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Javier Milei Casa Rosada

Javier Milei saluda a los ciudadanos argentinos desde el balcón de la Casa RosadaEFE

Estas son las ideas de Huerta de Soto, el gurú español que inspira el proyecto de Milei para Argentina

El economista y catedrático español, Jesús Huerta de Soto, ha inspirado muchas de las propuestas del presidente Javier Milei para Argentina

El flamante nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, sorprendió durante la campaña electoral, además de por su histriónico estilo de comunicación, por sus heterodoxas propuestas para la economía del país.

Reducción radical de la administración pública hasta dejar al Estado en los huesos, desregular la economía, incentivar la iniciativa privada, recorte de prestaciones, eliminación del Banco Central y dolarizar la economía.

Propuestas definidas por sus rivales como radicales, pero que él defiende como coherentes con su filosofía anarcocapitalista y libertaria.

Pero, ¿de dónde surgieron esas iniciativas? Para dar respuesta a la pregunta es necesario recurrir al pensamiento del que Milei considera su gurú, el economista español Jesús Huerta de Soto.

Huerta de Soto, a su vez, define a Milei como su «discípulo». Ambos no ocultan en público su admiración por el otro.

El catedrático de Economía Política de la Universidad Rey Juan Carlos, y moderno pope de la Escuela Austríaca –cuna filosófica del liberalismo moderno como respuesta a la regresión intervencionista de los Estados a lo largo de los siglos XIX y XX– felicitó a Milei por su triunfo con un «en nombre propio y en el resto de los libertarios y anarcocapitalistas españoles queremos transmitirte nuestra más entusiasta enhorabuena».

«Hoy es un día histórico para la libertad, solo comparable con la caída del Muro de Berlín y del comunismo». «Por primera vez en la historia, un anarcocapitalista se hace con la presidencia de un país tan importante como Argentina».

Para conocer el pensamiento de Huerta de Soto, basta con asomarse a los Cuadernos para el Avance de la Libertad que él mismo edita y, en concreto, a los números 6 y 12.

La Nación

Las teorías anarcocapitalistas y libertarias de Huerta de Soto dan un revolcón al concepto de nación.

Reconoce que los pensadores liberales experimentan un desconcierto ante el nacionalismo y las naciones. «Por un lado, se reconoce que el nacionalismo ha jugado un saludable papel protagonista, propiciando la caída de los regímenes comunistas (…) y oponiéndose en muchas ocasiones históricas al estatismo intervencionista y centralizador».

Los pensadores liberales experimentan un desconcierto ante el nacionalismo y las naciones

Por otro lado, «no deja de reconocerse que el nacionalismo ha tenido, en muchas ocasiones, importantes consecuencias contrarias a la libertad de los seres humanos».

En ese sentido, cita Huerta de Soto los casos del nacional-socialismo alemán, el fascismo italiano, «la tragedia de la guerra que se desarrolló entre las naciones de la antigua Yugoslavia» o, sin necesidad de irse tan lejos, «el atropello a la libertad de elección de muchos ciudadanos que han llevado a cabo los sucesivos gobiernos de Cataluña».

Huerta de Soto define las naciones como «realidades sociales evolutivas, básicamente unidas por una lengua común y otras características históricas o culturales, que surgen de manera espontánea y selectiva, y que constantemente compiten en un 'mercado' mucho más amplio (de ámbito mundial) de naciones».

Además, puntualiza que no puede llegar a saberse «cuál será el destino histórico de cada nación, ni mucho menos qué naciones concretas habrán de preponderar o subsistir en el futuro».

Para Huerta de Soto, el nacionalismo libertario se rige por cuatro principios esenciales: «el principio de autodeterminación, el principio de completa libertad de comercio entre las naciones, el principio de libertad de emigración e inmigración sometida al derecho, y el principio de la existencia de un sistema monetario internacional único y espontáneo como el patrón oro clásico».

Autodeterminación

Según esos principios, el principio de autodeterminación significa que «cada grupo nacional ha de tener, en todo momento, la posibilidad de decidir libremente en qué Estado político quiere encuadrarse».

Como ejemplo, cita Suiza, donde «distintas naciones han decidido componer un mismo Estado».

En el caso de España dice Huerta de Soto que, de acuerdo a los principios esenciales del nacionalismo libertario, «cabría considerar la existencia de al menos tres grupos nacionales, el castellano, el catalán y el vasco», y cita en una nota a pie de página que Fernando Pessoa consideraba que «en Iberia existen tres naciones distintas, Castilla, Cataluña y la nación galaico-portuguesa, encuadradas en dos Estados diferentes: España y Portugal».

Huerta de Soto explicita que, entre las naciones, debe regir «la completa libertad de comercio entre las mismas».

Libertad para emigrar

Sobre la libertad para emigrar, los principios del nacionalismo libertario suponen que «no ha de implicar, en ningún caso, la rápida concesión de voto político a los emigrantes, con la finalidad de evitar la explotación política por parte de las nacionalidades implicadas en los correspondientes flujos de emigración».

La libertad de emigración nunca es un derecho unilateral y absoluto del inmigrante, sino que siempre presupone el acuerdo voluntario

«Solamente cuando, después de un dilatado período de tiempo, ya se considere que han absorbido plenamente los principios culturales de la sociedad receptora, se podrá considerar la concesión del correspondiente derecho político al voto».

Y añade: «La libertad de emigración nunca es un derecho unilateral y absoluto del inmigrante, sino que siempre presupone el acuerdo voluntario y el contrato, es decir, el acuerdo y aceptación voluntaria por parte de los habitantes del país receptor».

Patrón oro

Otra de las propuestas económicas del nacionalismo libertario es «la necesidad de abolir el nacionalismo monetario en cualquiera de sus formas».

Como alternativa, propone «un sistema monetario internacional (y espontáneo) que no pueda ser manipulado de ninguna manera por los políticos nacionalistas (como es el caso del más puro patrón oro clásico)».

Un sistema monetario internacional que «pueda evitar todo tipo de devaluaciones competitivas y poner un límite al proteccionismo, al populismo y al nacional-socialismo, en un entorno caótico de tipos de cambios flexibles».

Contra el centralismo de Bruselas

Huerta de Soto señala que «en Europa el nacionalismo actúa como una verdadera válvula de escape en contra de las fuerzas socialistas e intervencionistas».

En ese sentido, propone el «modelo del nacionalismo libertario frente al del centralismo de Bruselas en la Unión Europea».

Los socialistas e intervencionistas buscan la creación de un poderoso Estado federal europeo fuertemente centralizado en Bruselas

Recuerda que «los socialistas e intervencionistas» buscan «la creación de un poderoso Estado federal europeo fuertemente centralizado en Bruselas», lo que ha impulsado el Brexit.

Por el contrario, el nacionalismo libertario propone un «modelo de competencia entre naciones que ponga cada vez más cotas y dificultades al centralismo dirigista de Bruselas».

El papel del Estado

En el sistema libertario, el Estado quedaría reducido a lo imprescindible y, en concreto, a «la encarnación jurídica de los principios básicos (…) que hacen posible la cooperación voluntaria y pacífica entre las distintas naciones».

«En el caso de España», apunta, «la Corona y el Estado solamente encontrarán en el futuro su razón de ser si garantizan y aseguran los principios esenciales de la libertad completa de comercio, de empresa y de emigración, dentro de una Comunidad Autónoma y entre unas Comunidades y otras».

Los intervencionistas y socialistas «recurren, prostituyéndola, a la idea de nación para alimentar y justificar sus medidas de coacción».

Según la filosofía libertaria de Huerta de Soto, el Estado es un ente innecesario que se confunde con los imprescindibles servicios y recursos «que hoy, malamente, oferta, casi siempre so pretexto de su carácter público, con carácter exclusivo».

Recursos como escuelas, hospitales, seguridad «pueden producirse con mucha más calidad y de forma más eficiente, barata y conforme con las cambiantes y variadas necesidades de cada persona, a través del orden espontáneo del mercado, la creatividad empresarial y la propiedad privada».

Por el contrario, defiende el modelo del anarcocapitalismo, que «es la representación más pura del orden espontáneo del mercado en el que todos los servicios, incluyendo los de definición del derecho, justicia y orden público, son proporcionados a través de un proceso exclusivamente voluntario de cooperación social».

«El anarcocapitalismo es el único sistema que reconoce plenamente la libre naturaleza creativa del ser humano y su capacidad continua para asumir comportamientos pautados cada vez más morales en un entorno en el que, por definición, nadie puede arrogarse el derecho a ejercer con carácter monopolista ninguna coacción sistemática».

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