrir a nuestras tropas terrestres desde el aire», añadió.
Sin embargo, numerosos expertos se han apresurado a afirmar que los F-16 serán un importante espaldarazo a Ucrania, pero que por ellos mismos no cambiarán el signo de la guerra.
El ministro estonio de Defensa, Hanno Pevkur, sin ir más lejos, advirtió que los F-16 no cambiarán el curso de la guerra y que lo más inteligente que podría hacer Ucrania es asegurarse que cuente con un suministro constante y masivo de munición de artillería, en especial, misiles de largo alcance.