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Manifestantes se enfrentan con la polícia de Irlanda en una protesta contra el asentamiento de refugiados de Medio Oriente

Manifestantes se enfrentan con la Polícia de Irlanda en una protesta contra el asentamiento de refugiados de Medio Oriente@padraig_reilly

Las protestas contra la saturación migratoria siembran el caos en Irlanda

La Policía logra a duras penas controlar los disturbios en Coolock y Dundalk, expresión de un malestar que el Gobierno ignora desde hace dos años

A principios de semana llovieron ladrillos, cócteles molotov y fuegos artificiales sobre la Policía antidisturbios irlandesa. Cada vez que un proyectil daba en el blanco, los manifestantes de Coolock, un barrio desfavorecido del norte de Dublín, irrumpían en vítores, entre carteles de «Coolock says no» o «Irish lives matter», por decirlo, irónica pero decididamente, con estilo wokista.

Durante los últimos tres meses, la protesta ante la antigua fábrica de pinturas –que se va a reconvertir para albergar hasta 1.500 solicitantes de asilo– ha sido en su mayor parte pacífica. En ocasiones, las protestas han llegado a congregar a miles de manifestantes que pretendían bloquear las obras de la fábrica en desuso. Sin embargo, hace diez días, subieron de tono. El 18 de julio, la Garda -la Policía irlandesa- intervino. En respuesta, los manifestantes prendieron fuego al equipo de excavación de la obra, hiriendo a un trabajador, según un vídeo difundido por trabajadores inmigrantes árabes refugiados en una furgoneta.

Un ciudadano de Coolock, Irlanda, protesta por el asentamiento de inmigrantes y refugiados de Medio Oriente en su vecindario

Un ciudadano de Coolock, Irlanda, protesta por el asentamiento de inmigrantes y refugiados de Medio Oriente en su vecindarioTwitter

Por la tarde, los manifestantes se enfrentaron a la Garda en los controles establecidos para bloquear la obra, lanzando ladrillos y utilizando fuegos artificiales contra las líneas policiales, mientras las autoridades intentaban dispersar la manifestación utilizando gas pimienta y porras. El número de manifestantes fue aumentando a medida que se enfrentaban a las fuerzas del orden hasta la noche, cuando los manifestantes, atrapados en el lugar, marcharon hacia la comisaría local mientras atacaban e intentaban prender fuego a los coches patrulla aparcados. La Garda terminó haciéndose con el control de la fábrica de pintura a mediados de esta semana.

Mas los desórdenes se trasladaron, prácticamente de forma inmediata, hacia Dundalk, una ciudad de 45.000 habitantes, situada al norte del país, cerca de la frontera con Irlanda del Norte. Allí, más de lo mismo: las protestas tenían como objetivo los planes para reconvertir el antiguo orfanato en un centro para alojar hasta 260 refugiados ucranianos, cuya llegada está prevista antes de finales de año. Al igual que en Coolock, la campaña se llama «Dundalk dice no».

El 21 de julio, varios oradores, entre los que se encontraban miembros de las formaciones populistas «Irish Freedom Party» y «Irish Freedom», que fueron candidatos en las recientes elecciones locales y no obtuvieron escaño, se dirigieron a cientos simpatizantes y pidieron al público que se opusiera a lo que está ocurriendo en la ciudad. No escatimaron críticas a la Policía por su gestión de las protestas en Coolock e instaron a los asistentes a registrarse para votar en contra del actual Gobierno y su política de inmigración en las próximas elecciones generales. Frente a ellos había manifestantes de extrema izquierda favorables a la acogida de los ucranianos.

Coolock y Dundalk han sido el punto álgido de una tensión social que se barruntaba desde hace, por lo menos, dos años: ahí están las protestas de menor intensidad, a la par que constantes, iniciadas en 2022, que vienen produciéndose, a lo largo y ancho del territorio irlandés. No será por falta de avisos, pues, como escribe Michael Murphy en The Daily Telegraph, «En 2022, el Gobierno irlandés recibió un memorando […] en el que se advertía de que una gran afluencia de solicitantes de asilo podría amenazar la cohesión social, especialmente en las comunidades desfavorecidas. Se hizo poco caso de la advertencia, y los ministros dejaron entrar a 100.000 ucranianos y decenas de miles de solicitantes de asilo de países en vías de desarrollo. Desde entonces, el aumento de las llegadas ha sido exponencial: hasta junio de este año, Irlanda ha tenido más de 10.000 solicitantes de asilo no ucranianos, lo que supone un aumento de casi el 100 % respecto al mismo periodo de 2023, y de un 350 % respecto a 2019». Más claro, el agua.

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