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Gonzalo Rosillo Odriozola

Francia se erige como uno de los principales aliados de Armenia

Este apoyo se ha materializado en los últimos meses con la firma de acuerdos para la compra de sistemas de defensa aérea Mistral y radares Ground Master 200

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro armenio, Nikol PashiniánTwitter

La pasividad de Rusia ante la ocupación azerí de la conflictiva región de Nagorno Karabaj ha empujado al Gobierno armenio a reconfigurar sus alianzas militares, encontrando en Francia un apoyo clave.

Desde el colapso de la Unión Soviética se han sucedido las disputas entre Ereván y Bakú por la soberanía del territorio de la autoproclamada república de Artsaj. Sin embargo, la operación militar azerí del pasado septiembre parece haber puesto el punto final a la historia de este Estado enclavado en Azerbaiyán que nunca contó con excesivo reconocimiento, ni siquiera el de Armenia, su principal valedor. Como resultado de la ocupación, más de 100.000 personas de origen armenio que habitaban la región se vieron obligadas al éxodo buscando la protección y asistencia del Gobierno de Ereván.

El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, no ha ocultado su descontento por la inacción de sus aliados de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), sobre todo la mostrada por Rusia, quien históricamente había sido el principal garante de la seguridad de Armenia. A modo de protesta, Pashinián declinó asistir a la última cumbre de la alianza, algo que desde Moscú se interpretó como una nueva maniobra orquestada por Occidente. La realidad es que la guerra en Ucrania consume gran parte de los esfuerzos y recursos rusos, lo que deja a Armenia en una posición extremadamente vulnerable pues, en palabras del propio Pashinián, «la arquitectura de seguridad de Armenia estaba vinculada a Rusia en un 99,99 %, incluso en lo relativo a la adquisición de armas y municiones».

Además, desde Ereván muestran inquietud ante una posible invasión azerí del corredor de Zangezur, que separa el enclave de Najichevan del resto de Azerbaiyán. Es por ello por lo que, desde la ocupación de Nagorno Karabaj, el Gobierno armenio está buscando nuevos aliados que puedan llenar el vacío dejado por Rusia, una llamada a la que Francia no ha tardado en dar respuesta.

París ha mostrado en repetidas ocasiones su compromiso con la seguridad de Armenia y de los refugiados de Nagorno Karabaj. Lejos de ser una promesa vacía, este apoyo se ha materializado en los últimos meses con la firma de acuerdos para la compra de sistemas de defensa aérea Mistral y radares Ground Master 200, así como con la formación y asesoría a cargo de un oficial militar francés. De hecho, según una encuesta publicada este mes por Gallup, el 41 % de armenios ya consideran a Francia como el principal aliado militar y político de su país, el doble que el dato registrado en junio.

El presidente azerí, Ilham Aliyev, ha criticado duramente la postura adoptada por Francia, a la que califica de «antiazerbaiyana» y que, según él, obstaculiza la resolución del conflicto. Si bien por su parte el Gobierno de Emmanuel Macron asegura estar dispuesto a favorecer el diálogo entre las partes e incluso a presentar iniciativas para resolver la situación, es innegable que la defensa de los intereses armenios ocupa un lugar prioritario en la agenda francesa.

La influencia de la importante diáspora armenia en la política francesa es palpable sobre todo en el Parlamento francés, que en 2020 se unió a la exigua lista de instituciones que reconocían a la extinta república de Artsaj.

Pero, sobre todo, la implicación tan activa de Francia en este conflicto parece estar guiada por uno de los principales objetivos de la política exterior de Macron: restaurar su reputación política tras los reveses sufridos en el África subsahariana, principalmente en Mali, Chad y Níger. Macron no pretende desaprovechar la oportunidad de aumentar su influencia en el Cáucaso y anotarse el tanto de arrinconar a Rusia.