Fundado en 1910

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se reúne con soldados en GazaAFP

Aumenta la presión sobre un Netanyahu ansioso por retomar la guerra para que alargue la tregua en Gaza

Israel ha defendido que el alto el fuego es susceptible de extenderse como máximo hasta diez días, siempre y cuando Hamás siga liberando a al menos a diez rehenes israelíes por día

Los sonidos de bombas y explosiones, los inconfundibles zumbidos de los drones y la violencia de los combates han cesado en la Franja de Gaza. Los palestinos han podido volver a su vida, durante seis días. El pasado 7 de octubre, se paró el tiempo para los israelíes y los palestinos que, tras la masacre de Hamás contra el país hebreo, se vieron inmersos en una guerra, que desde el pasado 27 de octubre supuso la invasión de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) del enclave palestino.

Este miércoles, sin embargo, la prórroga del alto el fuego pactado entre Hamás e Israel, mediada por Qatar y Estados Unidos, llega a su fin. Ambas partes acordaron una extensión de 48 horas –adicional a los cuatro días previamente pactados– a cambio de la liberación de otros 20 rehenes israelíes y 60 prisioneros palestinos. El tiempo arrecia y los mediadores internacionales presionan al Gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para extender, nuevamente, el cese de hostilidades.

El jefe de la CIA, William Burns, y el director del Mossad, David Barnea, han vuelto a trasladarse hasta Doha para reunirse con una delegación qatarí y presionar a Hamás para que acepte negociar la liberación de los hombres que se encuentran entre los rehenes. Hasta ahora, la milicia islamista solo ha puesto en libertad a menores o mujeres. A excepción de un joven, de 25 años, ruso-israelí, que fue liberado por intervención directa del propio presidente ruso, Vladimir Putin.

Israel ha defendido que la tregua es susceptible de extenderse como máximo hasta diez días, siempre y cuando Hamás siga liberando a al menos a diez rehenes israelíes por día. Sin embargo, esta anómala calma tensa en pleno conflicto tiene fecha de caducidad. Netanyahu ha defendido que el Ejército israelí continuará con su ofensiva en Gaza «hasta la victoria». Una advertencia que repitió desde el propio enclave palestino, el pasado domingo, donde, frente a los soldados allí desplegados, dejó claro que tienes tres objetivos: «Eliminar a Hamás, devolver a todos nuestros rehenes y garantizar que Gaza no vuelva a convertirse en una amenaza para el Estado de Israel».

Estados Unidos, aliado clave del Estado judío, es consciente de que una vez se termine el alto el fuego, Israel reanudará su ofensiva contra Hamás y empleará toda su maquinaria militar que resultará, nuevamente, en el sufrimiento de los 2,3 millones de gazatíes que se hacinan en el enclave. Por ello, Washington ha advertido a Tel Aviv de que su campaña en Gaza no podrá seguir con la misma intensidad que hasta ahora, apunta The Washington Post.

Un alto funcionario, bajo condición de anonimato, declaró al diario estadounidense que «es extremadamente importante» que la ofensiva que Israel ha anunciado en el sur del enclave palestino, después de la tregua, debe «realizarse de una manera que no implique el desplazamiento significativo de personas». Para conseguir convencer a un obstinado Netanyahu, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, realizará una nueva gira por Oriente Próximo, con parada obligada en Tel Aviv. El diplomático estadounidense desplegará todas sus armas para intentar mantener el flujo de asistencia humanitaria hacia Gaza, asegurar la liberación de más rehenes y enfatizar la necesidad del establecimiento de un Estado palestino.

El Ejecutivo israelí, y Netaynahu en particular, se enfrenta ahora a una disyuntiva ante la creciente presión internacional y de su propia coalición. Mientras que sus aliados le instan reducir la ofensiva, los partidos ultraortodoxos de la coalición presionan por todo lo contrario. El siguiente paso de las FDI en Gaza sería atacar Jan Yunis, ciudad situada en el suroeste, donde Israel cree que tiene su base el líder de Hamás, Yahya Sinwar, cerebro de la masacre del 7 de octubre. A Bibi –apodo con el que se refieren al primer ministro israelí– se le agota el tiempo para decidir entre Estados Unidos o la supervivencia de su propia coalición.