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El líder de la junta militar de Burkina Faso, el capitán Ibrahim TraoreAFP

El desembarco de Rusia en el Sahel causa una masacre de civiles

La llegada de los mercenarios del Grupo Expedicionario, antiguo Grupo Wagner, coincide con un aumento de la violencia de las fuerzas armadas de Burkina Faso contra la población civil

La brutalidad de las fuerzas armadas se extiende por Burkina Faso a medida que los mercenarios rusos del Grupo Expedicionario –el antiguo Grupo Wagner– toman el control de la seguridad del país.

La excusa es, como suele ser habitual en Burkina Faso y en otros países del Sahel, la lucha contra el terrorismo yihadista.

Sin embargo, la presencia real de grupos como Estado Islámico o Al Qaeda, que suponen un verdadero reto para la seguridad del país y una amenaza para Europa, se está empleando para eliminar opositores al gobierno militar.

Tras el golpe militar de septiembre de 2022 se instaló en el país una junta militar encabezada por el capitán Ibrahim Traoré, que se ha convertido en uno de los principales apoyos de Vladimir Putin en el Sahel.

Traoré llegó a un acuerdo con el Kremlin para el envío a Burkina Faso de los mercenarios del Grupo Wagner para apuntalar el régimen militar a cambio de ceder a Rusia la explotación de recursos mineros.

Según un informe de Human Rights Watch (HRW) fuerzas del Ejército de Burkina Faso ejecutaron de forma sumaria a 223 civiles a finales de febrero en varias aldeas de la provincia de Yatenga, en el norte.

Entre los asesinados ha 56 niños y la masacre se desarrolló a lo largo de un solo día, en un acto que la ONU ya investiga como un posible caso de crímenes contra la humanidad.

Los mercenarios Wagner desempeñan tareas, principalmente, de entrenamiento de los soldados de Burkina Faso, asesoramiento de los mandos militares y protección personal del presidente de la junta militar y los demás alto jerarcas. Además, obviamente, de asumir la seguridad de las minas que explotan las compañías rusas.

Según los testigos de la masacre, el 25 de febrero llegaron los militares a las aldeas vecinas de Nondin y Soro. Tras acusar a los aldeanos de cómplices de los yihadistas separaron a las mujeres de los hombres y comenzaron a disparar a todos los que detenían. Sólo sobrevivieron 32 personas.