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Antonio Ledezma

Chávez y Castro, lo que todavía les quieren vender a los jóvenes españoles

Resulta insólito que a los jóvenes de España se les pretenda vender como un modelo digno a seguir, «el proyecto del Socialismo del Siglo XXI», concebido por Hugo Chávez y Fidel Castro

Protestas de colectivos feministas a favor del abortoEFE

El pasado lunes 11 de diciembre acudí a un evento en el que los representantes de la Fundación Política Europea, presentó el informe resultado de una investigación adelantada en Irlanda, Hungría, Francia, Polonia y España.

En el texto de dicho análisis se precisa que «entre una publicación y otra, la Fundación se detiene a examinar determinadas cuestiones relevantes que surgen de las encuestas, que merecen una mayor atención y un análisis más pormenorizado, a menudo cualitativo». Se deja claro que la divulgación de esas conclusiones responden al interés de que dicha indagación, efectuada «en profundidad», en este caso en torno a la relación de los jóvenes desfavorecidos con la democracia en cinco países: Irlanda, Hungría, Francia, Polonia y España, contribuyan a disipar riesgos de caer en abismos de pesimismo.

Las investigaciones de la serie «Arquitectos del Progreso» alimentan el debate y ofrecen ideas fundamentadas sobre la mejor forma de buscar un futuro progresista para nuestra juventud.

La primera conclusión del estudio indica que, «en la juventud española, sobre todo en las capas desfavorecidas, parece abrirse una enorme brecha entre el interés abstracto por la política y la participación real. Se ha observado que los jóvenes de España tienden a tener un vivo interés por la política, pero son muy críticos con el funcionamiento del sistema político y muestran muy altos niveles de desconfianza en las instituciones y partidos políticos.

A pesar del elevado interés general por la política, parece registrarse muy poca participación directa y sistemática en actividades que, de hecho, son esenciales para el funcionamiento de las instituciones democráticas, como la afiliación a partidos políticos o la participación en asociaciones de la sociedad civil».

Ante esa significativa conclusión pudiéramos comentar que los jóvenes no es que no prefieran vivir bajo una atmosfera democrática, sino que expresan su inconformidad con la manera y procedimientos que los actores dirigenciales de los partidos asumen las instituciones que se les confían.

Observo que se está dando en España, un «toma y dame», lo que aquí definen como un «rifirrafe» continuado que se proyecta por todos los medios de comunicación y esa estridencia aturde y deja malas señales a los ciudadanos espectadores de esos escandalosos debate en los que resaltan los insultos y los intercambios de acusaciones que conllevan al desprestigio de la casta dirigencial.

Otro elemento a tomar en cuenta es que los jóvenes españoles comparan es a la democracia con la democracia misma, ellos nacieron en esta era, cuya Constitución cumple 45 años de vigencia, por lo tanto, a diferencia de sus abuelos, que vivieron y experimentaron los rigores de la dictadura de Franco, no pueden contrastar ese modelo en el que han nacido y crecido y con el que son, entonces, más exigentes a la hora de reclamar mejores oportunidades de servicios de educación, salud, de empleo y posibilidades de acceder a una vivienda.

También confunden a los jóvenes españoles ver y escuchar a referentes de la democracia española defender, proteger y exaltar regímenes gubernamentales que violentan los principios y valores democráticos.

Es verdad que no faltan las razones para que los jóvenes de España se sientan motivados a exteriorizar sus inquietudes, para mostrarse inconformes con tal o cual política económica, educativa o criticar las fallas de cualquier administración de este país, pero los jóvenes deben tener y estar en cuenta que esas debilidades y errores de un gobierno circunstancial se pueden superar o corregir con más democracia, nunca cayendo en las redes del populismo, como ha sucedido en Cuba, Nicaragua y Venezuela, en donde imperan dictaduras que han dejado a su paso miseria y violaciones de derechos humanos a granel.

Resulta insólito que a los jóvenes de España se les pretenda vender como un modelo digno a seguir, «el proyecto del Socialismo del Siglo XXI», concebido por Hugo Chávez y Fidel Castro, que no son más que ideas anacrónica que solo han dejado a su paso por Hispanoamérica pobreza, desolación y muerte.

A los jóvenes de España los invito a cuidar su democracia, a protegerla de los asaltos de los populistas que apuntan al pecho de cada joven con la idea perversa de vaciarlo de ilusiones por el futuro. Solo me voy a limitar a reseñarles un ejemplo que les permitirá asimilar la dimensión de la catástrofe que arrastra el futuro de los jóvenes venezolanos.

El profesor Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la UCAB, presentó recientemente unas cifras aterradoras que ponen a la vista de todos, los efectos nocivos que engendra el populismo que corroe las bases de las democracias.

Veamos estas conclusiones de la investigación promovida por la prestigiosa Universidad Católica Andrés Bello: «más de 100.000 educadores abandonaron la docencia porque su miserable sueldo no les permite vivir; otros continúan, pero con trabajos para complementar sus ingresos básicos.

El 60 % de los niños tiene sólo dos días de clase a la semana. 44 % de las escuelas están en malas condiciones físicas, 72,2 % no cuenta con servicio de Internet, 48 % carece de servicios sanitarios y 46 % tiene muy lamentables servicios de luz y de agua. Las universidades de financiamiento oficial solo reciben 10 % del presupuesto que necesitan y por ello trabajan a media máquina con docentes en situación económica, también lamentable.

Este cuadro catastrófico desanima la posible vocación educadora de los jóvenes y vacía los pedagógicos y las facultades universitarias de educación. Todo ello golpea fuertemente la calidad educativa. El profesor Calatrava cita un estudio (Secel) de la Escuela de Educación de la UCAB según el cual en 2022 los estudiantes de educación media lograron en promedio 8,11 puntos en habilidad numérica y 8,62 puntos en habilidad verbal, es decir, que el promedio de los jóvenes no llega a la nota mínima aprobatoria de 10 puntos».

En conclusión, es evidente que esos modelos populistas y autoritarios, como los que ultrajan la dignidad humana en Cuba, Rusia, Nicaragua y Venezuela, deben ser espejos solo para mirarse y presagiar lo que le traerían a cada país que incurra en la locura de copiarlos. Sin más comentarios.