Israel no cede ante las presiones y asalta uno de los últimos hospitales en funcionamiento de Gaza
La ofensiva terrestre de Israel sobre la ciudad de Rafah, el último refugio para 1,5 millones de gazatíes, ubicada en la frontera con Egipto es ya incuestionable. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lejos de reconsiderar su postura sobre la operación militar, muy criticada por sus aliados –en especial Estados Unidos– ha vuelto a reafirmar que las tropas hebreas entrarán en Rafah. Solo es cuestión de tiempo.
«Lucharemos hasta la victoria completa con una acción poderosa, incluso en Rafah, después de que permitamos que la población civil abandone la zona de combate», aseguró ayer Netanyahu, a treves de su cuenta de X, antes Twitter. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) preparan el terreno para entrar con todo hacia el último bastión de Hamás en Gaza y ordenaron, el miércoles, la evacuación de uno de los últimos hospitales en funcionamiento de la Franja.
El Complejo Médico Naser, en la ciudad meridional de Jan Yunis, está en el punto de mira de las tropas hebreas. En este hospital, asegura el Ejército israelí, se esconden bases de operaciones de Hamás. Al inicio de la guerra en Gaza, Israel ya vertió estas mismas acusaciones sobre el hospital Al-Shifa, el mayor del enclave, y que acabó con una incursión militar. Israel no llegó a encontrar pruebas firmes de que Hamás operara desde el hospital. Ante el miedo de que el hospital Al Naser corra la misma suerte, cientos de gazatíes han huido del establecimiento.
Los palestinos, ante la falta de refugios seguros, han colapsado los hospitales y centros sanitarios que, ahora, se han convertido en refugio para los cientos de miles de desplazados por la guerra. Israel acusó ayer a Hamás de usar el sanatorio para llevar a cabo «actividades militares» y también para «retener rehenes». «Exigimos el cese inmediato de toda actividad militar en la zona del hospital y la salida inmediata de los operativos militares de la misma», piden en un comunicado castrense.
Las FDI dieron instrucciones a los civiles para abandonar el complejo sanitario de Al Naser, para los que había «abierto una ruta segura para evacuar a la población civil». La orden, defiende Israel, no afecta a los pacientes y al personal médico. Vídeos en redes sociales se han hecho eco de cientos de palestinos saliendo del complejo médico, cargados de objetos personales, los pocos que ya pueden llevar consigo. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, denunció, en su cuenta de X, que «las hostilidades han destruido instalaciones de almacenamiento de equipos y suministros médicos».
En contra de lo que dice Israel, Adhanom explicó que «el acceso al hospital sigue obstruido: no hay un corredor seguro para quienes lo necesitan. Se han negado misiones en los últimos cuatros días y perdimos contacto con el personal del hospital». Por su parte, el enviado de la OMS para los territorios palestinos, Rik Peeperkorn, describió el Nasser como «un hospital clave para toda Gaza». A pesar de las advertencias, Israel ha entrado con toda su potencia militar. El Ministerio de Salud de Gaza, en manos de Hamás, ha informado de que las tropas hebreas ya han irrumpido en el complejo tras demoler los muros de la explanada sur.
El propio Ejército israelí ha confirmado la información y ha asegurado que efectivos de sus «fuerzas especiales» están operando de forma «precisa y limitada». Según ha informado el medio qatarí AlJazeera, los soldados israelíes están deteniendo a los palestinos que se encuentran en el sanatorio y, además, han impuesto puestos de control, mientras que cientos de los refugiados en el hospital intentar huir. El portavoz del Ministerio de Salud, Ashraf al-Qudra, aseguró, a última hora de ayer, que todavía quedaban 2.500 personas en el Al Naser, incluidos desplazados, pacientes, médicos y sus familias.
Fuera de Gaza, las tensiones en la frontera norte de Israel con Hezbolá han ido en aumento. Ayer, Israel lanzó uno de los mayores bombardeos sobre el Líbano en estos últimos cuatro meses en respuesta a un ataque previo de la milicia chií libanesa que mató a una soldado israelí. El ataque aéreo sobre el sur del Líbano también provocó cuatro muertos, tres de ellos civiles. «Estamos intensificando los ataques sin cesar y Hezbolá está pagando un precio cada vez más alto. La próxima campaña tendrá una ofensiva muy fuerte y utilizaremos todas nuestras herramientas y capacidades», advirtió el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Herzi Halevi.
Naciones Unidas (ONU) ha alertado de una «peligrosa» escalada en la sensible frontera entre el Líbano e Israel, por lo que ha instado a ambas partes a «cesar» sus ataques cruzados. Con todo, las negociaciones para un alto el fuego han sufrido un duro revés, tras la retirada, por orden de Netanyahu, del equipo negociador israelí. El primer ministro mantiene que hasta que Hamás no rebaje sus expectativas sobre el acuerdo, Israel no se volverá a sentar en la mesa de negociación.