El Papa Francisco canoniza a la primera santa argentina con la asistencia del presidente Milei
Milei y el Papa Francisco mantendrán el lunes un encuentro privado en el Palacio Apostólico del Vaticano
La beata María Antonia de San José Paz y Figueroa, conocida como «Mama Antula», es ya santa, la primera santa argentina.
El Papa Francisco presidió la Misa de canonización en la basílica de San Pedro del Vaticano bajo la atenta mirada del presidente argentino Javier Milei, que escenifica, de esta manera, la reconciliación definitiva con el Pontífice.
Milei mantuvo un agrio y largo encontronazo durante años con el Papa al que insultó llamándolo «imbécil», le acusó de estar «parado del lado del mal», afirmó que «es el representante del maligno en la Tierra» y le acusó de tener «afinidad por los comunistas asesinos».
Sin embargo, tras llegar a la presidencia de Argentina, Milei inició un acercamiento al Pontífice y un proceso de reconciliación con la Santa Sede.
La reconciliación quedó sellada con un breve encuentro en la nave central de la basílica vaticana tras la ceremonia de canonización donde, tras un rápido y cordial intercambio de palabras, el Papa y el presidente se fundieron en un afectuoso abrazo.
El plato fuerte institucional, sin embargo, tendrá lugar mañana, cuando el Santo Padre reciba a Milei en audiencia en el Palacio Apostólico.
Durante su homilía, ante los 5.000 fieles asistentes, el Papa Francisco señaló que Mama Antula, «tocada por Jesús gracias a los Ejercicios espirituales, en un contexto marcado por la miseria material y moral, se desgastó en primera persona, en medio de mil dificultades, para que muchos otros pudieran vivir su misma experiencia».
«Lo llamaba ‘Manuelito’, el ‘pequeño Dios con nosotros’. Tocada y sanada por el pequeño Dios de los pequeños, al que anunció durante toda su vida, sin cansarse, porque estaba convencida –como le gustaba repetir– de que ‘la paciencia es buena, pero mejor es la perseverancia’. Que su ejemplo y su intercesión nos ayuden a crecer en la caridad según el corazón de Dios», señaló el Pontífice.
Siguiendo el ejemplo de Mama Antula, pidió el Papa dejar de tomar distancia de los demás porque es abono para lo que denominó «lepra del alma», que definió como «una enfermedad que nos hace insensibles al amor, a la compasión, que nos destruye por medio de las gangrenas del egoísmo, del prejuicio, de la indiferencia y de la intolerancia».