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Familiares de rehenes israelíes asaltan el Parlamento en plena sesión para exigir un nuevo acuerdo con Hamás

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se resiste a aceptar un alto el fuego en la Franja que facilite la liberación de los cautivos

Israel ha vuelto a rechazar la enésima propuesta de alto el fuego en la Franja de Gaza y, por tanto, ha acabado con las esperanzas de que los rehenes, en manos de Hamás desde el pasado 7 de octubre, pudieran ser liberados en un nuevo intercambio por prisioneros palestinos. Los familiares de los cautivos, que han pedido en incontables ocasiones al Gobierno de Benjamin Netanyahu que llegue a un acuerdo con la milicia islamista, han irrumpido, en plena sesión de la Knéset –Parlamento israelí–para exigir a los legisladores que hagan «más» para liberar a sus seres queridos.

A modo de medida presión, ayer estos mismos familiares convocaron una acampada frente a la casa del primer ministro israelí, en Jerusalén. El lema de los allí acampados es claro, no se moverán «hasta que [el Gobierno de Israel] acceda a un acuerdo». Esta manifestación, según apuntan los medios israelíes, se organizó de forma espontánea tras haberse hecho público un nuevo plan árabe para poner fin a la guerra en Gaza y traer de vuelta a todos los rehenes.

La última propuesta, que finalmente rechazó el país hebreo, planteaba que Arabia Saudí estaría dispuesto a establecer relaciones diplomáticas con Israel –proceso que se cerró abruptamente al estallar el conflicto– a cambio de que este último reconociera un Estado palestino. Nada y menos duró la esperanza. Benjamin Netanyahu rechazó rápidamente este escenario.

«Israel tiene que mantener el control de seguridad sobre todo el territorio al oeste del valle del Jordán», zanjó, la semana pasada, el primer ministro israelí. Una postura que, a pesar de la presión de los familiares y la sociedad israelí, ha vuelto a defender. Netanyahu ha insistido, en un vídeo colgado en sus redes sociales que, Israel logrará una «victoria total», después de lo cual «no habrá ninguna entidad en Gaza que financie el terrorismo, eduque para el terrorismo o envíe nuestro terror».

Durante su declaración, Netanyahu aseguró que el Estado judío no aceptará las demandas de Hamás de «rendirse» a cambio de liberar a los 136 rehenes que se cree aún mantienen cautivos en el enclave palestino, aunque se desconoce cuántos habrían muerto. «Hasta ahora, hemos traído a casa a 110 rehenes y estamos comprometidos a traerlos de regreso a todos», afirmó el mandatario israelí. «Estoy trabajando en esto las veinticuatro horas del día. Pero que quede claro: rechazo rotundamente los términos de rendición de los monstruos de Hamás». Estas palabras, sin embargo, lejos de calmar los ánimos, han contribuido a caldear más el ambiente.

Muchos analistas coinciden en que el primer ministro israelí está empeñado en alargar la guerra en Gaza como forma de mantenerse en el poder, pero Netanyahu se enfrenta a un escenario cada vez más hostil. El diario israelí The Jerusalem Post asegura que el Gobierno de emergencia –creado tras el estallido de la guerra contra Hamás– «está al borde del colapso». Este medio señala que Estados Unidos se estaría «hartando» de las políticas erráticas de Netanyahu. En los más de cien días de conflicto, las diferencias entre Washington y Tel Aviv se han hecho patentes.

El presidente estadounidense, Joe Biden, criticó los «bombardeos indiscriminados» de Israel sobre Gaza y aconsejó a Netanyahu un cambio de Gobierno porque, a su parecer, los aliados ultranacionalistas con los que cuenta «no aceptan la solución de los dos Estados». Washington ha pedido a Netanyahu que ponga fin, lo antes posible, a su ofensiva en el enclave palestino y que pase a una fase con ataques más selectivos. Finalmente, la semana pasada el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, anunció que la «fase intensiva» de la ofensiva terrestre en el norte de Gaza había terminado. Sin embargo, los ataques contra el sur –donde se refugian alrededor de 1,7 millones de gazatíes– se han recrudecido.

Este mismo lunes, al menos 40 palestinos han muerto en un bombardeo israelí contra cinco centros de acogida, entre ellos dos colegios, donde se refugiaban casi 30.000 desplazados en Jan Yunis, donde se concentran ahora los combates. Durante los más de tres meses que ya dura el conflicto, han perdido la vida más de 25.000 gazatíes, mientras que 63.000 han resultado heridos, según datos del Ministerio de Salud palestino, en manos de Hamás.