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El presidente checheno Ramzan KadyrovRedes sociales

El atentado de Moscú agita el avispero checheno como efecto colateral

El presidente checheno se mostró muy crítico e incluso amenazó a los ultranacionalistas rusos que azuzan el odio a las minorías étnicas y religiosas no eslavas de Rusia

Las reacciones en Rusia al atentado terrorista de Estado Islámico en el Crocus City Hall de Moscú el pasado viernes 22 de marzo han tenido un previsible efecto colateral: agitar el siempre inestable avispero del Cáucaso.

En concreto, la islámica Chechenia, cuyo presidente, el «señor de la guerra» Ramzan Kadyrov, ejerce el poder con mano férrea en un régimen autocrático de terror.

A Kadyrov, siempre leal al presidente ruso Vladimir Putin –con quien mantiene un acuerdo en virtud del cual él actúa con absoluta independencia en Chechenia a cambio de mantener Chechenia en la órbita del Kremlin– no le ha gustado la reacción de las élites rusas tras el atentado que ha tildado de «ultranacionalista».

Según recoge el Institute for the Study of War (ISW), funcionarios rusos han propuesto introducir medidas antiinmigración como respuesta al atentado en el Corcus.

En los últimos días, tanto representantes políticos como blogueros militaristas han realizado declaraciones contra las poblaciones asiáticas y caucásicas islámicas que han emigrado a las ciudades del occidente ruso.

Recoge el ISW que el diputado por Crimea Mikhail Sheremet propuso que Rusia ponga coto al acceso de nuevos inmigrantes mientras dure la guerra.

Argumentó que es una medida antiterrorista que deberá durar mientras el grueso de las tropas y fuerzas de seguridad estén ocupadas combatiendo en Ucrania.

Sheremet ahondó en la teoría de la conspiración según la cual el atentado lo habría organizado occidente para desestabilizar a Rusia, y que recurren para ello a la población asiática.

Añadió que como no hay manera de saber qué inmigrantes tienen buenas intenciones y qué inmigrantes tienen una motivación terrorista, lo mejor es impedirles la entrada a todos.

También el vicepresidente de la Duma exigió una política de «tolerancia cero» contra los inmigrantes implicados en algún tipo de delito durante su primer año de estancia en Rusia. También propuso introducir tecnologías de «control digital» para inmigrantes.

La creciente xenofobia de la sociedad rusa no es una novedad a raíz del atentado. Es un componente que siempre ha estado presente en la sociedad rusa, pero que ha tomado nueva fuerza tras el estallido de la guerra en Ucrania.

El jefe de la República de Chechenia criticó este fenómeno y expresó su preocupación de que tras el atentado aumenten las actitudes racistas hacia asiáticos y caucásicos de religión musulmana, como son los chechenos.

Los combatientes chechenos, de hecho, ya han protagonizado altercados con las fuerzas regulares rusas en Ucrania.

En su crítica, Kadyrov realizó un ejercicio de contorsionismo argumental para evitar una crítica directa al Kremlin.

Aseguró que el ataque fue «mucho mayor y de mayor profundidad» de lo que se aprecia a simple vista, y señaló que el objetivo de los terroristas era, mediante el atentado, promover un nacionalismo ruso que deteriore la convivencia entre los diferentes pueblos que conforman la Federación.

En ese sentido, insistió en que Rusia es un país multiétnico y multiconfesional, no una nación únicamente eslava, y criticó a los «falsos patriotas» que manipulan las emociones de la gente con ideas nacionalistas y reclamando «métodos fascistas».

Kadyrov incluso amenazó abiertamente a los ultranacionalistas rusos que azuzan el rechazo a las minorías no eslavas de la Federación Rusa a los que retó a mantener con él «una breve conversación».

Según el ISW, la reacción de Kadyrov sería un nuevo intento del líder checheno por mantener el equilibrio entre su defensa de la identidad étnica y religiosa de Chechenia con su lealtad y seguidismo a un Kremlin entregado al nacionalismo ruso donde la identidad cristiano-ortodoxa de la nación supone un componente central.