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Fuerzas de Israel en GazaAFP

El testimonio de un soldado israelí herido: «En la guerra el miedo a morir es bueno porque te protege»

El Debate conversa con un soldado del Ejército de Israel herido en Gaza en la guerra contra Hamás

Más de 600 soldados y oficiales israelíes cayeron en combate desde el 7 de octubre, cuando tuvo lugar la masacre en el sur de Israel en la que también fueron asesinados más de 800 civiles.

Además, más de 3.300 soldados resultaron heridos. De ellos, más de 1.500 desde el comienzo del operativo por tierra en la franja de Gaza. Uno de los heridos es Asaf, cuyo apellido no se puede publicar, así como tampoco su foto al descubierto.

Asaf, comandante de un batallón en una unidad de blindados, acaba de finalizar su proceso de rehabilitación, ha vuelto al servicio de reserva pero no a la guerra, aunque su deseo era poder volver a combatir junto a su unidad.

Recuerda bien las circunstancias de su herida y lo cuenta con total naturalidad. «Estábamos en una misión de búsqueda de un túnel en la parte sur de Gaza. Yo estaba hablando con comandantes de mi compañía y súbitamente sentí un dolor fuerte en el codo. Era un disparo de un francotirador».

Recibió los primeros auxilios en el brazo, pero cuando quisieron evacuarlo cargándolo hacia un tanque, alejó a todos e insistió en caminar por cuenta propia para que sus soldados vieran que no estaba grave y que podía moverse.

Tras impartir algunas órdenes para dejar todo organizado, fue evacuado al hospital Soroka, donde lo operaron para retirarle la bala, tal cual cuenta a un grupo de medios extranjeros, El Debate entre ellos.

«Estaba muy dolorido, pero consciente todo el tiempo. Lo primero en lo que pensé fue en lo importante de completar la misión. Indiqué qué oficial debía tomar mi lugar al frente y entonces pudieron evacuarme. Después de aquello, mis pensamientos se dirigieron todos hacia mi familia».

Su esposa lo escuchaba y observaba sonriente, ya más aliviada, en una sala del centro de rehabilitación del hospital Hadassah de Jerusalén. Sabía que estaba fuera de peligro. En su casa lo esperaba junto a los cuatro hijos de ambos.

Asaf muestra la cicatriz que le quedó después de la operación, cuenta que le quedaron metales y tornillos dentro y que ahora el gran desafío es el esfuerzo de la rehabilitación, exigente e intenso.

«Hay que hacer fisioterapia, recibir todo tipo de terapias para recuperar las habilidades perdidas en el brazo, aunque el daño principal fue a la palma de su mano».

«En la guerra todos temen morir», asegura con rostro serio. «La pregunta es qué hace uno con ese temor. Si permites que el temor te paralice, no puedes hacer nada. Y lo que yo hice, lo que hizo toda mi unidad, es asumir que hay que estar absolutamente alerta todo el tiempo. Si uno está muy alerta, toma conciencia de todo tipo de cosas que de lo contrario puede que no vea. Es por el miedo, que es natural». Y hasta resume: «Yo diría que es bueno tener miedo porque eso te protege».

De fondo está la aún candente polémica sobre el planeado operativo en Rafah, la zona más meridional de Gaza en la que la gran complicación para maniobrar es que se refugian más de un millón de palestinos.

«Yo creo que Israel debe hacer todo lo que pueda para rescatar a los secuestrados, que vuelvan a casa, y para eliminar la amenaza».

Recuerda que mientras la guerra continúa, gran parte de la población civil del sur, la zona atacada el 7 de octubre por Hamás, continúa desalojada de sus comunidades y casas. Por ellos, sostiene, Hamas tiene que dejar de ser una amenaza militar para Israel.

Asaf explica que las Fuerzas de Defensa de Israel son el pueblo en armas, que todos lo componen y que su lucha es para la protección de la población, de las casas de todos.

«El 7 de octubre, el oficial que estaba conmigo en el tanque, sabía que su hermana estaba encerrada en el refugio del kibutz Kfar Aza y no se podía conectar con ella. Hacemos lo que hacemos para proteger a la gente, aquí, al lado de casa. No es una amenaza lejana, sino sobre nuestra propia puerta».

Al planteársele el complejo tema de la muerte de civiles palestinos en la guerra, Asaf asegura que «cuando yo estaba al frente de mi batallón, en la zona en la que combatimos no vimos civiles para nada. Había algunos sitios que servían de refugio para civiles y nuestras órdenes eran clarísimas: nadie se acerca ahí. Y nadie se acercó en ningún momento».

En la zona en la que él maniobró, al parecer la mayor parte de la población se había ido de acuerdo a las indicaciones de Israel, para alejarla de escenarios de combate.

«Yo sé que hemos hecho mucho esfuerzo para combatir únicamente a Hamas, solamente a los terroristas». No alega que no hay civiles muertos –está claro que los hay, y no pocos–, sino que sostiene que las órdenes son claras: la guerra es contra Hamás, no contra el pueblo.

La otra cara de la moneda, afirma, es el uso de espacios civiles públicos por parte de los terroristas.

«Lo he visto. Y puedo dar un ejemplo. Recibimos información de inteligencia sobre un túnel que había que investigar y destruir, y vimos que estaba dentro de una clínica ginecológica. De allí salía la boca del túnel. En cada jardín de infantes, en cada escuela vimos lo mismo. Por todos lados. Y lo hacen a propósito, porque saben que Israel no querrá entrar a una escuela. Y entonces atacan desde la escuela y cuando contraatacamos, descubrimos allí el túnel».

Considera dos opciones: que quienes manejan la escuela sabían y colaboraban con Hamás, o le temían.

Al contar que vio casas quemadas en más de un kibutz atacado, resume su mensaje central: «Cada uno puede dar su respuesta, pero yo tengo claro por qué estoy aquí. Y creo que todos lo tienen, así que la moral es alta, el espíritu es muy positivo. Lo que quiero es terminar la guerra de modo que hayamos eliminado la amenaza de Hamas y hayamos recuperado a los secuestrados».