Historia de una decepción: Italia se retira de la Ruta de la Seda liderada por China
Italia se embarcó en el proyecto chino, de la mano de un Gobierno dominado por la izquierda con aversión a la OTAN, a la UE y a EE.UU.. Meloni ha cambiado sustancialmente toda esta orientación
Italia pone punto final a la Nueva Ruta de la Seda, ese gran proyecto chino de infraestructuras que, según Roma, no ha tenido efectos positivos para su país y ha sido, más bien una historia decepcionante. El gobierno italiana comunicó la semana pasada a los dirigentes de Pekín en una nota diplomática que Italia no prolongaría su cooperación en este proyecto multinacional más allá del final del periodo de cinco años inicialmente acordado.
Italia decidió unirse a la Nueva Ruta de la Seda en marzo de 2019 bajo el, entonces, Gobierno de coalición del populista Movimiento Cinco Estrellas, de izquierdas, y la Lega, nacionalista de derechas, liderado por el primer ministro Giuseppe Conte. Lo hizo durante la visita de Xi Jinping a Roma.
Ahora Antonio Tajani, del partido democristiano Forza Italia, ha declarado este miércoles, en un acto en la capital italiana, que se retiran: «Hemos visto que la Nueva Ruta de la Seda no ha tenido los efectos esperados», subrayando también que esta decisión no debía verse «como un acto negativo hacia China» y que no «lastraría las excelentes relaciones políticas y comerciales» con el gigante asiático.
Pero lo cierto es que las esperanzas de Roma de adquirir grandes inversiones chinas en Italia, como la ampliación de los puertos de Trieste y Génova, o el impulso de las exportaciones de productos italianos a China no se han hecho realidad. Unirse al proyecto de Pekín «no ha tenido los resultados deseados» mientras que otros países que no formaban de la red «sí han logrado mejores resultados», argumentaba Tajani.
Cuando Italia se embarcó en el proyecto, con el gobierno de coalición de populista, hace casi cinco años, se albergaba mucho entusiasmo por China, sobre todo entre la izquierda del Movimiento Cinco Estrellas, cuyo «material genético – político» incluía aversión a la OTAN, a la UE y, no digamos, a Estados Unidos. En la derecha, algunos de la Lega, como su líder Matteo Salvini, también coqueteaban con una «orientación alternativa», aunque con la mirada puesta más en Moscú que en Pekín. Meloni ha cambiado sustancialmente toda esta orientación.
La salida oficial de Italia de la Ruta de la Seda o Iniciativa BRI (Belt and Road Initiative) era esperable, hasta cierto punto porque durante la campaña para las últimas elecciones italianas, en el verano de 2022, Meloni (que no engaña a sus votantes) tildó de «error» la adhesión del país a esta Nueva Ruta de la Seda. Más tarde, el pasado mes de noviembre, su ministro de Defensa, Guido Crosetto, calificó de «improbable» la renovación del acuerdo entre Italia y China, que expiraría en 2023. El 21 de abril de 2023, Meloni, ya en su calidad de nueva primera ministra italiana, confirmó que Italia abandonaría la Iniciativa BRI.
El proceso se ha ido extinguiendo hasta la reciente Cumbre del G20, en Nueva Deli, donde Meloni, ha anunciado abiertamente la salida de Italia de esta iniciativa a la que su país se había sumado desde marzo de 2019.
Según las fuentes del gobierno italiano, la integración económica entre los dos países no ha avanzado de un modo considerable ni por la parte del comercio ni por lo que respecta a la inversión. Las exportaciones de Italia a China apenas han subido ligeramente, de 14.500 millones a 18.500 millones de euros a finales de 2022. De hecho, Italia presenta hoy en día un déficit comercial bilateral mucho más acusado con China.
Es cierto que se ha producido una ralentización general en las inversiones chinas en Europa y en todo el mundo, pero la caída ha sido mucho más pronunciada en Italia. De hecho, las inversiones de China en Europa se han seguido concentrando de sobremanera en Alemania, Francia y los países del Benelux, todos ellos ajenos a la Iniciativa BRI y destinos principales de la IED china en la Unión Europea.
Las posibles represalias de China
La pregunta que subyace al anuncio es cuáles serán las consecuencias de una decisión sin precedentes como esta, ya que ningún otro país asociado a la Iniciativa BRI había optado antes por retirarse de manera oficial. Aparte de afirmaciones sueltas en el sentido de que esta salida implica que «las empresas y los ciudadanos italianos que trabajan con China pagarán caras las consecuencias si Roma abandona el programa», las lecciones que se pueden extraer de las experiencias anteriores de deterioro de las relaciones bilaterales entre China y los países occidentales no son nada halagüeñas.
Las represalias de China contra Lituania son un buen ejemplo, ya que, pese a que se trata de una economía pequeña, es un país miembro de la UE, pero el bloqueo de China a las importaciones procedentes de Lituania fue tan drástico que llegó a extenderse a importaciones de Alemania que incluían productos lituanos. Otros casos que podrían ser más reveladores son las represalias chinas contra Canadá (que forma parte del G7 al igual que Italia), o se puede aprender de su reacción frente a Australia, centrada básicamente en una paralización de las importaciones.
Algunos observadores consideran que, para Pekín, abandonar la Iniciativa BRI supone cruzar una línea roja, pero el anuncio de Meloni en Nueva Deli no parece haber provocado, en principio, una respuesta agresiva por parte de China.