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AnálisisAquilino Cayuela

Putin y Xi Jinping, tras su encuentro en Pekín: ¿Una asociación sin límites?

Occidente debe estar preparado para un largo periodo de confrontación simultánea con dos inmensas potencias con armamento nuclear

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de China, Xi JinpingAFP

Vladimir Putin aterrizó en Pekín y, con este viaje de Estado a China ha enviado un mensaje claro al resto del mundo: «Voy a continuar reforzando la asociación sin límites con mi amigo Xi Jinping, para desafiar el orden global liderado por Estados Unidos».

Ambos líderes así lo han hecho. Han anunciado fortalecer sus lazos militares. Han declarado con orgullo que sus relaciones son resilientes a pesar de todo. Esta visita de Putin a Pekín una semana más tarde de la primera gira europea de Xi en cinco años, es en sí mismo un mensaje.

Xi contempló con desdén las divisiones que hay en Europa sobre la estrategia respecto a China y acabó en los márgenes de Europa declarando en Belgrado una amistad con Serbia «forjada con la sangre de nuestros compatriotas», recordando los ataques de la OTAN de 1999 que afectaron a la Embajada de China.

China se ha convertido en un aliado vital para Rusia, se ha negado a condenar la guerra en Ucrania y sigue comerciando con un Moscú fuertemente sancionado, para mayor preocupación de Estados Unidos y la Unión Europea.

Hace apenas una década, la mayoría de los políticos y funcionarios estadounidenses y europeos se mostraban desdeñosos respecto a la durabilidad de una incipiente alianza entre China y Rusia. En las capitales occidentales se pensaba que el ostentoso acercamiento del Kremlin a China desde 2014, tras la ocupación de Crimea, estaba condenado al fracaso porque los lazos entre los dos gigantes euroasiáticos siempre se verían socavados por la creciente asimetría de poder a favor de China, una serie de disputas históricas y la distancia cultural entre las dos sociedades.

Por mucho que el presidente ruso, Vladimir Putin, intentara cortejar a los dirigentes chinos, China siempre valoraría más sus lazos con Estados Unidos y sus aliados que sus relaciones simbólicas con Rusia, mientras que Moscú temería el ascenso de Pekín y buscaría un contrapeso en Occidente.

Henry Kissinger, antes de su muerte, ya advertía de este error de propiciar un acercamiento entre Rusia y China, pero el estrechamiento de este alineamiento entre Rusia y China ha sido uno de los resultados geopolíticos más importantes de la guerra de Putin contra Ucrania.

Incluso cuando China y Rusia se han acercado significativamente, los funcionarios de Washington se han mantenido desdeñosos. «Tienen un matrimonio de conveniencia», dijo Antony Blinken a los senadores estadounidenses en marzo de 2023, durante la visita de Estado del líder chino Xi Jinping a Moscú. Y añadía: «No estoy seguro de que sea una convicción. Rusia es en gran medida el socio menor en esta relación».

Sin embargo, ese ingenuo optimismo no ha tenido en cuenta una realidad importante: China y Rusia están ahora más firmemente alineadas que en ningún otro momento desde la década de 1950.

Los esfuerzos conscientes de Xi y Putin impulsan gran parte de esta reorientación, pero también es producto de la profundización del conflicto entre Occidente y ambos países. Los funcionarios occidentales no pueden desear que este eje desaparezca, esperando en vano que el Kremlin se reprima ni haciendo intentos de abrir una brecha entre las dos potencias.

China y Rusia están ahora más firmemente alineadas que en ningún otro momento desde la década de 1950

Por el contrario, Occidente debe estar preparado para un largo periodo de confrontación simultánea con dos inmensas potencias con armamento nuclear.

Lo más preocupante es que China y Rusia se han acercado notablemente en el ámbito de la seguridad y la cooperación militar. El Ejército Popular de Liberación de China ha aumentado el número de actividades conjuntas que realiza con el Ejército ruso. En septiembre de 2022, a pesar de los importantes problemas en los frentes de Ucrania, Rusia llevó a cabo un ejercicio estratégico en su extremo oriente al que China envió 2.000 soldados. Unos meses más tarde, en diciembre, las armadas china y rusa celebraron su ejercicio anual, esta vez en el mar de China Oriental.

En 2023, Pekín y Moscú celebraron tres rondas de ejercicios navales, y en 2022 y 2023 realizaron cuatro patrullas conjuntas en Asia con bombarderos dotados de armamento nuclear. Estas actividades aún carecen claramente de la amplitud y profundidad de los simulacros conjuntos entre Estados Unidos y sus aliados en Europa y Asia, pero los Ejércitos chino y ruso están sin duda profundizando su interoperabilidad.

A lo largo de 2023, muchos altos funcionarios rusos y directores generales de las mayores empresas estatales y privadas viajaron hacia y desde China. Altos dirigentes chinos –especialmente del sector militar y de seguridad– también han viajado a Rusia.

La relación de Rusia con China ha permitido en gran medida a Putin continuar su agresión contra Ucrania porque, aunque Pekín no proporciona ayuda letal directa a Moscú, el apoyo indirecto de China al esfuerzo bélico ruso es indispensable. Un apoyo que incluye el suministro de drones comerciales de vigilancia, chips informáticos de fabricación china y otros componentes críticos utilizados por la industria de defensa rusa.

En el frente económico, son muy relevantes los ingresos procedentes de las compras chinas de exportaciones rusas. La liquidación de pagos en yuanes chinos mantiene a flote el sistema financiero ruso, y las importaciones de automóviles, productos electrónicos y otros bienes de consumo mantienen las tiendas bien abastecidas y a los rusos de a pie tranquilos.

Parece que la «asociación sin límites» entre Rusia y China (como diría Sánchez) «va como una moto».