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AnálisisAquilino Cayuela

Los amigos peligrosos: la Triple Entente entre China, Rusia y Corea del Norte

China espera su momento para alzarse como primera potencia en el mundo. Por eso Xi Jinping preferirá esta peligrosa triple entente

El presidente de China Xi Jinping, el de Rusia Vladimir Putin y el de Corea del Norte Kim Jong-unEl Debate

La convergencia entre Rusia y Corea del Norte va más allá de la retórica. Rusia ha estado apoyando al régimen de Kim con ayuda de alimentos, junto con aviones de combate, misiles tierra-aire, vehículos blindados y equipos para la producción de misiles balísticos. También hay indicios de que Rusia está compartiendo su experiencia logística y militar.

En julio, Corea del Norte realizó un lanzamiento de prueba de un misil balístico intercontinental tecnológicamente sofisticado, y en noviembre consiguió poner en órbita su primer satélite militar de reconocimiento tras varios intentos fallidos.

En una reunión celebrada en Pyongyang el pasado mes de julio, el ministro de Defensa norcoreano, Kang Sun Nam, y su homólogo ruso, Sergei Shoigu, prometieron ampliar la cooperación militar de sus países para «hacer frente con determinación» a su «enemigo común», Estados Unidos.

Luego, en una cumbre celebrada en septiembre con el presidente Vladimir Putin en Rusia, el líder norcoreano Kim Jong Un brindó por la «sagrada lucha» del Kremlin contra «una banda del mal» –en referencia a los países occidentales– y calificó a Putin de «amigo más cercano del pueblo coreano».

La transferencia de suministros críticos va en ambas direcciones. Corea del Norte está enviando a Rusia proyectiles de artillería muy necesarios para su guerra en Ucrania, y funcionarios estadounidenses confirmaron en octubre que más de 1.000 contenedores de armas habían llegado a Rusia por barco y por tren.

El equipamiento de Pyongyang no es de primera clase (sus proyectiles tienen un índice de fallos del 20 %, mientras que la mayoría de las municiones avanzadas de Estados Unidos tienen índices de fallos de un solo dígito) pero muchos de los misiles de Corea del Norte son difíciles para las defensas ucranianas, porque son de largo alcance, y permiten a las fuerzas rusas disparar desde lo más profundo de su propio territorio.

También los misiles coreanos son de baja tecnología, lo que les ayuda a eludir la detección y resultan más destructivos.

Por tanto, la ayuda militar norcoreana podría ser decisiva en la campaña rusa para detener el avance de las tropas ucranianas. Para Pyongyang, mientras tanto, la transferencia de armas es una oportunidad de probar sus productos en combate.

Para añadir más leña a la tensa situación que vivimos, el pasado 14 de enero, Corea del Norte realizó su primera prueba de misiles balísticos de alcance intermedio del año y anunció formalmente que ya no consideraba a Corea del Sur un «socio de la reconciliación y la reunificación», sino un enemigo al que había que conquistar –mediante la guerra nuclear, si era necesario–.

Pekín, en efecto, ha ratificado un mayor papel militar ruso en Asia y ha proporcionado la cobertura política y el salvavidas económico que Putin necesita para seguir luchando en Ucrania.

China también ha protegido a Corea del Norte de las sanciones y presiones internacionales destinadas a obligar a Kim a abandonar su programa de armas nucleares.

También existen precedentes históricos de la colaboración entre los tres países. Durante la Guerra Fría, China, Corea del Norte y Rusia se comprometieron a «oponerse al imperialismo», un código para sus actividades antioccidentales.

Su cooperación facilitó conflictos en todo el mundo, incluidos los de Europa Oriental, la península de Corea y el estrecho de Taiwán.

China lleva mucho tiempo considerando una alianza trilateral entre Japón, Corea del Sur y Estados Unidos como una amenaza crítica para su seguridad, e incluso ha pedido garantías a Seúl y Tokio de que no entrarían en un pacto de este tipo.

Pekín afirma estar dispuesto a actuar como la potencia «estabilizadora» del noreste asiático. Pero el compromiso de China, de desempeñar ese «papel constructivo», podría servir de poco si Corea del Norte, reforzada por Rusia, aumenta su agresividad.

De ser así, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos están obligados a tomar decisiones en materia de defensa que no serán bien recibidas en Pekín.

Por ahora, la coordinación entre Corea del Norte y Rusia dificulta a Estados Unidos y sus aliados la tarea de obligar a cualquiera de los dos países a dejar atrás sus tendencias revisionistas y asertivas, o más que asertivas peligrosas para el resto. Creer que China puede jugar un papel constructivo en toda esta tensión, es ser demasiado optimista.

China mantiene su rivalidad hegemónica con Estados Unidos y aunque manifieste una pose responsable y sosegada, creemos que espera su momento para sobrepujar la oferta occidental y alzarse como primera potencia en el mundo. Por eso Xi Jinping preferirá esta triple entente. China preferirá a los amigos peligrosos.