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05 de julio de 2024

Emmanuel Macron emite su voto en la primera vuelta de las elecciones legislativas de Francia

Emmanuel Macron emite su voto en la primera vuelta de las elecciones legislativas de FranciaYara Nardi / AFP

Elecciones legislativas Francia

Macron pierde su órdago

El presidente, tras su fracaso sin paliativos, se lanza a la desesperada para evitar que Le Pen y Bardella obtengan la mayoría absoluta el próximo domingo

Jean-Luc Mélenchon, el sulfúrico líder de La Francia Insumisa, pilar de la coalición de izquierda radical Nuevo Frente Popular, tiene razón en un punto: en la primera vuelta de las elecciones legislativas anticipadas, una apabullante mayoría de votantes ha sorteado la trampa que les había tendido Emmanuel Macron.

El presidente de la República pretendía, con su inesperado órdago, un doble objetivo: impedir, debido la inmediatez de la convocatoria, que los partidos de izquierda se coaligaran, y que una buena porción de sus votantes apoyase masivamente a los candidatos macronistas para conjurar el supuesto peligro representado por la «extrema derecha» encarnada por Marine Le Pen y Jordan Bardella.

La realidad es crudamente contraria a lo deseado por Macron: con una participación que experimenta un espectacular incremento de 20 puntos respecto de la primera vuelta de las legislativas de junio de 2022, el Nuevo Frente Popular, pese a la peligrosidad de sus mensajes -sobre todo en relación con un islam cada vez más arraigado en importantes zonas de Francia- sube casi cuatro puntos porcentuales en dos años -29.1 frente a 25.7- mientras que el mosaico macronista -sus cuatro partidos concurren a los comicios bajo el eslogan «Juntos por la República»- se resquebraja: 20.3 %, una bajada de cinco puntos respecto a 2022.

Es cierto que los principales ministros de su Gobierno -empezando por el primer ministro, Gabriel Attal y el titular de Interior, el controvertido Gérald Darmanin- tienen muchas posibilidades de revalidar sus respectivos escaños el próximo domingo. Mas se trata de una insignificante, o anecdótica, consolación cuando la Agrupación Nacional de Le Pen y Bardella ha obtenido el 34 % de los votos, tres puntos más que en las elecciones europeas celebradas hace tres semanas.

Por lo tanto, el fracaso de Macron es inapelable: en clave cortoplacista y táctica, por los motivos anteriormente más arriba enumerados, y también en perspectiva estratégica: conviene no olvidar que su objetivo principal, machaconamente cacareado cuando fue elegido por primera vez en 2017, era evitar a toda costa que triunfasen las ideas de una Agrupación Nacional que ya está, quiérase o no, a las puertas del poder.

Desde hoy, Macron, a la defensiva por no decir a la desesperada, utilizará su reducido capital electoral para intentar que la Agrupación Nacional no lo alcance la mayoría absoluta el 7 de julio. Desde un punto de vista aritmético, está a tiempo de conseguirlo. Pero, pase lo que pase, no servirá para tapar el desastre de su segundo mandato.

La periodista Nathalie Schuck relata en su último libro, «Les naufrageurs», publicado en vísperas de la sorprendente disolución de la Asamblea Nacional, un episodio muy revelador: en 2017, en plena carrera triunfal hacia el Elíseo, Macron, obsesionado por acabar con las «Torres gemelas», entiéndase la derecha y la izquierda clásicas, recibió una advertencia por parte de Bernard Cazeneuve, último primer ministro de François Hollande: «Emmanuel, corres el riesgo de acabar sepultado bajo los escombros de lo que has destruido». Los primeros corrimientos de tierra empezaron ayer.

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