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AnálisisInocencio Arias

El atentado, las intrigas y Trump más cerca del cielo

El expresidente y candidato del Partido Republicano está siendo prudente por el momento, pero explotará este filón

Partidarios del expresidente estadounidense Donald Trump se reúnen frente a la Torre Trump en Nueva YorkAFP

La semana pasada una encuesta de Gallup mostraba que 67 % de los estadounidenses creía que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, debería marcharse con dignidad ya. El dato indica que su candidatura tendrá más deserciones en el electorado de lo que quieren creer él y su esposa Jill.

El atentado sufrido por Donald Trump este sábado debe acrecentar esa impresión porque el hecho en sí y la conducta digna y corajuda del líder republicano debe aportarle votos. De los centenares de declaraciones que los medios de información estadounidenses han recogido en el lugar del mitin que celebraba Trump y en otros ambientes, entresaco dos de simples ciudadanos.

La primera manifestación apunta a que Trump será canonizado con entusiasmo en la Convención de su partido el jueves y todo ello le captará más de un voto dudoso. La foto del presidente con dos hilillos de sangre en la cara y resistiéndose debajo de una bandera estadounidense a ser llevado en volandas al hospital recuerda la del torero que habiendo sido revolcado por un peligroso morlaco se deshace de las asistencias en el callejón de las Ventas y vuelve al ruedo. Denota un brutal instinto político.

Esa instantánea del expresidente forcejeando con agentes que quieren sacarlo del peligro y diciendo «esperen, esperen», para después arengar a los asistentes tiene impacto, recordemos que la bandera en Estados Unidos significa algo, no es como aquí. Allí no tiene un tufo fascista y la estampa será recordada, entre sus seguidores, casi como la de Kennedy, en Berlín, diciendo: «Yo soy berlinés», o la de los militares empujando una enseña estadounidense al conquistar la isla de Iwo Jima, en 1945. Esta última, a pesar de tener algo de montaje, ha incluso inspirado grandiosos monumentos.

Algún izquierdófilo, por ahora sin excesivo seguimiento, sostiene que el atentado es un farsa

La segunda declaración por su naturalidad («Estoy seguro al cien por cien») dará pábulo a abundantes teorías conspiratorias de diverso matiz. Algún izquierdófilo, por ahora sin excesivo seguimiento, sostiene que el atentado es un farsa, una cortina de humo trumpiana. Más nutrida e indignada es la reacción de la derecha republicana que sostiene que, como los procesos de Trump no han hecho mella en el votante, hay que inventar otros trucos.

Sesudos comentaristas y políticos republicanos, como J.A Vance, senador por Ohio, apuntan a que no se trata de un incidente aislado y el speaker de la Casa de Representantes pretende interrogar al Servicio Secreto por la posible incompetencia al proteger al candidato y descuidar, por ejemplo, edificios importantes de las cercanías. El paralelismo con lo ocurrido en Dallas, en el asesinato de Kennedy, donde no se registró el depósito de libros de la ciudad desde el que al parecer disparó también con un rifle el sospechoso Oswald, es alarmante.

Hacia 41 años desde que Reagan sufrió varios disparos del perturbado que quería impresionar a la actriz Jodie Foster y las voces en la tele y radio se disparan. La derecha se rearma verbalmente y difunde que los demócratas han desatado la histeria ridícula de que Trump se iba a cargar la democracia o la de que era una autócrata fascista al que hay que parar a cualquier precio. Eso ha creado un ambiente propicio al atentado.

Trump está siendo prudente por el momento, pero explotará este filón. Curiosamente el disparo que le alcanzó sonó cuando decidió no seguir leyendo el teleprompter y pidió que se mostraran unos grandes cuadros explicativos del aumento de entradas ilegales por la frontera «debido» a la torpeza o ideología de Biden. El tema tiene enganche ahora en el electorado. Casi tanto como el aumento del coste de la vida.

Trump está siendo prudente por el momento, pero explotará este filón

Los presidentes de varios países, Francia, Reino Unido, Canadá, Japón, Italia, China, India, Israel, Hungría, India, Ucrania… aparecen en la prensa yanqui con mensajes de simpatías hacia Trump. No recogen el nombre de Sánchez, lo que puede ser debido bien a que al ser Trump de derechas nuestro presidente se toma su tiempo antes de enviarle un mensaje, –recordemos que no felicitó a Milei en su triunfo aunque aún no estaba peleados– o bien a que España cuenta menos para los medios estadounidenses que cualquiera de los dirigentes citados. También podía ser y no se que cual de las dos razones es peor.

El Kremlin también culpa a Biden por crear una atmósfera que provoca sucesos como el atentado del viernes. Lo que nos indica claramente por quien votará Putin y su inquietante aparato cibernético en las próximas elecciones estadounidenses.