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Una efigie del presidente francés Emmanuel Macron durante las protestas en FranciaAFP

La revolución de los chalecos verdes

El barbecho, el pollo ucraniano y el acuerdo con Mercosur encienden la cólera de los agricultores franceses

La Unión Europea se ha visto obligada a responder con una batería de medidas para calmar los ánimos del sector

Los agricultores franceses han puesto pie sobre pared y continúan con el pulso al Ejecutivo de Emmanuel Macron, al que exigen mejoras para su sector. El asedio a París, la capital francesa, es cada vez mayor. Los tractores bloquean y paralizan las entradas y salidas de la ciudad. La población de Rungis, el principal mercado europeo al por mayor, es el próximo objetivo de los manifestantes si no se anuncian medidas urgentes. Las protestas llevan ya más de diez días incendiando Francia y no tienen previsto parar. Las principales reivindicaciones son: el pacto entre la Unión Europea y Mercosur, la norma que obliga a tener un 4 % de los campos en barbecho y las importaciones del pollo ucraniano.

«Quien siembra miseria recolecta cólera» es uno de los muchos eslóganes que repiten, desde hace más de una semana, los agricultores franceses. En un intento por frenar la ira del sector, el recién nombrado primer ministro francés, Gabriel Attal, se remangó la camisa y bajó al barro. Desde una granja, el pasado viernes, Attal anunció la supresión del aumento de la tasa sobre el carburante para tractores y la simplificación de reglas y de la burocracia. Unas medidas que no fueron suficientes para calmar los ánimos. Los agricultores pedían mucho más y este anuncio no respondía ni a una mínima parte de sus exigencias.

Los cortes, bloqueos, barricadas y protestas se han mantenido. El martes, en un renovado pero infructuoso intento, el primer ministro francés se dirigió a la Asamblea Nacional, para marcar las líneas de su nuevo Ejecutivo, y planteó una «excepción agrícola francesa», en un discurso cargado de referencias a la «soberanía nacional». «Queremos recuperar nuestro destino en nuestras propias manos», insistió la cabeza del Ejecutivo francés. Attal se encargó de poner en valor, en todo momento, la labor del campo francés.

«Nuestra agricultura es motivo de orgullo, constituye uno de los fundamentos de nuestra identidad, con valores fundamentales: el valor del trabajo, el esfuerzo y la libertad de empresa», añadió en un discurso donde fue crítico con algunas de las regulaciones de la Unión Europea. El presidente francés, Emmanuel Macron, de viaje de Estado oficial en Suecia, apuntó directamente contra el acuerdo entre Bruselas y Mercosur. Francia ya había mostrado su oposición a este arreglo, pero las protestas de los agricultores han dado aún más munición al mandatario francés para oponerse frontalmente.

«Debemos importar productos que procedan de países que realizan el mismo tipo de esfuerzo», reivindicó Macron, que, además, denunció que los países sudamericanos no tienen reglas «homogéneas» a las europeas. Ante las protestas que ha protagonizado el campo europeo, a las que también se espera que se sume España, la Comisión Europea aseguró el miércoles que, por ahora, «no se dan las condiciones» para concluir el pacto con Mercosur.

En cuanto a los otros dos asuntos espinosos, Bruselas también se ha pronunciado. El organismo, dirigido por Ursula von der Leyen, ha acabado cediendo a las exigencias de los agricultores y ha propuesto una batería de medidas destinadas a limitar las importaciones procedentes de terceros países como Ucrania o Moldavia. La Comisión tiene previsto renovar, en junio, la exención de derechos de aduanas que disfrutan algunos productos agrícolas, pero introduciendo «medidas de salvaguardia» para limitar los volúmenes de los productos más sensibles.

Estos «mecanismos reforzados» permitirán adoptar «medidas correctoras rápidas» en caso de perturbaciones importantes en el mercado europeo, aunque sean localizadas. Para determinados productos –aves de corral, huevos y azúcar– está previsto un «freno de emergencia» para «estabilizar» las importaciones en los volúmenes medios importados al conjunto de la UE, explicó, este miércoles, el Ejecutivo europeo en un comunicado.

La obligatoriedad de mantener el 4 % de los cultivos en barbecho también ha sacudido a la Unión Europea, que ha anunciado que derogará la norma durante todo el año 2024. En vez de mantener la tierra en barbecho o sin producir en el 4 % del terreno cultivable, los agricultores podrán plantar cultivos fijadores de nitrógeno (lentejas, guisantes o habas) o cultivos intermedios en el 7 % de sus tierras cultivables. En ese caso, se considerará que cumplen con la norma y podrán recibir el apoyo de la Política Agrícola Común (PAC). Los agricultores se han dejado oír en toda Europa y, por ahora, parece que sus exigencias han calado en Bruselas.