Elecciones Venezuela. Entrevista al líder opositor en el exilio
Leopoldo López: «Todas las dictaduras acaban. El fin de la de Venezuela puede ser ahora»
Nicolás Maduro se ensañó con él. La gran promesa de la oposición, el líder que era capaz de movilizar a millones pagó siete años con el encierro y la tortura en las mazmorras del régimen. Hoy apuesta por el cambio desde su exilio en Madrid
El optimismo, la esperanza y la falta de rencor son algunas de las señas de identidad de Leopoldo López. Exiliado en Madrid desde hace siete años, no tiene dudas de que las elecciones del domingo en Venezuela las va a ganar la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), con Edmundo González Urrutia como candidato. Otro asunto es la reacción que tendrá Nicolás Maduro.
Encarcelado siete años, víctima de torturas y maltratos, López logró huir de Venezuela tras refugiarse primero en la Embajada de Chile y después, «año y medio en la de España en Caracas». A Jesús Silva, embajador por entonces en Venezuela, le siente «como un hermano mayor, un diplomático de los de verdad».
La prioridad en este momento del hombre que logró sobrevivir al encierro y a los suplicios de la dictadura, por ser un líder opositor, es conseguir en las urnas el cambio de régimen y «animar a los venezolanos que están en el país a que vayan a votar, porque a los que estamos fuera, con derecho a voto, que somos cinco millones, no nos permiten hacerlo. Sólo han habilitado a 64.000», lamenta.
–¿De verdad cree que estas elecciones y el escrutinio van a ser trasparentes?
–No nos engañamos, sabemos que las elecciones no son ni limpias, ni justas, ni libres, ni competitivas, pero como todos los venezolanos, soy muy optimista porque por primera vez en 25 años se dan las razones necesarias para que pueda haber una transición democrática.
La fragilidad de Maduro es evidente, se aprecian fracturas internas dentro de la dictadura donde ya se alzan las voces que asumen que si pierden asumirán la derrota
–¿Cuáles son?
–Hay una diferencia gigantesca, de 40 puntos entre Edmundo González (con 60 %, 65 % de apoyo) y Nicolás Maduro (23 %, 25 %). Las primarias en las que se eligió a María Corina Machado, a la que tuvo que, finalmente, suceder Edmundo González al quedar inhabilitada, provocó una unidad sin precedente en torno a ellos. Además, la fragilidad de Maduro es evidente, se aprecian fracturas internas dentro de la dictadura donde ya se alzan las voces que asumen que si pierden asumirán la derrota. Hay más, no convoca, a los actos de campaña tienen que llevar a la gente en centenares de autobuses. A Maduro ya se le nota molesto, malhumorado y nervioso…
–Pero no hay observadores fiables, ni siquiera de sus aliados históricos como el gobierno de Lula o el expresidente Alberto Fernández...
–Esa es otra razón para ser optimistas. La posición internacional está cambiando incluso en los aliados históricos del chavismo y del madurismo. Lula, luego de que Maduro amenazara con un baño de sangre, con una guerra civil [si perdía], dijo algo muy elemental: «el que gana, gana. El que pierde pierde». Después le tocó el turno a Fernández que dijo lo mismo y le retiraron la invitación. En las últimas horas algo similar pasó con la delegación de Gustavo Petro, al canciller Murillo le dijeron: «nosotros no queremos que vengan».
–¿Pero han invitado como veedor de las elecciones a «Timochenko»?
–Timochenko, para los que no lo sepan, es un comandante histórico de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), un grupo terrorista vinculado a actividades criminales en Colombia y en Venezuela, metido en el narcotráfico, en secuestros, etc. Cuando Maduro le ofrece un papel protagónico como observador lo que está buscando es crear condiciones de tensión.
–¿Entonces, qué garantías tienen de que este proceso sea democrático?
–Le recuerdo que inhabilitaron a nuestra candidata, María Corina Machado, le quitaron el derecho a ser electa, han censurado medios de comunicación, cerrado portales, realizado detenciones arbitrarias, no hay observación electoral robusta, han manipulado el Registro Electoral… Te puedo nombrar diez razones más por las cuales estas elecciones no son democráticas, pero hemos ido a elecciones en condiciones adversas en el pasado y las hemos ganado. Además, hemos desplegado un dispositivo descomunal de fiscalización del voto en todo el país.
Maduro es el rostro de un país que ha colapsado. Tenemos muy claro quién es, no es que de repente cambió
–¿Pero, por qué va a cambiar ahora Maduro y entregar el poder?
–Maduro es el rostro de un país que ha colapsado. Tenemos muy claro quién es, no es que de repente cambió. Maduro es la misma persona que está siendo procesada en la Corte Penal Internacional por cometer crímenes de lesa humanidad. El responsable de más de 15.000 detenciones arbitrarias en los últimos diez años, la misma persona que está detrás de miles de homicidios atribuidos a la Fuerza Pública venezolana por la ONU… Es el hombre que destruyó la economía, las instituciones, la democracia… Aquí nadie se llama a engaño, pero hay unas realidades que se están imponiendo, que es la profunda vocación de cambio que tiene el pueblo venezolano. La dictadura en Venezuela se va a acabar cómo se acaban las dictaduras. En algún momento se va a acabar y parece que el momento es ahora.
–Las Fuerzas Armadas siguen respaldando al regimen. ¿Es posible el cambio sin su apoyo, sin un acto de rebeldía?
–Los militares venezolanos son venezolanos y la inmensa mayoría de ellos no están en la cúpula corrupta que se ha beneficiado durante los últimos años. Puede haber un acto de desacato, sin duda, sin duda alguna. Los militares van a poder ver la realidad.
–Cómo sería posible una transición con un Maduro -y buena parte de la cúpula- acorralado por las denuncias en la Corte Penal Internacional?
–Los procesos de transición son distintos, pero todos requieren algún tipo de conversación, de negociación. Pasó en España, en Suráfrica, en Chile, en Argentina... En todos esos países hubo comisiones de la verdad, leyes de amnistía, distintos vehículos de justicia transicional. Y eso, tendrá que ocurrir de una u otra manera en Venezuela.
–¿Podría irse a Cuba, a…?
–Creo que Cuba sería el último lugar que escogería. Tiene Turquía, Qatar, un abanico de países autocráticos que probablemente lo podrían recibir. A lo mejor hasta Brasil o cualquier otro de la región, quién sabe. Maduro al verse solo, va a empezar a abrir estos escenarios.
Confío que Zapatero ayude a construir un escenario en el que Maduro, de manera pacífica y serena, acepte los resultados
–¿Qué papel desempeña el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en estas elecciones?
–Cada vez que va a Venezuela, va al Palacio de Miraflores, se toma fotos con Maduro, salen riéndose... Hay una camaradería evidente que tiene casi una década. Pero creo que puede jugar un papel importante. Confío en que ayude a construir un escenario en el que Maduro de manera pacífica y serena, acepte los resultados.
–¿Qué posición cree que adoptará el gobierno de España y el de Estados Unidos al día siguiente de las elecciones?
–Nosotros lo que esperamos de España, lo que esperamos de Europa es que sean muy claros en su respaldo a lo que diga la gente de Venezuela y ellos lo van a saber. Los diplomáticos que están allá en Venezuela lo van a saber. Los que están observando este proceso desde las cancillerías lo van a saber. Nosotros lo que pedimos es solidaridad con el pueblo de Venezuela.
–¿Quién ha hecho más daño o ha sido peor para Venezuela, Hugo Chávez o Nicolás Maduro?
–Yo creo que es la continuidad de lo mismo. Es decir, Chávez y Maduro son los responsables de la destrucción del país. Hay quienes románticamente pretenden exculpar a Chávez, pero yo creo que eso no corresponde con los hechos, porque fue Chávez el que destruyó la democracia, fue Chávez el que destruyó la economía. Todo ese proceso de desmantelamiento institucional de la democracia, la censura, las expropiaciones, las persecuciones, la prisión... Todo eso comenzó con Chávez y fue Chávez el que pone a Maduro que es la continuidad del mismo proceso.
–Luisa Ortega, exfiscal general responsable de su encarcelamiento, se ha establecido en Madrid. ¿La ha visto, le guarda rencor?
– No, gracias a Dios no tengo ese sentimiento de rencor ni de resentimiento. Y yo lo que espero es que en esta nueva etapa entremos a un proceso en donde se haga justicia, pero sin rencor y que sea un proceso que contribuya a la transición. Nadie quiere olvido, nadie quiere que los casos queden enterrados en el olvido, pero la prioridad es que salgamos de la dictadura e iniciemos una transición a la democracia.
–¿Qué secuelas le han dejado esos siete años en prisión?
–Yo he aprendido mucho del tránsito por el desierto y el desierto se manifiesta de muchas maneras. El desierto es la cárcel, pero el desierto también es la duda. El desierto es el exilio, pero el desierto también son los momentos de frustración, la soledad, de sentirte cuestionado por ti mismo.
Creo que me ha hecho ser una mejor persona, agradecida a mi familia, a mi mujer, sin ella no podría estar como estoy. En mi partido, Voluntad Popular hemos tenido más de 500 presos, pero se lo digo a todos, no podemos permitirnos que la cárcel nos haga malas personas.
–El exilió también debe ser duro...
–La persecución, el exilio, muy fácilmente te pueden convertir en un resentido y con odio. Entregarse a esos sentimientos es lo que nos trajo a donde estamos como como país. Gracias a Dios yo te puedo decir que hoy después de todo lo que hemos pasado, esos sentimientos no los tengo, no los guardo en mi corazón.