Política comunitaria
Bélgica releva a España en la presidencia rotatoria de la Unión Europea con escaso margen de maniobra
El país noreuropeo fue el responsable de acoger la primera reunión del por entonces Consejo de la Comunidad Económica Europea en enero de 1958
Tras unos tormentosos seis meses de presidencia española, y un final para olvidar de Pedro Sánchez en Estrasburgo, Bélgica asumió el pasado 1 de enero la presidencia rotatoria del Consejo Europeo por decimotercera vez durante los próximos seis meses. La última ocasión fue en 2010. Con la configuración actual, un país tarda 13 años en volver a repetir presidencia.
Las circunstancias son aun peores que el verano pasado cuando España asumió el cargo. La guerra de Ucrania continúa sin atisbos de victoria de Kiev tras el reconocido fracaso de la contraofensiva; el apoyo económico y material a la guerra contra Rusia ha vaciado las arcas europeas y limitado gran parte de la capacidad de los ejércitos nacionales; la crisis energética continúa mientras los precios crecen sin control, a la que se suma la crisis económica pese a los intentos de Bruselas de paliar los efectos asegurando cadenas de suministros con terceros países. Por otro lado, el conflicto en Oriente Medio se recrudece sin una posición clara de los Estados miembros y con una España controlada por Sánchez que da bandazos en política internacional y descoloca a sus socios.
Conocedores de los grandes desafíos a los que se enfrenta la Unión Europea, varios líderes han mostrado su ánimo y confianza en que Bélgica dé el empujón definitivo a los puntos pendientes antes de que Hungría tome el relevo en el segundo semestre.
Las dudas entorno a Viktor Orbán al frente de la institución comunitaria tienen que ver con cuestiones ideológicas y no práctica. ¿Por qué? En el Tratado de Lisboa de 2009 se introdujo el principio de los ‘tríos’, es decir, un grupo de tres presidencias trabaja conjuntamente para seleccionar los objetivos a largo plazo y asegurar un marco de trabajo común. El trío actual está compuesto por España. Bélgica y Hungría. En la práctica significa que Budapest tiene las cartas marcadas, por lo que es muy difícil que paralice las máquinas de la UE, tal y como algunos temen.
Esto no quiere decir que no pueda elegir otros caminos para llegar al objetivo, y en eso la diplomacia húngara se ha mostrado especialmente exitosa en los últimos años. Por esta razón, gran parte de los líderes europeos apuestan todo a Bélgica para que avance lo más posible por los caminos que populares, socialistas, la izquierda y los verdes llevan tiempo transitando.
«Buena suerte a la presidencia belga. Estoy deseando su cooperación. Para una democracia europea más sólida y la libertad de Ucrania. Una economía que abrace el cambio y se mantenga competitiva. Y una Europa más grande y audaz en el futuro», dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la red social X.
La presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, señaló que «juntos, debemos conseguir el último sprint legislativo antes de las elecciones europeas y continuar a responder a las prioridades de nuestros ciudadanos» y aseguró que el Parlamento Europeo "trabajará mano a mano para reformar y dar forma a nuestro futuro”.
El presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, saludó también a la nueva presidencia y se mostró convencido de que se puede contar con el «pleno compromiso» del primer ministro belga, Alexander De Croo, «en los próximos e importantes meses».
Retos de la presidencia
Consensuadas las nuevas reglas fiscales y el pacto inmigratorio durante la presidencia española, Bélgica no tiene grandes proyectos legislativos pendientes aunque, como apuntó De Croo en la presentación de su programa, todavía hay 150 expedientes aún sobre la mesa a concluir antes del final de la legislatura actual. Dadas las circunstancias especiales al haber elecciones al final de la presidencia, la última sesión plenaria del Parlamento Europeo está prevista para finales de abril, por lo que tendrá apenas dos o tres meses de trabajo real.
En el campo económico, Bélgica deberá negociar con la Eurocámara el texto definitivo de esas mismas reglas fiscales. Aunque ya no se aceptan enmiendas, no todos los detalles están plasmados en el texto y se quiere evitar que cualquier país pueda postergar los ajustes en su propio beneficio dado que 2024 es un año electoral en varios países.
Asimismo, todavía están en el aire los aspectos técnicos de la ley de inteligencia artificial aprobada hace tres semanas tras 38 horas de negociaciones entre las tres instituciones europeas.
Los seis pilares principales
Bélgica trabajará en torno a seis ideas principales. Primero, defender el Estado de derecho, la democracia y la unidad europea. Ahondará en la transición digital con la excusa de la cohesión entre todos los ciudadanos independientemente de su generación y origen. En paralelo quiere ser un punto de apoyo para todos los países que están pendientes de ser admitidos en la comunidad europea. Michel apuntó a finales de 2023 que lo deseable es incluir a los ocho pendientes más Ucrania para 2030.
Segundo, fortalecer la competitividad europea. Esta política ha sido clara desde la guerra de Ucrania y una de las banderas de la administración Von der Leyen. La Unión Europea se vio entre la espada y la pared tras la invasión de Rusia y la escalada del conflicto global entre China y Estados Unidos. En este sentido, Bélgica quiere seguir potenciando la autonomía estratégica europea, potenciar el mercado interno y seguir consolidando acuerdos comerciales con otras regiones del planeta con el fin de asegurarse el abastecimiento de productos muy deseados como son las tierras y metales necesarios para la transición energética.
Relacionado con lo anterior, el tercero pilar es continuar promoviendo las políticas verdes. Según apunta la presidencia belga, «eventos geopolíticos y climáticos extremos han resaltado la importancia de una inclusiva y acelerada transición energética». Bruselas quiere que el Green Deal sea un ejemplo para el resto del mundo de cara a ser una de las patas del poder blando en su diplomacia. Como puede apreciarse, cualquier excusa es buena para impulsar una transición de la cual los expertos desconfían dados los plazos para llevarla a cabo y la falta de recursos y tecnología en la actualidad.
Cuarto, reforzar los planes sociales. En este punto cabe destacar la intención de promover políticas que faciliten el acceso de todos los ciudadanos a una vivienda digna. No se especifica cuáles serían los pasos a seguir pero ya existen medidas que sirve de ejemplo de lo que no debe hacerse ya que, al menos por el momento, todo intento de intervenir el mercado ha resultado en un alza de los precios y en una escasez de oferta.
Quinto, protección de las fronteras. La presidencia belga quiere cerrar todos los flecos pendientes del nuevo pacto de inmigración y asilo que, en la práctica, supone más inmigración y más vías legales para convertir la inmigración ilegal en legal. En 2023 sorprendieron las declaraciones de la presidenta de la Comisión Ursula Von der Leyen en Lampedusa, junto a la primera ministra Giorgia Meloni, al asegurar que haría todo lo posible para abrir nuevos vías para acceder a Europa.
Si bien el nuevo pacto prevé mayor control, información y colaboración entre los Estados miembros para hacer un mayor seguimiento de todos los que entren en territorio europeo, en ningún momento se mencionan medidas para frenar los flujos inmigratorios. En cambio, Bélgica sí quiere mano dura contra el tráfico organizado por las consecuencias nefastas que genera. El gobierno belga bien lo sabe con un descontrol de los crímenes por todo el país, especialmente en la ciudad portuaria de Amberes y en la capital, Bruselas.
Por último, el sexto pilar es la promoción de una Europa global. Tras estas palabras se esconde el ahondar en la Agenda 2030, en especial en los sectores sanitarios. «La presidencia promoverá el fortalecimiento de los sistemas sanitarios como una base para alcanzar la cobertura sanitaria universal, al mismo tiempo que asegurará el acceso inclusivo a unos servicios sanitarios innovadores, resilientes y de alta calidad», aparece en el documento oficial de presentación de la presidencia. No lo especifica, al igual que ocurre en otros textos, pero la promoción de los sistemas de salud esconde, entre otras prácticas, el aborto.