La familia Almog: golpeados por Hamás y Yihad Islámica, sobrevivieron dos veces al terrorismo palestino
La familia Almog fue una de las más afectadas por el ataque de Hamás del 7 de octubre. Hace 20 años ya habían sufrido un atentado de Yihad Islámica
El 7 de octubre, al comenzar a fluir las noticias sobre las atrocidades cometidas por Hamás en el sur de Israel y también a publicarse los nombres de las comunidades atacadas, de las víctimas asesinadas y de los secuestrados, quedó claro que uno de los peores escenarios del horror era el kibutz Kfar Aza.
Para estupor de todo aquel que conoce la historia del terrorismo en Israel, fue estremecedor enterarse que entre los asesinados y secuestrados en el kibutz Kfar Aza, había miembros de la familia Almog, que hace 20 años perdieron varios miembros en un ataque suicida de la Yihad Islámica.
Jen Goldstein Almog perdió el 7 de octubre a su esposo Nadav y su hija mayor Yam, asesinados por los terroristas, y ella misma, junto a sus otros tres hijos, Agam (17 años), Gal (11 años) y Tal (9años), fueron secuestrados.
Terrorismo suicida
La familia Almog sufrió en octubre del 2003, exactamente 20 años antes de la masacre del 7 de octubre, las consecuencias de uno de los peores atentados terroristas suicidas de la Segunda Intifada, que cobró la vida de 21 personas, familias enteras, y dejó a numerosos heridos.
Uno de los sobrevivientes fue Oran Almog que perdió en el atentado a su padre, su hermano, su primo y sus abuelos. Varios miembros de la familia resultaron heridos y él mismo perdió la vista.
Pero nunca perdió las ganas de vivir y empujar hacia adelante.
En la masacre del 7 de octubre perdió a dos familiares y otros 4 fueron secuestrados. Su prima segunda Jen volvió ya del cautiverio junto a los tres hijos que le quedaron y Almog sostiene que toda la familia les acompañará y apoyará, así como hace dos décadas los acompañaron a él, a su madre y a su familia nuclear cuando estuvieron en medio del horror.
«Nuestra familia ha vivido numerosas tragedias, y si yo pensaba que la peor tragedia de la familia ya había pasado, llegó otra», dice a El Debate.
«Por un lado, sin duda, se mezcla y despierta muchos recuerdos familiares del pasado. Por otro lado, sé que el presente, es el momento en el que nos debemos concentrar, sobre todo en la pérdida de la familia actual: perdieron tanto físicamente, su hogar, el lugar seguro, pero también estuvieron secuestrados. Hay que procesar el duelo de ahora. Paralelamente a todo esto, hay que pensar en el día después y en el regreso a la vida porque eso también llegará».
El padre de Oran, asesinado en una explosión suicida cuando la familia estaba almorzando en el restaurante Maxim de Haifa, era primo hermano de Guiora, el padre de Jen , la cual perdió a su esposo Nadav y su hija Yam el 7 de octubre.
Oran cuenta con alivio que los padres de Jen y también sus suegros se salvaron el día de la masacre ya que estaban en un paseo en el exterior organizado para la gente de edad del kibutz.
Cuenta admirado sobre lo que significa vivir allí. «Jen y Nadav, toda la familia, se quedaron siempre en Kfar Aza, un lugar muy complejo para vivir, inclusive en las épocas más difíciles. En distintos momentos, cuando muchos se marchaban por unos días o semanas de los kibutz atacados por los cohetes, para respirar un poco de aire en otro lado, Jen y su familia rehusaban salir y yo siempre los admiré por eso».
Sostiene que «la complejidad no era solamente en momentos de rondas de ataques sino también en tiempos de calma» ya que «siempre se sabía que en algún momento volverán a atacar».
Considera que con gente así es que «se fija nuestro derecho a vivir en nuestro país» y recalca que «la capacidad de poder realizar una vida así sabiendo que el enemigo no está lejos de ti, es realmente increíble».
Es ineludible preguntar a Oran Almog cuáles son las lecciones de su propia experiencia con el terrorismo, que sería bueno compartir con Jen y sus hijos.
Oran considera importante decir algo al mundo, que él siente que no entiende debidamente lo que ha ocurrido.
«Yo sé que la vida es a veces compleja. Pero hay casos muy claros en cuanto a quiénes son los buenos y quiénes los malos. Acá no hay dudas. Una persona promedio en el mundo, al levantarse por la mañana, debe formularse la pregunta: cuando observo a Irán, Hamás, Al Qaeda, los talibanes..., ¿estoy de su lado?".
«O cuando observo a Estados Unidos e Israel, sé que esa es la vida liberal, buena, que quieren vivir también en Europa occidental, gente que quiere levantarse por la mañana e ir a trabajar y volver a su familia, por la noche sentarse y tomar una cerveza con los amigos… La gente se tiene que preguntar dónde quiere estar, a quién se sienten más cercanos. ¿A Israel o a Irán y Hamás? No se puede mantener una vida verdadera en un mundo occidental e ilustrado, no se puede ser liberal y apoyar a Hamás».