Fundado en 1910

Israel está lleno de lazos amarillos. Los llevan hombres y mujeres en las solapas; se ven en fachadas, escaparates, grafitis, coches y balcones. Pero, a pesar de tratarse de un símbolo exactamente igual al que lucen los separatistas catalanes, no tiene nada que ver. No; no es que los israelíes se hayan pasado en masa a apoyar el procés, del que, seguramente, ni siquiera hayan oído hablar.

Se trata también de un movimiento reivindicativo: Los judíos que buscan un «deal», un acuerdo con Hamás para detener la guerra de Gaza y que exigen la liberación de los 120 secuestrados israelíes que permanecen retenidos, lucen este símbolo para presionar al Gobierno de Benjamin Netanyahu.

El lazo amarillo, por tanto, se ha convertido en Israel en un símbolo para reivindicar la paz, el entendimiento con Hamás y el fin de la guerra en la franja.

Bajo la campaña Bring them home now («Devolvedlos a casa ya»), cientos de lazos amarillos y carteles con los rostros de los soldados y civiles israelíes que han fallecido en la contienda han invadido todo Israel, solicitando una paz que tarda en llegar.