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El presidente Zelenski saluda a un soldado herido (tatuado con un crismón) durante la visita a un hospitalAFP

Zelenski tras aprobarse la ayuda militar a Ucrania: «Tenemos la oportunidad de ganar»

El presidente ucraniano aseguró que gracias a la ayuda recibida Ucrania no se convertirá en un nuevo Afganistán

Triunfalismo contenido y, sobre todo, una buena dosis de esperanza, en los cuarteles generales ucranianos de Kiev tras la aprobación de la ayuda militar por valor de 61.000 millones de dólares el pasado sábado en la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

Durante una entrevista concedida a la televisión NBC, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski aseguró que «con este apoyo fortaleceremos las fuerzas armadas de Ucrania y tendremos la oportunidad de ganar» la guerra.

«No seremos un segundo Afganistán», aseguró en referencia al regreso al poder de los talibanes en Afganistán en agosto de 2021 y la precipitada salida de las fuerzas de Estados Unidos en Kabul tras 20 años de guerra.

La referencia a Afganistán no fue casualidad. Horas antes, la portavoz del ministerio ruso de Exteriores, María Zajárova, aseguró que «la implicación cada vez mayor de Washington en una guerra híbrida contra Rusia terminará en un fiasco tan sonado y humillante como en Vietnam y Afganistán».

Zajárova parecía obviar que la URSS también sufrió en los años 80 del siglo XX una catastrófica derrota en Afganistán de consecuencias mucho más penosas que la retirada estadounidense en 2021.

La sobre reacción rusa tras la aprobación del paquete de ayuda muestra hasta qué punto el Kremlin contaba con que el bloqueo en la Cámara de Representantes echara al traste definitivamente cualquier apoyo adicional a las fuerzas armadas ucranianas y cómo su desbloqueo supone un revés a los planes a medio plazo de Moscú.

Dmitry Medvedev, numero dos, tras Putin, del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia y expresidente de la Federación, dedicó sus habituales comentarios desquiciados sobre Ucrania y Estados Unidos.

De Ucrania afirmó que, «independientemente de los 61.000 millones de dólares empapados en sangre, saldremos victoriosos» y afirmó que la mayor parte de los fondos «acabarán devorados por el insaciable complejo industrial militar».

Medvedev también compartió su esperanza en que se desate en Estados Unidos una guerra civil que «conduzca finalmente a un fin vergonzoso del odioso imperio del mal del siglo XXI».

Además, le dio la vuelta a la retórica rusa y comparó, a su vez, la deriva de Rusia en Ucrania con la desastrosa invasión y ocupación soviética de Afganistán entre 1979 y finales de los 80.

De hecho, aquel conflicto guarda muchos paralelismos con la actual guerra ucraniana. Los soviéticos invadieron Afganistán en 1979 y desencadenó una guerra que duró toda la década.

Estados Unidos no participó en el conflicto, pero envió armas y asesores militares a los muyahidines que lograron resistir para, finalmente, forzar la retirada soviética.

Los muyahidines no causaron una derrota total al Ejército soviético, pero hicieron imposible la permanencia de las tropas de ocupación, lo que dejó la retirada como única opción.

Con todo, la decisión de Estados Unidos de apoyar a la resistencia afgana se mostró con el tiempo, controvertida, dada la trayectoria islamista en la que se precipitó el país.

Estados Unidos, y la Unión Europea, no quieren repetir ese error y han forzado al gobierno de Zelenski ha introducir profundas reformas en su sistema político para democratizar el Estado, erradicar la corrupción y extirpar los elementos radicales de la administración ucraniana.