Las tensiones sectarias en Líbano por el asesinato de un líder cristiano reavivan el fantasma de una guerra civil
El partido de las Fuerzas Libanesas asegura que la muerte de Pascal Suleiman se debe a motivaciones políticas y, sin acusar de manera directa, apunta a Hezbolá
El difícil equilibrio político y social del Líbano está a punto de romperse en mil pedazos por el asesinato de un alto cargo del partido cristiano Fuerzas Libanesas (LF), Pascal Suleiman. Este domingo, Suleiman fue secuestrado, según apuntan medios libaneses, por un grupo de cuatro hombres, de nacionalidad siria, cuando intentaban robar su coche en los alrededores de Biblos, en el centro del país. Ayer, el Ejército libanes hizo público un comunicado en el que confirmaba la muerte del político, haciéndose realidad los peores presagios.
Algunos dedos ya han apuntado como responsables al partido y milicia chií libanesa, Hezbolá. El líder de la formación cristiana, Samir Geaga, se ha mostrado cauto y ha optado por confiar en la investigación en curso, antes de lanzar acusaciones contra sus rivales. El temor a que las tensiones sectarias entre las diferentes minorías que componen el país se eleven, ha provocado que los libaneses vuelvan a revivir el fantasma de la guerra civil que asoló al país desde 1975 a 1990.
A pesar de la contención inicial del líder de las LF, la formación cristiana, en un comunicado a la agencia de noticias Reuters, ha asegurado que Suleiman «fue atacado por sus opiniones políticas». «La versión oficial de que se trató de un robo de coche sigue siendo incoherente, y consideramos que el asesinato de Pascal Suleiman fue un asesinato político debido a su papel político. A menos que se demuestre lo contrario, tendemos a considerar que se trata de un ataque directo contra las FL», aseveró la formación.
El partido cristiano se ha mostrado siempre muy crítico con Hezbolá y Suleiman era el coordinador de las LF en Biblos, una región de mayoría cristiana en el Líbano. Las críticas de la comunidad cristiana del país de los cedros contra Hezbolá han aumentado considerablemente durante las últimas semanas, sobre todo, por las actuaciones de la milicia chií libanesa desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza. Esta comunidad acusa a los milicianos del partido de Hasan Nasrallah de atacar al país hebreo desde territorio cristiano, por lo que son ellos los que acaban sufriendo las represalias del Ejército israelí.
Las Fuerzas Libanesas siguen defendiendo que se trata de un hecho aislado, perpetrado por delincuentes y evita señalar a Hezbolá como los autores del asesinato del líder cristiano. Según las autoridades del país mediterráneo, el político despareció la noche del pasado 7 de abril. «No me maten, tengo tres hijos, no me apunten con esa pistola a la cabeza», habrían sido sus últimas palabras. El cuerpo, ya sin vida, fue trasladado a Siria. El Ejército sirio fue el encargado de entregar el cuerpo de Suleiman a las Fuerzas Libanesas, que han asegurado que ya han detenido a nueve sospechosos sirios, uno de los cuales estaría directamente implicado en el incidente, según una fuente de seguridad libanesa citada por L'Orient-Le Jour .
El país entero está en alerta máxima ante un estallido de violencia sectaria por este terrible suceso. El propio primer ministro del Líbano en funciones, Najib Mikati, instó a la población a la mesura y a esperar a los resultados de la investigación. Sin embargo, el partido cristiano ya ha advertido de que el asesinato de su diputado «no pasará». «Que nadie intente ponernos a prueba», han aseverado las Fuerzas Libanesas.