Irán, después de Raisí: elecciones presidenciales, programa nuclear y malestar social
Con la muerte del presidente de la República Islámica también desaparece uno de los más firmes candidatos a la sucesión de Alí Jameneí como líder supremo
Con el fallecimiento del presidente de la República Islámica de Irán, Ebrahim Raisí, que será relevado de forma provisional por el vicepresidente Mohammad Reza Mokhber Dezfouli, hoy secretario del Consejo Supremo de la Revolución Cultural, siempre con permiso del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, se abre un nuevo capítulo en la historia de una de las potencias de la zona, que controla el estratégico estrecho de Ormuz y buena parte de la insurgencia en el área.
Según el artículo 131 de la Constitución persa vigente, deben convocarse nuevas elecciones a la Presidencia de la República en cincuenta días. En un ambiente de malestar de en la población de las grandes ciudades como la capital, Teherán, por los excesos policiales de la Policía de la Moral y el encarecimiento de la vida provocado en parte tras la decisión del Departamento del Tesoro de Estados Unidos de romper los Acuerdos de Viena firmados con el expresidente Barack Obama, que fueron denunciados por su sucesor Donald Trump.
El ingreso de Irán en los BRICS puede paliar en parte las penurias que sufre la población, que serán tenidas muy en cuenta a la hora de votar, dando más importancia a las promesas de política interior que a las habituales actividades en el exterior para lograr la hegemonía en la zona.
Con la muerte de Raisí también desaparece uno de los más firmes candidatos a la sucesión de Alí Jameneí como líder supremo, dado que Raisí reunía las condiciones necesarias, ya era ayatolá.
El nuevo presidente tendrá que lidiar con el poder creciente de la Guardia Revolucionaria, que monopoliza el programa atómico y el de misiles, así como los ministerios militares estratégicos y buena parte de la economía productiva, además de sus intervenciones militares en el exterior. Devolviendo a su justa medida el problema de los hutíes de Yemén, que se ha internacionalizado tras sus ataques a los buques mercantes en el área del estrecho de Mandeb o la Puerta de los Suspiros.
También la Fuerza Al Quds (Jerusalén) responsable de las operaciones en el exterior del Sepah Pasdaran, la guardia revolucionaria iraní, ha sufrido un duro castigo desde la pérdida del general Qasem Soleimani, en Bagdad, al que se han unido otros generales abatidos por la aviación israelí en edificios diplomáticos de Damasco. Teherán contraatacó con el lanzamiento de cientos de misiles y drones contra Israel.
Este ataque contra el Estado israelí ordenado por Raisí, que tuvo una muy medida contestación por parte de Tel Aviv para evitar una escalada del conflicto entre ambos países, era un alarde más del los ayatolás para intentar arrogarse el liderazgo de la región, no solo del ámbito chiíta. Cuenta para ello con el movimiento de resistencia Hamás, que es suní pero está financiado por Irán. Hizbolá es una organización chií libanesa aliada de Irán que desafía y ay domina a las fuerzas cristianas libanesas. También en Irak la influencia persa se deja sentir. Este es un país de mayoría chií, pero dominado hasta hace 15 años por una élite suní a la que pertenecía Sadam Huseín. El avance pues de Irán en la región es manifiesto.
Sin embargo, en la frontera oriental, Afganistán, las relaciones de la República Islámica iraní y los talibán no han mejorado y Teherán se preocupa por mantener a salvo a la minoría chií afgana: los Hazara.
En resumen, a corto plazo elecciones presidenciales. A largo plazo cambio en el liderazgo supremo, normalización de la vida política interior y mejora del nivel de vida, tener en cuenta los derechos de las mujeres y combatir los movimientos secesionistas que existen en Baluchistán y el Kurdistán persa generando un proyecto sugestivo de vida en común que supere las nostalgias de revoluciones pretéritas y tenga presencia en la actualidad.
Para ello el país cuenta con una población con un alto nivel de formación, abundantes recursos naturales y una nueva red de alianzas en los BRICS. La pugna con Arabia Saudí por el liderazgo del mundo musulmán sigue en pie, aunque hayan retomado sus relaciones diplomáticas.