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Geert Wilders celebra su victoria electoral en Países BajosEFE

Geert Wilders: el terremoto de pelo platino que aspira a construir unos Países Bajos sin la UE ni inmigrantes

El líder de derechas ganó ampliamente las elecciones en Países Bajos, pero tiene difícil formar gobierno

Sus enemigos lo consideran un político peligroso por sus posturas contrarias al islam, a la inmigración y a la Unión Europea. Él, en cambio, mantiene con orgullo y sin complejos sus posiciones ideológicas y se define como un defensor de la libertad.

Geert Wilders, líder del derechista Partido de la Libertad (PVV), ha logrado un incontestable triunfo anoche en las elecciones en los Países Bajos al obtener 35 escaños.

Sin embargo, el resultado es insuficiente para lograr formar gobierno. Necesita alcanzar un pacto con otras fuerzas políticas, pacto que parece imposible ante la unanimidad de los demás partidos a la hora de impedir su acceso al gobierno.

En su primera reacción al conocerse el resultado, Wilders obvió esa realidad: «El PVV ya no puede ser ignorado. Gobernaremos».

Con su pelo rubio platino y sus formas educadas, lejos de los histrionismos de Donald Trump, con el que se le ha comparado, Wilders escapa de la etiqueta de conservador para definirse como liberal. Siempre rechazó todo vínculo identitario con la extrema derecha o el fascismo.

Entre sus propuestas más polémicas están la salida de los Países bajos del euro y la Unión Europea, para lo cual propone un referéndum –el conocido como Nexit– y el envío de solicitantes de asilo musulmanes a países árabes ricos como Kuwait, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí.

De madre de origen indonesio y casado con una mujer húngara de raíces judías, Wilders nació en la localidad de Venlo, cerca de la frontera alemana, en 1963 en una familia católica.

Sus primeros pasos en política los dio en el demócrata-cristiano Partido Popular, pero en 2004 abandonó su militancia para fundar el Partido de la Libertad, donde dio rienda suela a sus posturas contrarias al islam y a la inmigración.

Estas dos cuestiones, junto a sus posturas euroescépticas, son centrales en su mensaje político. La postura contraria al islam en Europa, y en particular al islam político, se radicalizó a raíz del asesinato, por parte de un islamista vinculado a Al Qaeda, del cineasta holandés Theo van Gogh en 2004.

Van Gogh había filmado un documental, Fitna, junto a la activista somalí ex musulmana Ayaan Hirsi Ali, sobre el Corán que fue condenado por las comunidades musulmanas por blasfemo.

El asesinato del cineasta causó un terremoto político en los Países Bajos, y fue la chispa que prendió la mecha de la crítica a las comunidades islámica en Europa que se niegan a integrarse en las sociedades de acogida y que mantienen posiciones radicales islamistas.

Wilders tomó así el testigo de Pim Fortuny, político con el que había compartido militancia en el Partido Popular –que abandonó para crear su propia lista electoral– y que había mantenido una postura abiertamente contraria al aumento de la influencia del islam en la sociedad holandesa. Fortuny murió tiroteado en 2002 a manos de un militante animalista.

Geert Wilders, al mismo tiempo, es un ferviente defensor del Estado de Israel y de su lucha contra el terrorismo palestino.

Su cercanía a Israel comenzó cuando tenía 18 años y realizó un viaje a Tierra Santa. Allí vivió durante 2 años en un kibutz, donde creo lazos con el pueblo judío que todavía perduran fuertes hoy.

El ganador de las elecciones holandesas vive con protección policial las 24 horas desde hace años, cuando fue amenazado por grupos yihadistas por sus posturas respecto al islam.

La muerte de Fortuny y de Van Gogh llevó a la policía a tomarse muy en serio las amenazas contra Wilders, cuya figura ha generado un odio irracional tanto en las comunidades islámicas como en los grupos izquierdistas del país.

Según la BBC, siempre va acompañado de seis guardaespaldas y su casa está catalogada como de máxima seguridad del Estado. Se desplaza en un vehículo blindado y siempre sale de su casa con chaleco antibalas.

Su postura contraria al islam incluye la prohibición de las mezquitas y las escuelas coránicas en los Países Bajos. También propuso prohibir el Corán, al que comparó con el Mein Kampf de Hitler, y el uso del velo islámico por parte de las mujeres musulmanas.

Wilders, que llegó a convocar un concurso de caricaturas de Mahoma como respuesta al atentado contra el semanario humorístico francés Charlie Hebdo en 2015, aseguró que «el islam y la libertad son conceptos incompatibles» y que el islam es «una cultura y una ideología atrasadas».

Denunció que existe una perjudicial corrección política en los Países Bajos respecto a la inmigración islámica e, incluso, llegó a llamar «escoria» a los marroquíes. En 2020 fue condenado por sus comentarios contra la población marroquí.

En su programa electoral no ahorra críticas a la inmigración: «Los solicitantes de asilo disfrutan de deliciosos buffets gratuitos en cruceros de lujo, mientras las familias holandesas tienen que recortar sus gastos en comida. La atención sanitaria, que se ha vuelto inasequible para muchos holandeses, se proporciona de forma gratuita a los solicitantes de asilo».

También propone que los refugiados sean acogidos en otros países árabes, «países ricos como Kuwait, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí».

Con todo, en la recta final de la contienda electoral moderó su mensaje respecto a la inmigración y el islam: «Tenemos problemas más graves que contrarrestar la ola de demandantes de asilo e inmigrantes», declaró en un debate recogido por Afp.

Afirmó que si llega al gobierno se centrará en «la seguridad y la sanidad» así como en limitar la inmigración, pero reconociendo que a los holandeses les preocupa más «el dinero que les queda en la cartera».