Atentado contra Trump
Varios testigos avisaron a la policía que Crooks estaba en el tejado con un rifle
–El Servicio Secreto de Estado Unidos se encuentra en entredicho por varios errores garrafales: la policía vio al asesino con actitud sospechosa en el detector de metales y nadie le siguió.
–Posteriormente, varios asistentes comunicaron a la policía que le observaron deslizarse por el tejado con un arma
En este momento, son muchos los decepcionados con Estados Unidos, que suele dar ejemplo de democracia como el país más libre. Las preguntas se acumulan en el panorama político de la poderosa nación: ¿Cómo puede ser que un joven se aposte en un tejado frente a Trump portando un rifle de grandes dimensiones pasando previamente por el detector de metales en donde levantó sospechas?
Thomas Matthew Crooks, es el asesino que atentó el pasado sábado contra el que era el hombre más poderoso del mundo y que espera volver a serlo el próximo noviembre. Crooks vivía en Bethel Park, un suburbio de Pittsburgh, a unos 56 kilómetros al sur de Butler (Pensilvania), donde tuvo lugar el mitin de Trump. Había sufrido episodios esporádicos de bullying, según palabras del profesorado «no encajó nunca en el colegio», y practicaba tiro al blanco con frecuencia.
Aunque no demostró su pericia ya que acabó por accidente con la vida de Corey Comperatore, un bombero con dos hijas que murió al proteger con su cuerpo a su familia, e hirió gravemente a David Dutch, de 57 años, y a James Copenhaver, de 74. Mediante un rifle estilo AR-15 adquirido por su padre de manera totalmente legal.
Fuentes periodísticas aseguran que falló hasta en ocho ocasiones antes de herir a Trump en la oreja. Previamente Crooks se deslizó cual serpiente por los tejados enfrente del atril mientras Trump daba su discurso. En las azoteas adyacentes, el cuerpo de seguridad cubrían el evento como francotiradores. Estos cuasimilitares acabaron tiroteando al atacante que, finalmente, yacía muerto frente al tejado.
Pese a la rápida actuación tras este tiroteo y el roce en la oreja de Trump, el equipo de seguridad de Trump ha quedado severamente tocado. Pese a estar formado por guardaespaldas propios de un expresidente estadounidense.
El tirador fue visto por las autoridades locales cerca de los detectores de metales de la Agencia de Seguridad del Transporte (TSA) apostados en la entrada al evento, que lo comunicaron a las autoridades locales.
El Servicio Secreto en entredicho
El asesino mantuvo una actitud extraña e hizo sospechar a la policía que comunicó por radio que lo vigilarían. Una información que también se pasó al Servicio Secreto.
El FBI guarda con sigilo las pesquisas y busca la aportación ciudadana. Han encontrado explosivos en la casa del tirador, pero no ha trascendido su índole. Todavía no se ha esclarecido la investigación, quizá ante el deseo de detener a un posible cerebro de la operación. Y las autoridades judiciales y policiacas guardan el secreto sobre si Thomas actuó sólo como un lobo solitario o tendría algún compinche.
El Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes de EE.UU. ha citado al Servicio Secreto de EE.UU. (USSS, por sus siglas en inglés), encargado de la seguridad del exmandatario, que será cuestionado.
Y Kimberly Cheattle, como directora del USSS, deberá de dar explicaciones. Las indagaciones tanto sobre el asesino como sobre la seguridad presidencial continua.