Fundado en 1910

El líder palestino Marwan BarghoutiAFP / Musa Al SHAER

Marwan Barghouti, el «Mandela palestino» con mayor predicamento para tiempos de crisis

Hoy es un líder indiscutible en prisión, en la calle y en las encuestas, pero no exento de recelo por parte de la ANP y, por descontado, de Israel

Cada vez que se recrudece el conflicto palestino-israelí o se produce la enésima crisis interna entre facciones palestinas, emerge el nombre de Marwan Barghouti (Cisjordania, 1959). Numerosos palestinos, observadores internacionales, e incluso el pacifismo israelí, lo consideran un líder con capacidad de vertebrar dispares voluntades y afrontar de manera unitaria los enormes desafíos que la causa palestina tiene por delante.

La guerra que libran Israel y Hamás no ha sido excepción y en los análisis sobre eventuales escenarios post-conflicto en Gaza su nombre ha vuelto a resonar como posible opción para gestionar una Franja ya sin el control islamista.

Encarcelado a perpetuidad en Israel desde 2002 por terrorismo, algunos contemplan que podría ser el dirigente capaz de restablecer la maltrecha legitimidad de una anquilosada Autoridad Nacional Palestina (ANP) y bajo su liderazgo, gestionar los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza.

La última encuesta del Centro Palestino para la Investigación de Políticas y Estudios (PCPSR, por sus siglas en inglés) publicada el miércoles reveló que el apoyo al presidente palestino, Mahmud Abás, y de su partido, el nacionalista secular Al-Fatah, decrece significativamente entre los palestinos. Lo mismo sucede con la confianza depositada en la ANP en su conjunto, ya que la demanda para su disolución aumenta a casi el 60 %, el porcentaje más alto jamás registrado por el centro demoscópico.

Ante este panorama y si se celebraran elecciones presidenciales palestinas hoy Barghouti obtendría el 47 % del favor del electorado, seguido por el exprimer ministro de Hamás en Gaza, Ismail Haniya (43 %) –su más directo competidor según todas las tendencias–, mientras que Abás apenas cosecharía el 7 %.

Y es que en plena guerra en Gaza, los pedidos de renuncia de Abás están aumentando a alrededor del 90 % y aún más en Cisjordania. Pero a pesar del menguante apoyo, que lastra también al partido Al-Fatah, la figura palestina más popular sigue siendo Marwan Barghouti (otrora dirigente de esa facción, hoy más independiente), quien todavía es capaz de vencer al candidato de Hamás o a cualquier otro.

Conocido en la región

«Todas las encuestas en Palestina en las últimas décadas reflejan que ganas el voto popular contra cualquier otro posible candidato. ¿Eres el próximo líder palestino?», se preguntaba a inicios de mes el medio The Times of Israel en un artículo dirigido a él titulado Al que puede ser el próximo líder de Palestina.

La Liga Árabe ensalzó en julio pasado «la lucha» de Barghouti como ejemplo para las nuevas generaciones al considerarlo un activo para la causa palestina a nivel mundial.

¿Pero quién es Barghouti?

Nacido en la aldea cisjordana de Kobar hace 64 años, es doctor en Ciencia Política y posee una maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad Palestina de Bir Zeit. Es miembro del Comité Central de Al-Fatah, fue fundador de su división juvenil Shabiba y más recientemente de un partido (Libertad) con la pretensión de atesorar seguidores desencantados con la vieja política palestina o el bipartidismo Hamás versus Al-Fatah.

Lideró los dos alzamientos palestinos (Intifada) contra Israel, el primero como representante estudiantil, tras el que fue deportado a Jordania en 1987 y sólo pudo regresar al territorio palestino en 1993 como parte de los Acuerdos de Oslo. Un año después se hizo con la secretaría general del movimiento de Yaser Arafat en Cisjordania.

Con el nuevo siglo y la Segunda Intifada dirigió el Tanzim, brazo armado de Al-Fatah conocido también como las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, que llevaron a cabo decenas de sangrientos ataques contra blancos israelíes.

Fue detenido hace más de dos décadas en una redada en Cisjordania en momentos en los que Israel llevaba a cabo asesinatos selectivos de líderes y cerebros intelectuales de grupos terroristas, especialmente de Hamás en Gaza.

Analistas se han preguntado por qué Israel en su caso lo detuvo y se ha teorizado largo y tendido que no fue una casualidad. Entre las razones podría figurar que se trató de una puesta en escena ejemplarizante que, con el paso de los años, ha podido jugar en contra de Israel puesto que Barghouti es todo un símbolo palestino.

Fue condenado por la justicia israelí a cinco cadenas perpetuas por planear y estar involucrado en la muerte de cinco personas en varios ataques, y 40 años adicionales de prisión por intento de asesinato y pertenencia a «organización terrorista», en total 140 años de sentencia.

En prisión desde el 15 de abril de 2002, pasó 12 años en confinamiento solitario, 18 años en la cárcel de Nafha, en pleno desierto y más recientemente fue trasladado a la prisión de Ofer, próxima a Ramala. Pero desde la profundidad de la celda siguió desempeñando un papel activo y en 2006 es considerada crucial su intervención para la firma del conocido como «documento de acuerdo nacional de los presos» entre Al-Fatah, Hamás, la Yihad Islámica palestina, y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP) para garantizar la unidad política palestina.

El texto abogaba por establecer un Estado palestino en las fronteras de 1967, que la lucha armada se limitara al territorio ocupado por Israel, que se respetara un acuerdo de alto el fuego mutuo y el derecho a la resistencia conforme a la ley internacional. Todo para permitir la formación de un Ejecutivo palestino de unidad y desbloquear la difícil situación que generó el triunfo electoral de Hamás en las legislativas.

Tras las rejas Barghouti ha tomado parte en varias huelgas de hambre, una de las de mayor escala tuvo lugar en 2017 para exigir mejoras en las condiciones y derechos de los presos.

Su mujer Fadwa, abogada, ha recorrido medio mundo para pedir su liberación. La última campaña internacional en agosto rezaba, «liberad a Marwan Barghouti, el Mandela de Palestina».

Barghouti nunca ha reconocido la legitimidad del tribunal israelí que lo juzgó y no son pocos los seguidores que creen que pese a que su nombre ha sido incluido en exigencias de canjes de prisioneros, sigue detenido por Israel en parte gracias la connivencia de la ANP.

A lo largo de los años se ha consolidado como un líder combativo y por eso tenía serias posibilidades de ganar las elecciones legislativas previstas para 2021, que nunca llegaron a celebrarse. La ANP justificó su aplazamiento en que los palestinos de Jerusalén este no podían participar.

Hoy es un líder indiscutible en prisión, en la calle y en las encuestas, pero no exento de recelo por parte de la ANP y, por descontado, de Israel.

Mala opción para Israel

Desde el punto de vista israelí una eventual liberación de Barghouti resultaría una mala o nefasta opción. Mala como sustituto de Abás, de 88 años, al tratarse de uno de los líderes no islamistas más combativos. Nefasta si se tiene en cuenta el precedente de la liberación en 2011 en un canje de presos por el soldado Guilad Shalit, del líder de Hamás Yahya Sinwar, cerebro del ataque del 7 de octubre.

El digital árabe independiente Elaph informó el martes de la existencia de encuentros secretos entre delegaciones de Israel y Qatar para negociar un nuevo acuerdo con Hamás que incluiría diez presos mayores con largas sentencias en Israel, entre ellos Barghouti.

A dos meses de sufrir el peor ataque terrorista de su historia y en medio de la ofensiva contra Hamás en Gaza, el actual Gobierno de guerra en Israel otorga poco margen a cualquier iniciativa que pase por la excarcelación de Barghouti.

Pero en un hipotético escenario electoral Israel se encontraría ante la tesitura de mantener entre rejas a un «terrorista», pero una suerte de «Mandela» o «Gerry Adams» para los palestinos. En este contexto, sería muy complicado eludir la presión internacional para no abrir la puerta a un proceso político, especialmente en una situación de postguerra en Gaza.

En una declaración publicada la semana pasada por la agencia Quds Press, el propio Barghouti llamó al movimiento Al-Fatah, al «pueblo palestino» y a los servicios de seguridad de la ANP a «levantarse contra la ocupación, enfrentar su agresión, reunirse en torno a la opción de una resistencia integral y activarla en todos los territorios palestinos».

A tenor de ese llamamiento está por ver qué papel busca desempeñar aún tras las rejas el dirigente palestino, que se sabe observado en momentos de enorme volatilidad y busca el favor del pueblo en Cisjordania, Gaza y Jerusalén, que clama contra Israel y aún no ha encontrado a un sustituto del eterno «rais» Yaser Arafat.

No en vano, decoran los muros de Cisjordania grafitis de ambos sempiternos: uno tocado con la tradicional kufiya, el pañolón palestino, y el otro, esposado haciendo con las manos la señal de la victoria, todo un símbolo.

Entretanto, es una incógnita si Barghouti podría llegar a asumir el reto de unir a su pueblo y hacer honor al apodo del «Mandela palestino», o, como todo parece indicar, seguir apostando por la lucha armada sin cuartel contra Israel.