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El presidente chino, Xi Jinpingm y su homólogo venezolano, Nicolás MaduroEFE

El auge de los regímenes totalitarios pone en peligro la supervivencia de las democracias del mundo

Este año se presenta decisivo para las democracias ya que más de la mitad de la población mundial acudirá a las urnas para elegir nuevos gobiernos

La democracia es percibida, en la mayor parte de Occidente, como un hecho consumado, pero, realmente, este tipo de sistema es una excepción en el mundo. Las democracias son minoritarias en el planeta y se caracterizan por su fragilidad, mientras que los regímenes autoritarios se propagan cada vez a más Estados. El 2023 no fue un buen año para las democracias que se ven amenazadas por el auge de las dictaduras a lo largo y ancho de todo el globo.

De acuerdo con el Democracy Index 2023, que la Unidad de Inteligencia de The Economist elabora todos los años, «tres años después de la pandemia por la Covid-19, que provocó un retroceso de las libertades en todo el mundo, los resultados de 2023 apuntan a un continuo malestar democrático y a la falta de impulso». El informe asegura que solo una minoría de países mejoró su puntuación con respecto al año anterior. Los regímenes autoritarios superan de largo a las democracias en el mundo, 93 frente a 74, y sumando.

El mundo experimenta una tendencia hacia la deriva autoritaria sobre las libertades. En un contexto geopolítico en el que imperan dos guerras, una en Oriente Medio y otra en el corazón de Europa, las autocracias han salido reforzadas con Irán, China, Corea del Norte o Rusia, a la cabeza. Estos países, que han forjado una alianza contra Occidente, han primado la supervivencia de sus sistemas y de sus líderes sobre las libertades de su pueblo. En septiembre 2022, la República Islámica vivió una de las mayores oleadas de protestas de su historia por la muerte de la joven Mahsa Amini, a manos de la represiva Policía de la Moral, por llevar, supuestamente, mal puesto el velo.

Irán respondió con una violencia sin precedentes contra todos los que se manifestaron al grito de «Mujer, Vida y Libertad». Durante esta oleada de protestas, organismos de derechos humanos elevaron a 500 los fallecidos y más de 22.000 detenidos. Rusia se ha precipitado sobre el agujero negro de la falta de libertades, sobre todo, tras la invasión de Ucrania, en febrero 2022. Los medios críticos al régimen de Vladimir Putin son inexistentes y los pocos que se atreven operan fuera de las fronteras de la Federación Rusa. La oposición ha sido aniquilada. El último ejemplo lo encontramos en la muerte, en la cárcel donde cumplía condena, del disidente Alexéi Navalni.

África ha vivido una oleada de golpes de Estado, hasta siete en tan solo tres años. Níger, Gabón, Burkina Faso, Chad, Malí, Guinea y Sudán. En el continente africano, además, hay que sumar la amenaza que supone el yihadismo y su expansión por el Sahel, donde ya controla una gran parte del territorio. Las únicas excepciones son Senegal, Gambia y Ghana. Iberoamérica tampoco se libra de los malos datos. Ningún país encaja dentro de la categoría de democracia plena, mientras que Chile, Brasil, Panamá, Argentina, Colombia, República Dominicana, Paraguay y Trinidad y Tobago se clasifican como democracias defectuosas. Por supuesto, Venezuela, Cuba y Nicaragua obtienen los peores resultados del continente americano.

En el informe, los expertos, además, advierten de que 2024 se plantea como un año decisivo para las democracias del mundo ya que más de la mitad de la población mundial acudirá a las urnas para elegir nuevos gobiernos. Entre estas citas de vital importancia se encuentran las elecciones presidenciales de Venezuela, donde el régimen de Nicolás Maduro ya ha cercenado a toda la oposición, empezando con la inhabilitación de María Corina Machado. Estados Unidos también elegirá a su próximo inquilino de la Casa Blanca, una reeditada batalla entre el actual presidente, Joe Biden, y Donald Trump. Incluso, la mayor democracia del mundo, India, se someterá a las urnas este año.

Sin embargo, la celebración de comicios no se traduce en la aplicación de una democracia. Los rusos pasaron, este mes de marzo, por las urnas en un mero trámite electoral. El resultado era conocido de antemano. Putin consiguió una aprobación histórica, el 87 % de los votos, sin oposición y con toda la cobertura mediática a su favor. «Unas elecciones no siempre son señal de una democracia sana», apunta el informe.