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La primer ministro italiana Giorgia Meloni, en la reunión del Consejo EuropeoEFE

El nuevo escollo para negociar los altos cargos de la UE pasa por contentar a Meloni tras haberla excluido

Populares, socialistas y liberales trataron de llegar a un acuerdo previo a la cumbre con el resto de líderes, algo que no sentó nada bien a los conservadores

Cuando el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, comentaba tras la cumbre del pasado lunes que se necesitaba «transparencia» en las conversaciones, estaba claro que algo había pasado entre despachos. No lo dijo, pero las reuniones bilaterales que se habían mantenido para intentar llegar a un acuerdo sobre los altos cargos previas a la cumbre no gustó a muchos de los líderes, que se sintieron excluidos.

Populares, socialistas y liberales pensaron que el pacto pasaba por sus manos y que podían llegar con todo hecho a la reunión con el resto de socios europeos, pero la estrategia se les volvió en contra, porque encontraron un frente de oposición cuando empezó la verdadera cumbre. Ni Giorgia Meloni ni Viktor Orbán estaban por la labor de facilitar nada tras considerar que les habían ninguneado.

La primera ministra italiana es consciente de que el poder de mando lo tienen otros en esta batalla y que podrían acordar el reparto de cargos sin contar con ella, por mayoría cualificada. Pero también sabe que sería una insensatez hacerlo así, ya que se darían de bruces con un muro conservador cada vez que tuvieran que negociar algo en el Consejo.

Meloni dejó claro a la conclusión de la cumbre que no aceptaría ningún «acuerdo prefabricado», un mensaje directo a quien lo quisiera entender. No solo molestó el hecho de que Pedro Sánchez, Olaf Scholz, Emmanuel Macron, Mark Rutte, Donald Tusk y Kyriákos Mitsotákis se reunieran con antelación, sino que, además, hicieran esperar al resto de líderes para poder empezar la cumbre que les había llevado hasta Bruselas.

Una vicepresidencia italiana

Los recelos con Macron ya venían de antes, ya que días atrás el francés y la italiana tuvieron sus más y sus menos durante la reunión del G-7 a cuenta de incluir unas palabras sobre el aborto en la declaración final. Meloni ganó aquella batalla con su postura a favor de la vida, pero a Macron le quedó una espina clavada.

Aunque lo intentara, no se la podrá devolver en Bruselas. Por mucho que las fuerzas de centro quieran excluir a los conservadores de los acuerdos, los necesitan para ejercer una legislatura viable y en ese juego tienen que contar con Meloni. De hecho, el silencio de la italiana hace pensar que está esperando su momento para reclamar su parte del pastel, que puede llegar en forma de una vicepresidencia o de una cartera potente en la próxima Comisión Europea.

En Roma se habla de asumir competencias importantes en economía, como ya tienen en esta legislatura. Paolo Gentiloni podría continuar él mismo al frente de Comercio, Competencia o Asuntos Económicos, pero también podría dar relevo a alguien que se ocupara de Inmigración, pieza clave para Meloni, o de la más que posible nueva cartera de Defensa, que sería también estratégica para Italia.

Para tener mayor fuerza en la negociación, Meloni se vio con Orbán en la mañana del lunes en Bruselas. Hablaron de la posible unión del bloque de la derecha y de la estrategia que llevarían en las negociaciones del Consejo, tanto en la pasada cumbre como en la del 27 y 28 de junio.

De ahí se espera que salgan los nombramientos, aunque pueden ser bien diferentes a los que inicialmente se planteaban. Sigue en juego la presidencia del Consejo después de que los socialistas rechazaran la idea de compartirla con los populares, que todavía no han renunciado a ello. Sí parece más claro que Von der Leyen será la candidata para la Comisión y que Roberta Metsola será la del Parlamento, aunque puede que para toda la legislatura y se rompa la tradición con dividir el mandato. Y aún queda por dilucidar quién será el responsable de la diplomacia europea en pleno conflicto comercial con China y con la guerra en Ucrania de por medio.