El riesgo de «hambruna inminente» se cierne sobre Gaza mientras Israel amenaza con la invasión de Rafah
El pasado lunes, cuando la aparición de la luna creciente en la negrura de la noche marcó el inicio del Ramadán –el mes de ayuno para los musulmanes–, los gazatíes temieron la invasión de las tropas israelíes de la ciudad sureña de Rafah, el último refugio para 1,5 millones de personas. La situación en la Franja de Gaza presenta un escenario apocalíptico, sin comida ni productos básicos. La ayuda humanitaria de las últimas semanas no es suficiente para paliar las ingentes necesidades de los civiles que intentan sobrevivir en medio de una de las guerras más cruentas que ha sufrido el enclave mediterráneo en las últimas décadas.
El número de muertos asciende ya a más de 31.000 palestinos, según el Ministerio de Salud, en manos de Hamás. La guerra se está cebando, sobre todo, con las áreas del norte del enclave. Un nuevo informe de Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alerta del riesgo de una «hambruna inminente» en las dos provincias septentrionales de Gaza, donde permanecen atrapadas unas 300.000 personas. Según el documento, el umbral de hambruna por inseguridad alimentaria aguda ya se ha superado con creces, mientras que la desnutrición aguda entre los niños menores de cinco años avanza a un ritmo récord.
La organización de Naciones Unidas arroja un dato desolador y explica que al menos 1,1 millones de personas en Gaza, lo que supone la mitad de la población, ya han agotado por completo sus reservas de alimentos y su capacidad de supervivencia y se enfrentan al hambre catastrófica y a la inanición. «La gente de Gaza se está muriendo de hambre en estos momentos. La velocidad a la que esta crisis de hambre y malnutrición provocada por el hombre se ha extendido por Gaza es aterradora», denunció la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, Cindy McCain. Ante esta situación, McCain aseguró que es urgente actuar de inmediato y para ello, explicó, «necesitamos acceso inmediato y completo al norte. Si esperamos a que se declare la hambruna, será demasiado tarde. Miles de personas más morirán».
El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP) calcula que para hacer frente a esta crítica situación se necesitaría la entrada de al menos 300 camiones cada día. Una cifra que se aleja mucho de la cantidad de ayuda humanitaria que entra al enclave palestino desde el inicio de la guerra hace ya más de cinco meses. Israel cerró todos los pasos fronterizos con Gaza y actualmente solo permite la entrada de camiones a través del paso fronterizo de Rafah, en Egipto, y el de Kerem Shalom, en Israel. El Estado judío defiende que facilita la entrada de ayuda humanitaria de acuerdo con el derecho internacional y que no han puesto límite a la cantidad de alimentos que puede entrar en el enclave.
Sin embargo, la realidad en el terreno es devastadora. La hambruna ha matado ya a 27 niños en Gaza, según datos de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia). El alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha acusado directamente al país hebreo de estar cometiendo un crimen de guerra en Gaza al usar el hambre como «método de guerra». Occidente, especialmente Estados Unidos, ha incrementado su presión sobre Israel para que permita una mayor entrada de ayuda humanitaria, así como para que acepte una pausa en los combates. El portavoz adjunto del Departamento de Estado de Estados Unidos, Vedant Patel, ha descrito como «alarmante» y «desgarrador» el último informe de la organización de Naciones Unidas. Para paliar esta situación, Estados Unidos, junto con otros países como Jordania o Emiratos Árabes Unidos han recurrido al envío por aire de ayuda humanitaria.
Washington también anunció la construcción de un puerto provisional en la cosa costa de Gaza para garantizar la asistencia por mar. La semana pasada, el barco de la oenegé española Open Arms, junto con World Central Kitchen (WCK), del chef José Andrés, desembarcó en el enclave palestino con hasta 200 toneladas de alimento, convirtiéndose en el primer barco que utiliza el corredor humanitario abierto entre Chipre y la Franja. Sin embargo, los expertos advierten de que esta vía es muy costosa y no puede sustituir a la asistencia por tierra, mucho más económica y rápida. A la situación de «hambruna inminente» se suma el nuevo asedio al hospital Al-shifa por parte del Ejército israelí y la posibilidad de una invasión de Rafah.
Invasión de Rafah y asalto a Al-Shifa
Las tropas israelíes volvieron a asaltar el mayor centro médico de la Franja, bajo el pretexto de que los milicianos de Hamás se habían atrincherado dentro para «actividades terroristas». Israel asegura haber matado a 50 combatientes y detenido a más de 300. En cuanto a la ciudad fronteriza con Egipto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, mantiene que su país logrará todos sus objetivos en la guerra, lo que incluye acabar por completo con la estructura de Hamás en Gaza. Sin embargo, Netanyahu se ha mostrado abierto a discutir con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, otras «vías» para atacar a Hamás y evitar así «una gran ofensiva terrestre».
Para ello, el primer ministro israelí ha aprobado el envío de una delegación israelí a Washington mientras que otra se encuentra en Doha para una nueva ronda de negociaciones con Hamás, a través de mediadores, para desbloquear el acuerdo para un alto el fuego en Gaza. Qatar se ha mostrado «prudentemente optimista» ante la posibilidad de una tregua, aunque, puntualiza, que «aún es pronto». «No creo que estemos en un momento ahora en el que podamos decir que estamos cerca de un acuerdo. Somos prudentemente optimistas porque las negociaciones se han reanudado y eso es bueno, pero es aún pronto para anunciar cualquier éxito», declaró este martes el portavoz del Ministerio de Exteriores qatarí, Majed al Ansari.