Netanyahu se enfrenta al dilema de destruir a Hamás o liberar a los rehenes
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu – o como es popularmente conocido Bibi– se enfrenta a una opinión pública cada vez más hostil y crítica con sus acciones en la guerra que asola a la Franja de Gaza. La disyuntiva a la que tiene que hacer frente el Ejecutivo israelí es trascendental e incompatible. Bibi debe elegir entre traer de vuelta, y con vida, al mayor número de rehenes posible –se calcula que aún quedan cautivas 136 personas, de las que 20 podrían haber fallecido–, o desmantelar a Hamás.
Tras el ataque terrorista del pasado 7 de octubre, en el que miles de milicianos de la organización islamista palestina consiguieron infiltrarse en el país hebreo por tierra, mar y aire y acabaron con la vida de 1.400 israelíes, la mayoría civiles, y la toma de más de 240 rehenes, Israel se fijó dos objetivos muy claros. El primero, acabar, de una vez por todas, con Hamás en la Franja de Gaza. El segundo, conseguir la liberación de todos los rehenes. Al cumplirse tres meses de guerra, ha quedado demostrado que la ejecución de ambos objetivos es incompatible.
Los familiares de los rehenes israelíes han elevado el tono contra el Gobierno, al que exigen una mayor acción. Cientos han decidido acampar estos días frente a la residencia de Netanyahu, en Jerusalén, para protestar contra la inacción de los políticos y exigir que lleguen a un nuevo acuerdo de alto el fuego con Hamás en Gaza, que permita la liberación de los rehenes israelíes. El lunes, la tensión alcanzó un nuevo nivel cuando un grupo irrumpió en la Knéset –Parlamento israelí–, en plena sesión. Desesperados, gritaron a los allí presentes: «No os quedaréis aquí sentados mientras nuestros hijos mueren». La sociedad israelí ya no aguanta más.
El martes, los israelíes volvieron a vivir un duro golpe por la muerte de 24 soldados israelíes en Gaza, una de las jornadas más sangrientas para el Ejército hebreo. En una inusual declaración, el portavoz del Ejército, Daniel Hagari, confirmó que 21 miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) perdieron la vida en un ataque, en la tarde del lunes. «Por lo que sabemos, alrededor de las cuatro de la tarde los terroristas dispararon un RPG contra un tanque que protegía a las fuerzas y al mismo tiempo se produjo una explosión en dos edificios de dos pisos», explicó Hagari. Mientras que otros tres soldados murieron mientras realizaban otra operación.
Según los números proporcionados por Israel, la cifra total de bajas en sus filas asciende a 221, desde el inicio de la ofensiva terrestre, el pasado 27 de octubre. El goteo de muertos hace mella en la sociedad israelí y en la opinión pública. Cada vez son más las voces que exigen que se implante una tregua en Gaza. Este miércoles, centenares de mujeres se manifestaron en Tel Aviv para pedir un acuerdo inmediato para asegurar la liberación de los rehenes retenidos en Gaza. También se vivieron momentos de tensión, cuando otro grupo de manifestantes intentó impedir el paso de los camiones que transportan ayuda humanitaria a la Franja por el cruce de Kerem Shalom, defendiendo que Israel no debería facilitar su entrada hasta que los cautivos sean liberados.
Netanyahu se mantiene firme, por ahora, en su intención de desmantelar a Hamás y ha cargado con toda la artillería. El Ejército israelí anunció, el martes, que había conseguido cercar la sureña ciudad de Jan Yunis, donde ahora se mantienen los combates más encarnizados. «Durante el último día, las fuerzas han eliminado a decenas de terroristas en combate cuerpo a cuerpo, con ayuda de los bombardeos de la Fuerza Aérea», aseguraron, en un comunicado, las FDI. El Estado judío defiende que este área «es el centro de gravedad de la Brigada Jan Yunis de la organización terrorista Hamás».
El recrudecimiento de la ofensiva puede ser también una estrategia de presión sobre los líderes de Hamás para que acepten un acuerdo, a la medida de Israel. Netanyahu adelantó que desde su Ejecutivo estaban trabajando en un plan. Poco después, se filtró que Israel habría propuesto a Hamás una tregua de dos meses en Gaza a cambio de la liberación de todos los rehenes. Una propuesta que la organización islamista ha rechazado, ya que solo acepta la implementación de un alto el fuego permanente. Las conversaciones están, por tanto, bloqueadas.
«Las informaciones sobre un acuerdo de principio de alto el fuego no son correctas. Hay brechas muy grandes y no hay avances en las conversaciones», aseguró un alto funcionario israelí al principal diario del país, Ynet. «Es muy complicado, Hamás endurece constantemente su posición». Bibi se encuentra ante un dilema. La decisión que tome, sea cual sea, afectará a su carrera política. Por ahora, parece que Netanyahu ha optado por la guerra. «La única opción es la victoria completa», aseguró el primer ministro israelí, en un vídeo, publicado este miércoles en sus redes sociales.