El quinto mandato de Putin, en cuatro claves: de la guerra en Ucrania a las relaciones con Occidente
Vladimir Putin tomó posesión, este martes, de su quinto mandato de seis años, en una ceremonia más propia de los zares que de un presidente. A pesar de la pompa del acto, su futuro y el de su país dependerá en gran medida del desenlace de la actual guerra en Ucrania.
Con la mano derecha sobre un ejemplar de la Constitución, que reformó en 2020 para eliminar el obstáculo legal que le impedía seguir en el poder, Putin juró «proteger la soberanía y la independencia, la seguridad y la integridad del Estado, servir fielmente al pueblo».
A la cita del año, contra todo pronóstico, estaban invitados países como Estados Unidos y los Estados miembros de la Unión Europea. Como era de esperar, estos no asistieron a la ceremonia, con la excepción de Francia, Grecia, Malta, Hungría y Eslovaquia.
La «entronización» tuvo lugar en la Sala de San Andrés, construida a mediados del siglo XIX como el salón del trono de Nicolás I. Durante su discurso, Putin aseguró a sus compatriotas que «juntos ganaremos», en referencia a la guerra en Ucrania. «Atravesaremos este periodo difícil con dignidad y saldremos fortalecidos», aseveró el mandatario.
Sin embargo, Putin enfrenta diversos retos en este quinto mandato
La guerra en Ucrania
Tras el fracaso de la operación relámpago lanzada en febrero de 2022, la guerra en Ucrania dura ya más de dos años y tampoco hay visos de un arreglo pacífico.
El ingente gasto en armamento y su cooperación militar con regímenes como Corea del Norte o Irán le permiten prolongar casi indefinidamente la actual guerra de desgaste, pero la sociedad necesita resultados y las familias de los movilizados reclaman su rotación.
Precisamente, la posibilidad de una nueva movilización para sustituir las bajas en el frente sin provocar un estallido de descontento popular es uno de los principales desafíos de Putin a corto y medio plazo.
La supervivencia de la economía rusa
Rusia ha logrado mantener un buen ritmo de crecimiento pese a las sanciones occidentales. Así, en 2023 el Producto Interior Bruto del país creció en un 3,6 %.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que la economía rusa se ha fortalecido porque los volúmenes de exportación petrolera se han mantenido estables debido al comercio con los países no alineados con las sanciones.
Sin embargo, la inflación en 2023 se situó en más del 7 % y el crecimiento de los precios de los alimentos se hace cada vez más notable no solo para los habitantes de ciudades pequeñas sino también para los residentes de la capital y otras grandes urbes.
Mantener a flote la economía y no permitir el desplome del rublo –como ya ocurriera en 2022, tras el inicio de la guerra– será uno de los retos que esperan a Putin durante los próximos seis años.
Otra asignatura pendiente será reducir progresivamente la dependencia de la industria militar, que se ha convertido peligrosamente en una de las locomotoras de la economía nacional.
Acabar con la oposición interna
Tras la muerte en prisión del líder opositor, Alexéi Navalni, considerado el enemigo número uno del jefe del Kremlin, Putin no tiene rivales dentro del país capaces de hacerle sombra o poner en entredicho su liderazgo.
Figuras destacadas de la disidencia rusa se vieron obligadas a exiliarse en el extranjero tras la aprobación en el país de una serie de leyes represoras que les amenazaban con largas penas de cárcel por criticar al poder o las acciones del Ejército ruso en Ucrania.
También los medios independientes se vieron obligados a trasladar sus redacciones al extranjero para poder informar sobre la realidad rusa y contrarrestar la propaganda.
Putin se propone seguir apretando las tuercas con el fin de impedir el resurgimiento de una oposición interna, que saque provecho del hartazgo con la guerra.
Las complejas relaciones con Occidente
Durante el nuevo mandato de Putin, otra de sus tareas será gestionar la maltrecha relación con Occidente.
En el discurso de investidura para el quinto mandato, el jefe del Kremlin aseguró que Moscú no se cierra al diálogo, pero no permitirá que las potencias occidentales contengan el desarrollo de Rusia.
En este sentido, volvió a defender la creación de un nuevo orden mundial para acabar con la hegemonía de Estados Unidos, país con el que las relaciones de Rusia pasan por el peor momento de la historia, según reconocen los funcionarios de ambos países.
También los vínculos con la Unión Europea, otrora el principal socio comercial de Moscú, se encuentran en el punto más bajo, algo que Rusia trata de compensar profundizando sus lazos con Asia, África e Iberoamérica.